La niña sagrada

2.-LA NIÑA SAGRADA Y EL PODER DE LA PIEDRA

“…al tiempo que el gong de los deseos cante y la oruga aprenda a volar, la pequeña niña descubrirá que los deseos se pueden realizar… Al fin el destino cumplirá su promesa, mas será la fortaleza quien dirá si el brillo permanecerá.”

LUGAR: Av. Azúcar y miel #1662, Chile, Planeta Tierra.

FECHA: 29 - Diciembre -1994.

HORA: 12:00P.M.

Hisae se levanta de la mesa al terminar el desayuno. Su madre le ha mandado a ordenar la pieza puesto que lleva unos días en Chile y aún tiene un desastre: cajas, maletas, revistas de caricaturas regadas por ahí, peluches y fotografías, todo dentro de las paredes rosa pálido con que han pintado la alcoba.

—Ufff… Me demoraré un año en ordenarla yo sola. ¡Qué lata!

Camina hacia la otra esquina del cuarto recogiendo el tremendo diccionario que le obligan a revisar todos los días y otras cosas, que deja en una de las cajas que ha ubicado bajo una repisa color morado. Acomoda algunos juguetes sobre ella, y unos lápices dentro de la mochila que también tiene juguetes. Agobiada, se deja caer sobre la cama que han puesto junto a la ventana, pero al tocar el colchón siente en su espalda una dureza. Una pequeña llave tono verde agua se encontraba ahí.

—¿De dónde será? —Se pregunta observando el mango antiguo con bellas piedras incrustadas. Mira toda la habitación buscando alguna puerta, un ropero, un joyero o algo con cerradura—. No se ve muy normal —sentencia.

Hisae mira la cama y ve un papel, como si fuera una nota. Así es que se sienta, toma el papel y lee en voz alta:

–Dioses del tiempo en este y aquel mundo… permítanme el paso… Que los vientos me ayuden a levitar… para llegar más allá de lo que un mortal ha de imaginar… Con el permiso otorgado y esta llave sostenida en mi mano… abro la puerta —dicho esto, Hisae mira el reverso del papel murmurando—. Esto no parece una nota, solo es un verso mal hecho —concluye.

Dio un último vistazo alrededor, quizás fuera una broma de su hermano o encontrara un alhajero que no ha visto, pero no fue así, por lo que decidió dejar ambas cosas sobre el mueble más cercano cuando siente que sus pies se despegan del piso. Sorprendida, mira el suelo y todo lo del cuarto está más lejos. Al observar el techo ve un cielo infinitamente negro y algunos pasillos largos sin paredes... ¡parece que algo la empuja hacia ellos!

—¿Eh? ¡¿Qué pasa?! —pregunta sin obtener respuesta. Sigue elevándose por más que agita los brazos y patalea.

—¡Madre! ¡Padre! ¡¡¡Por favor!!! —grita antes de desaparecer de su alcoba.

Liliana entra asustada en la pieza al oír los gritos, pero no encuentra a nadie, solo un poco de orden en la pieza. Por lo que corre al siguiente cuarto pensando que tal vez fue Yuu quién gritó.

DIMENSIÓN: X000000000000

LUGAR: Pasillo de las dimensiones.

Ubicada en un lugar negro lleno de puertas alineadas, Hisae se queda boquiabierta mirando el nuevo panorama: sobre su cabeza también hay unas tres puertas, algunas ladeadas y otras no, pero estas no están puestas en ninguna pared, tan solo son dintel y puerta… Las cuales solo tienen manecillas para abrir por un solo lado. “¿Dónde estoy? ¿Será la llave quien me trajo hasta aquí?”. Se pregunta, caminando sobre un grueso pasillo que parece ser de un brillante vidrio, avanza hasta llegar a una última puerta. Esta tiene escrito “salida” en lo que parecen ser distintos idiomas. Las palabras cubren la puerta desde lo más alto hasta lo más bajo.

Se siente emocionada, su corazón está lleno de adrenalina. Por eso cruza la puerta notando que al otro lado tiene una placa con un largo código: “X0000751-A”.

—Vaya… —Hisae mira asombrada todo a su alrededor y comienza a pasear.

El lugar es extrañamente bello y le recuerda aquellos cuentos de fantasía que le han relatado. Sin notarlo, se aleja de la puerta que le trajo al pasillo, está más interesada en observar que ahí no puede distinguir dónde comienza o termina el cielo. Todo es negro, negro y profundo, con muchas estrellas doradas y plateadas, pero cuando quiere acercarse a una, descubre que no son más que las perillas de las puertas que llenan el lugar y brillan incansables.

Los pasillos parecen hechos de cristal y son eternos, en las orillas tienen pilares del mismo material transparente que los sostiene entre sí, pero es difícil saber cómo están entrelazados. Hisae solo comprende que sobre y bajo el pasillo en que está, hay otro más, pero parece que en medio lo cruzan otros, como si fuera una especie de laberinto.

Luego de mucho caminar, se ve sobre una puerta de color castaño, se inclina para ver los diseños en ella preguntándose por qué estaría ubicada en el suelo.

—¿Tendrá llave? —murmura girando la manilla—. ¡¡KYA!! —Hisae cae de gran altura como consecuencia.

Sobre ella, un cielo despejado completamente, debajo de ella, un montón de arbustos que le sirven para amortiguar la caída que obtuvo por su curiosidad.

Y a sus pies escucha un gran barullo. A su alrededor se encuentran muchos seres verdes pequeños y rostros ovalados señalándola, riendo y saltando.

—Krinaptuci, es ella, la del libro. ¡La salvadora! —exclama una pequeñina que no alcanza a llegar a sus rodillas en un idioma muy extraño que parecía constar de solo consonantes.




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