La Niña Del Orfanato 2: Secuelas del Pasado

Capítulo 7

Es sábado en la noche y, aunque no puede evitar sentir que debería estar en casa con su familia, Katy se encuentra en su habitación, alistándose para asistir a la famosa fiesta organizada por Basket Alpha para el equipo de fútbol. El día anterior se llevó a cabo una de las eliminatorias, y ellos resultaron victoriosos; todavía no puede olvidar la expresión en el rostro de Benjamín, al haber sido él quien anotara el gol que los llevó a la victoria; estaba eufórico, y ella, simplemente se sentía feliz de estar ahí para mostrarle todo su apoyo.

Sigue sin entender el porqué, si son los partidos más importantes, el señor Marshall no se presenta a apoyarlo, después de todo, fue él quien lo cuidó desde que Sacha y Ricky se fueron. Quizás esa fue una de las principales razones por las que decidió quedarse ese fin de semana en la universidad, no quería dejarlo solo.

—Si continúas perdiéndote en tus pensamientos, te encerraré con llave y me iré yo sola. —advierte Sara, mientras termina de maquillarse frente al espejo.

—Lo siento, es solo que… creo que me siento algo culpable por no haber ido a casa.

—Después de un tiempo te acostumbras, solo mírame a mí, adoro a Ivy y a Natasha, pero no puedo darme el lujo de ir todos los fines de semana a verlas —chasquea la lengua. —. Así es la vida universitaria; entre clases, estudios y fiestas, en tu caso novio, no hay mucho tiempo para volver a casa.

Katy adelanta los labios, soltando un bufido. Eso no es cierto, el tiempo de calidad con su familia no se ha visto afectado, ella siempre vuelve a casa a pesar de todo. Sabe que Sara solo intenta justificarse por prácticamente abandonar a sus hermanas y limitarse a verlas dos veces al mes.

—Mejor hay que cambiar de tema —sugiere Sara. —Y dime, ¿por qué no le dijiste a la tía Beatriz sobre tus pesadillas?

—Oh —baja la mirada hacia sus manos y comienza a jugar tímidamente con sus dedos. —. No sentí que fuera el momento correcto, ella se veía angustiada por algo —niega con la cabeza y se pone de pie. —. Creí que me lo diría, ya que fuese lo que fuese, realmente la tenía angustiada. Ahora no sé qué pensar… ¿Y si algo malo le está pasando? Viste el golpe en su labio, ¿realmente fue un accidente? Al menos sé que papá jamás se atrevería a golpearla, preferiría cortar su propia mano antes de agredirla físicamente. Pero eso solo lo empeora todo ya que…

—¡Oye, tranquila, chica! —exclama Sara, girando el rostro hacia ella y viéndola con sorpresa. —. Si algo realmente malo estuviera ocurriendo, ella lo habrían dicho. Sabes cómo es, no se guarda nada. Además, te hubiera obligado a volver a casa.

Katy presiona los labios, mientras lo piensa más detenidamente. Sara tiene razón, en los últimos años Beatriz no se ha guardado nada, ni siquiera le ocultó lo que pasó el día que se enteraron que Alexis era alérgico a las almendras, el niño estaba muriendo y nadie sabía el motivo. O, cuando Amelia enfermó de leucemia, esa información tampoco se la ocultó a pesar de que se encontraba en exámenes finales de la preparatoria. Por todo eso y más, cree poder estar segura de que nada malo está pasando en casa, y que su madre no le esconde nada.

—Creo que tienes razón —suspira rendida. —. Mamá exagera hasta en el más mínimo detalle.

—Confirmo eso —dice, mirándose una vez más en el espejo para asegurarse que su vestido negro, ceñido al cuerpo, le quede perfecto, antes de volverse hacia ella. —. Así que, olvídalo. Mejor vamos a disfrutar de esta noche y hagamos que valga la pena —la recorre con la mirada, viendo el atuendo que lleva puesto. —. ¿No piensas arreglarte ya?

Katy frunce ligeramente el ceño, y baja la mirada viendo su ropa; viste jeans y un jersey color rojo vino un tanto ceñido. No comprende la pregunta de su prima, ya que ella ya está lista.

—¿Es en serio? Al menos busca algo sin mangas. Las personas aquí comenzarán a creer que te cortas los brazos —advierte Sara, dirigiéndose hacia su armario para rebuscar en él algo mejor. —. ¡Vamos!, ¿solo traes ese estilo de ropa?

—Es todo lo que necesito para mis clases, Sara. Y no usaré vestido para ir a una fiesta de jóvenes que seguramente estarán ebrios. —se cruza de brazos.

—Claro, Burguesa, porque solo los utilizas en esas fiestas para estirados. —bufa, rodando los ojos.

—Basta —pide, mientras se observa en el espejo. —. No está tan mal, además, no quiero nada escotado, es de noche y soy muy friolenta.

—Está bien —alza ambas manos. —. ¿Podemos irnos ya?

Katy asiente y se dirige hacia el buró para desconectar el teléfono celular del cargador y tomar su bolso. Se detiene nuevamente frente al espejo y tuerce un poco la boca antes de quitarse la coleta y dejar su cabello suelto para verse menos seria. Avanza hacia la puerta en donde Sara la espera golpeando levemente el pie contra el suelo, y luego ambas se disponen a salir.

—¡Benny! —exclama, emocionada, al verlo al otro lado de la puerta cargando un ramo de rosas rojas. —. ¿Qué haces aquí? Creí que te veríamos allá.

—Lo sé, pero no pude resistirme, quería verte y traerte esto. —él esboza una pequeña sonrisa, y le entrega el ramo.

Ella sonríe agradecida, mientras las toma y se regresa a la habitación para dejarlas sobre el buró, luego las pondrá en agua. Al volver a la puerta, no puede evitar morderse el labio, un tanto nerviosa, al notar lo radiante que luce el chico, vistiendo un atuendo semi formal que consta de una camisa de botones color blanco, un pantalón de tela gris, un tanto ceñido, y un bléiser rojo vino que combina a la perfección con sus zapatos. Él se ve… simple y sencillamente apuesto.

—Te lo dije. —le murmura Sara.

—¿Qué cosa? —cuestiona Benjamín, confundido.

Katy baja la mirada, un tanto avergonzada, cuando siente que sus mejillas comienzan a calentarse.

—Y-Yo… ¿Te decepciona como luzco? —se atreve a preguntarle, sintiendo temor por cuál podría ser su respuesta.




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