La Niña Del Orfanato 2: Secuelas del Pasado

Capítulo 6

Beatriz observa fijamente la pequeña pantalla que marca el número de piso en el que se encuentra el ascensor. Suspira profundo, mientras frota sus manos temblorosas, para luego pasarlas por los costados de su falda negra, intentando inútilmente secar la humedad del sudor en ellas. Su corazón late tan acelerado que teme que en cualquier momento se detenga, y cierra los ojos con fuerza, presionando los dientes para evitar que algún sollozo traicionero decida escaparse de sus labios.

 No puede comenzar a llorar, ya que eso la hará ver débil y vulnerable, por lo que tiene que tratar de olvidar el informe que Trey le entregó esa mañana, al menos durante el tiempo que permanezca en ese edificio.

Cuando llega al piso señalado en la dirección, se apresura a avanzar por los pasillos hacia la habitación correspondiente. Seis, seis, seis, sin duda un número que de verdad representa a esa persona. Está más que segura de que en ese momento entrará al mismísimo infierno.

—Bella Beatriz —el rubio esboza una sonrisa ladina. —. ¿Por qué no me sorprende verte aquí?

—¿Puedo hablar contigo? —cuestiona, parada bajo el umbral de la puerta, evitando sus ojos. Y de igual manera, su torso desnudo, ya que el hombre solo lleva puesto un pantalón de buzo.

—Claro —ensancha su sonrisa. —. No necesito ni preguntar cómo obtuviste mi dirección; estoy al tanto del musculoso que en este momento se encuentra en un avión, de camino a la isla caribeña en donde reside con su esposa, la irritante mujer de servicios infantiles, y tres hermosos niños.

En ese momento, Beatriz siente como sus entrañas se estremecen y el miedo se apodera de ella. Carraspea un par de veces, tratando de deshacer el nudo que se ha formado en su garganta, y se atreve a alzar la mirada para verlo, en tanto intenta mantener la postura frente a ese hombre.

—Trey, él no tiene nada que ver en esto.

—Oh, tranquila —ríe. —. No pienso arremeter contra Trey, ese tipo es inmortal y se ha ganado mi respeto. Él y su familia no deben temer, al menos no a mí. —señala, mientras avanza hacia el interior del apartamento.

Ella lo mira con mucha atención cuando comienza a alejarse, analizando cada pequeño detalle en él; es muy notable lo mucho que Joseph ha bajado de peso, y lo descuidado de su físico. Está más delgado, su cabello sigue largo y un poco descuidado, y el que en ese momento se encuentre descalzo tampoco ayuda mucho a su apariencia. Pero, a pesar de eso, el temor que ella siente hacia él, no disminuye. Suspira profundo, mientras se obliga a sí misma, contra todo su miedo, a ingresar en aquel espacio y seguir al hombre hacia la sala de estar.

—Necesito pedirte una tregua. —dice, impaciente.

—¿Una tregua? —pregunta, con un tono sarcástico en su voz. —. ¿Crees que todo esto es un juego, mi querida Beatriz?

Escucharlo llamarla de esa forma hace que sus intestinos se remuevan y sienta unas fuertes arcadas. ¿El motivo? Joseph solía llamarla así desde el día en que Jared la presentó ante él como su novia. Siempre creyó que tenía el afecto de su cuñado, cuando en realidad él y su esposo tenían pactado arrebatarle la vida.

—Sé que no es un juego, por eso estoy aquí.

—¿Y, a qué se debe eso de la tregua? —cuestiona, mientras se sienta en su sofá de cuero y la observa con una expresión cargada de burla y desaire.

Trata de contenerse, no debe olvidar el motivo por el que se encuentra ahí.

—Joseph, Destiny es solo una niña pequeña —dice, y sus nervios aumentan al verlo rodar los ojos con irritación. En ese momento sabe que ha comenzado mal. —. Ella y Marcus son muy unidos, él es su papá…

—¡No! —gruñe, mientras se sienta encorvado. —. Él no es su papá, querida Beatriz, no vuelvas a decirlo.

—Ella lo ve como tal, y él la ama como si fuera su hija.

—Pero no es su hija, y entre más pronto le digas la verdad será mejor para todos. —sentencia.

Su corazón comienza a acelerarse, y sus manos tiemblan con impotencia. Trata de no perder el control sobre sí misma, y no mostrarse vulnerable frente a ese monstruo que solo quiere verla sufrir.

—No puedo decirle nada a Destiny, le romperá el corazón. Y a Marcus igual. Tú le prometiste que te alejarías, Joseph, ¡no puedes hacer esto! —exclama, un tanto histérica.

La sonrisa que Joseph esboza en ese momento la desconcierta, y siente un profundo temor invadir su sistema cuando él se pone de pie, y avanza unos pasos hacia ella, de manera intimidante. Trata de permanecer firme, con el rostro alzado de manera altiva.

—¿Segura que no puedo? —suelta una risa ronca. —. Beatriz Johnson, desnúdate.

Ella frunce el ceño, sintiéndose confundida y ofendida a la vez, ante esa orden. Aferra las manos a su bolso, y retrocede un paso, negando con la cabeza. ¿Quién se cree que es?

—No lo haré. ¿Qué pasa contigo?, ¿estás demente?

—No —ríe. —. Lo digo en serio, ¿acaso no quieres una tregua? Entonces tendrás que ganarte ese favor. Desnúdate y quédate en ropa interior.

—Joseph…

—¡¡Obedece!!

Ella se sobresalta, asustada cuando este comienza a gritarle. En ese momento, toda aquella valentía que pregonaba se esfuma, y puede sentir el verdadero temor, en tanto las palabras de Trey resuenan una y otra vez en su cabeza. Es en ese preciso instante en el que comienza a sentir que fue una pésima idea el entrar en ese apartamento, la única persona que sabe que ella se encuentra ahí está en un vuelo, y ante ese temor, no tiene más opción que obedecer las órdenes de ese psicópata.

Deja caer su bolso al suelo, y con las manos temblorosas, procede a desabrochar uno a uno los botones de su camisa, con mucha lentitud, con la esperanza de que el menor le ordene que se detenga y aclare que se trata de una cruel broma. Dicha orden nunca llega, y bajo la intimidante mirada griseada de Joseph, ella baja el cierre de su falda y continúa hasta quedar en ropa interior frente a él.




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