La niña sagrada

3.-DOS EXTRAÑOS EN UN MUNDO MÁGICO

DIMENSION: X0053061-B.

LUGAR: Calle Abedul #43.

FECHA: Yuyen 16- Merlea- 992.

HORA: 8:40pm

“Hola viejo, ¿cómo vas con el ogro?

Aquí con Emilia acabamos de llegar al hostal, la he convencido de que resida en casa para que podamos descubrir qué sucede con esta aparecida.

Es buena vibra, te aseguro, muy amigable. Aunque parece esconder algo, es rara.

Mañana la llevo a clases. Allí hablamos.

Notificándote, tu amigo, el más genial y magnifico, el único e inigualable,

Gabriel”

Leído esto, lo único que reflexiona es que a su amigo claramente le sobra el ego, pues no tuvo tiempo para más cuando Marta ya lo llama por su jugo tan anhelado. Luego de cumplir lo pedido, vuelve a sus tareas, resignado, esperando pronto acabar para poder dormir rápidamente.

LUGAR: Residencia “Buena Siesta.” Av. Níspero de miel #264.

HORA: 10:00P.M.

Hisae se encuentra ubicada en una recámara a esas horas de la tarde. Según la casera hablarían del pago en otro momento, puesto que los niños ya debían irse a dormir. Jamás había estado tanto tiempo sin su padre y menos aún sin su mascota, abriendo las ventanas de su alcoba observa el cielo, tan hermoso como en su antiguo hogar. Mira la luna, preguntándose si es la misma que se ve en su mundo y si acaso su mascota la extraña tanto como lo hace ella. “Si tú sientes lo mismo que yo, nunca dejaremos de añorarnos”, piensa, citando unos versos que había leído su abuela y repetía con frecuencia antes de la mudanza. Sus ojos se llenan de lágrimas mientras mira las estrellas con nostalgia de su familia.

—¿Mamá me estará buscando? —Murmura, y piensa en que Oni seguro está desesperado y Yuu debe de estar sintiéndose algo sola—. Papá… ojalá estuvieras aquí para ayudarme a regresar a casa… —vuelve a decir. Unas lágrimas ruedan por su mejilla y, mientras las seca con sus dedos, escucha un ruido en el primer piso. Sí, justamente en el jardín.

La sombra no responde, pensó que podría ser un animal, pero una silueta parece moverse hacia un árbol.

—¿Quien está allí? ¿Alcides?

La sensación de ser observada le dio un pequeño escalofrío y otro tanto de adrenalina le llena. Pensó en bajar para curiosear, no obstante, las reglas de la residencia no lo permiten. No debe moverse del lugar más que por razones de exclusiva importancia.

Estirando el cuello lo más que puede, solo alcanza a descubrir una sombra detrás de los arbustos. Llama por si es un animalito, pero la sombra que descubre dirigirse al bosque es humana.

“Me observaba” se dice, y pregunta si será algún hechicero, quizás alguien que sabe que busca ir a su mundo. “Quizás puede ayudarme”. La sensación en su corazón es cálida, como si hubiese descubierto la solución a todos esos problemas, incluso los que Hisae no posee.

Sin pensarlo tres veces se sube al marco de la ventana y sujeta en la pared, con la punta del pie tantea la rama del roble más cercano a la casa y, pensando que es firme, se anima a saltar.

—Vamoos… —se dice, haciendo una suerte de equilibrio hasta llegar al tronco del árbol, desde donde se desliza y baja en el último tramo con un costalazo.

Todo está a oscuras, a excepción de aquellos vastos lugares donde llega el brillo de la luna, camina hacia donde se ha dirigido la sombra que le da tanta curiosidad. No se ve nada, por instinto sigue por el bosque hasta que escucha unas hojas moverse. En menos de un segundo, gira hacia la derecha, por los ruidos del bosque parece estar escapando la sombra por ahí. No obstante, ya logra distinguir que es alguien joven, con una camisa blanca, por lo cual no es difícil seguirle -al menos con la vista-. El problema es que esta persona es bastante más rápida que ella, quien por su gran orientación y lo atolondrado de su andar, termina tropezando y perdiendo del rastro de quien sigue.

—¡Diantres! —reclama en el piso, con su ropa, manos y rostro llenas de barro, ya está lejos de poder alcanzarle piensa—. ¿Por qué se esconde? —Se pregunta con una mueca triste en el rostro.

***

Con la respiración acelerada, camina entre matorrales a tientas. La idea es no ser descubierto, por lo que se mueve a gatas, escuchando cómo la chica extranjera se ha resbalado y caído en el fango. Sabe que hay tiempo extra, debe apresurarse.

Levantándose un tanto aprovecha para retomar el camino y, avanzando un resto, entra nuevamente a los matorrales antes de que lo vea. Hisa, sin embargo, ya rendida, decidió que debía limpiarse al menos la cara, mira a todos lados y luego cerrando los ojos escucha para encontrar lo que desea.

Allí está a unos cuantos metros un lago con agua clara que podría usar para limpiarse el rostro, las manos y quién sabe si al menos un poco su ropa. Arrodillada a orillas del lago y limpiándose las manos queda fascinada mirando el paisaje, se lava la cara para detenerse a mirar mejor lo que tiene frente a sus ojos, el reflejo de la luna en el agua calma es bellísima y en el cielo se pueden ver tantas estrellas como astros en el mundo. Al no haber tantos árboles, la luna ilumina la zona dejando una tonalidad algo azulina, y las luciérnagas bailan sobre el agua a orillas del lago.




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