La Niña Del Orfanato 2: Secuelas del Pasado

Capítulo 3

Son las cinco y media de la tarde y, aun cuando se supone que debe estar en casa viendo una película, Marcus se encuentra caminando a pasos apresurados por los pasillos del hospital, con sus hijas a los costados y su hijo menor en brazos.

Realmente se encontraba confiado, creyendo que su paciente lograría pasar la noche sin dificultades, pero le han reportado que su salud empeora. Salió tan pronto de la casa que no le alcanzó el tiempo para avisarle a Beatriz que se llevaría a los niños, con quienes disfrutaba de una noche de padre e hijos, y se han negado a quedarse en casa a esperar a la niñera.

A medida que avanza junto a ellos piensa en cómo llegar hasta el último piso para dejarlos en la guardería y luego volver de prisa a atender a su paciente, no le ajustará el tiempo, y eso es realmente frustrante ya que tampoco encuentra a alguien que pueda hacerle el favor, todo el personal está ocupado. Siempre se repite una y otra vez que no debe ceder ante los caprichos de sus hijos, y al final, con una pequeña sonrisa, ellos terminan convenciéndolo de cualquier cosa.

—¡Marcus!

Escucha la voz de Susan y siente que puede suspirar con alivio. Sí, ella podría ser la solución.

—Hola, gracias a Dios. ¿Cómo está ella?

—Sigue empeorando.

—No sé si soportará otra cirugía.

—Morirá si no se le es hecha —responde la mujer. —. Ella pidió que utilizáramos medidas extraordinarias para salvar su vida, Marcus… estas son.

Él asiente levemente con la cabeza, es consciente de lo que la mujer ha solicitado, pero en el último mes ella ha estado al borde de la muerte en dos ocasiones, tres con esta. Cualquiera ya se habría rendido, pero ella está convencida de que debe volver con su familia, y lucha.

—Bien, iré a lavarme y…

Dirige la mirada hacia sus hijos, luciendo un tanto pensativo. Vuelve el rostro en dirección a Susan, acorta el espacio entre ambos y sin previo aviso, le entrega al niño en sus brazos.

—¿Qué? No, no, Marcus…

—Por favor, llévalos a la guardería.

—No, yo quiero estar en la cirugía.

—Por favor, Susan, no me hagas sacar la carta de que aún eres residente y que yo soy tu superior. Niños, pórtense bien, luego iré por ustedes. —dice, riendo por lo bajo, mientras se aleja de ellos.

—¡Marcus Scott Smith! —gruñe Susan, molesta.

—¡No digas mi segundo nombre! —bufa. —. Te lo compensaré en las próximas cirugías, lo prometo. —responde, sin dejar de avanzar hasta desaparecer por los pasillos.

—¡Marcus! Tú…

Susan comienza a gruñir, molesta. Realmente no puede creer que el hombre se atreviera a dejarla fuera de la cirugía, siendo que ella ha seguido ese caso desde el inicio, y está más preparada que cualquier otro residente.

—¿Estás enojada, tía Susan? —pregunta el pequeño Alexis, mientras posa sus saltones ojos marrón-verdoso en ella.

—No, mi amor, no te preocupes. —responde, antes de besar su mejilla y mecerlo levemente en sus brazos.

—Quieres decir una grosería? —insiste el menor, inclinando un poco la cabeza para verla a través de sus frondosas pestañas, manteniendo una pequeña sonrisa en los labios.

Ella suelta una ruidosa carcajada ante el gesto del niño, y niega con la cabeza.

—No, cielo. Aunque tu papi se la merezca. —murmura lo último, antes de indicarle a las niñas que deben seguirla para dirigirse hacia la guardería infantil.

Quizás si regresa pronto aún pueda ver la cirugía desde la galería, rogándole a Dios que la paciente no muera en el proceso.

Ella se encuentra en su primer año como residente en el hospital God´s plan. Una vez que se tituló de enfermera, decidió que quería avanzar al siguiente escalón y convertirse en una médica especialista en cirugía general. ¿Por qué no hacerlo? Una gran mujer una vez le dijo que siempre debía aspirar a cosas mejores.

Y, a pesar de ser madre de dos niños y una adolescente, ha podido alcanzar sus sueños, y eso gracias al apoyo que recibe de su esposo y amigos. Aunque eso no significa que todo en su vida laboral sea color de rosas, ya que, a pesar de ser la madrina de sus hijas, Marcus no muestra ningún tipo de preferencia hacia ella como interna, y le pone tanto obstáculo sea posible, al igual que al resto.

En el quirófano, Marcus se esmera arduamente por salvarle la vida a su paciente, acompañado por Roxanne, Caín y la residente remplazo de Susan. La tensión es casi palpable en ese momento, hay mucho silencio y todos se encuentran en vela, incluyendo el anestesiólogo que no deja de observar fijamente el electrocardiógrafo.

—Caín, acaba con este silencio. —pide Marcus, en tanto mantiene la mirada puesta en la paciente.

—B-Bueno, no querrás que cante, ¿o sí? —cuestiona, mientras le pasa el bisturí una vez que se lo pide.

—No, por Dios, cantas horrible.

—Confirmo. —dice Roxanne, dejando escapar una pequeña risa de sus labios.

—Habla de otra cosa —insiste. —. Habla de algún acontecimiento que crees que jamás debería olvidar.

—¡Lo tengo! —ríe. —. Cuando te acompañé a buscar a Beatriz en la empresa y Alexis era un bebé…

—Caín… —suelta una media risa y niega con la cabeza. —. Creí que hablarías de alguna cirugía importante o algo relacionado al trabajo.

—No, espera, esto nunca se lo conté a Roxanne, fue el día que Sara se escapó de casa a una fiesta así que no lo hablamos.

—¿En serio? —ríe la mujer sueca. —. Quiero oírlo.

—Beatriz estaba en una importante reunión de negocios, con varios de sus socios, y dicha reunión se extendió demasiado, pasaban horas y no salían de ahí. La oficina tiene una pared de cristal así que ella podía vernos ahí sentados en el pasillo, Marcus cargaba al bebé y éste lloraba porque estaba hambriento. Él le hizo una seña para avisarle que nos iríamos antes, y entonces ella se puso de pie, caminó hacia la puerta y le pidió que le entregara al bebé.




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