La niña sagrada

5.-VEELA PROTECTORA

La noche comienza a llenar el cielo y Gabriel con Hisae atraviesan el umbral de salida, agitando sus manos se despiden de Alcides y en el camino hacia a la avenida Níspero de miel se cruzan con Marta, que los mira ceñuda, sin embargo, más allá de un comentario sobre cuánto les desagrada la mujer, no le dan mucha importancia a ella ni a la bolsa de terciopelo que lleva por cartera.

—Si todo sale bien y vuelves a tu casa, significa que no volverás a Canel… ¿verdad?

—Supongo que no sabría cómo… —Hisae observa de soslayo a su amigo, aquello es verdad, podría volver al pasillo, pero luego ¿Podría encontrar la puerta a su hogar? —. Quizás ni siquiera pueda volver a casa.

—¿Cómo que no? Dijiste que esa llave te llevaría a casa.

—Sí, bueno… solo al pasillo.

—¿Al pasillo?

—Allí hay muchas puertas, y una es la que llega a mi cuarto, pero no sé cuál es. Hay muchas iguales, y algunas tienen dibujos extraños.

—Eso sí es un lío.

—Sí.

—Oye, mi hermana dice que los cuentos siempre se basan en la vida real y estos terminan bien casi siempre, ¿no?

—Sí…

—Bueno, es porque casi siempre las cosas terminan bien —afirma dando su mejor sonrisa para ella—. Seguro que encontrarás tu casa. —Afirma, abrazándola por los hombros.

—¡Sí, gracias! —Sonríe con verdaderas esperanzas.

Lo bueno de ser infante es que es más fácil tener esperanzas.

***

Llegando a la Residencia, ambos chicos corren en busca de la paloma mensajera de la pensión, enviando de inmediato al director la nota que indica que desean cumplir con la búsqueda en la vieja biblioteca de Esie, claramente en unos cuantos días más. Aunque como son niños, para ellos un día puede ser mucho tiempo, y Hisae decidió que sea en el siguiente día libre, por lo que la fecha resulta ser en seis días. Algo que al día siguiente provoca lipiria en Alcides, quien con desconcierto escucha a Gabriel apoyar la decisión; por suerte, cuando ven al director, este les entrega unos manuales de conjuros y pociones que podrán ser útiles a la hora de tener un enfrentamiento, y otros que los ayudarán a pasar inadvertidos para evitar que el combate suceda.

En los días siguientes, después de clases, los tres se dedican a los libros que el director les ha entregado; Hisae aprendiendo los hechizos que el hombre dice; Gabriel practicando otros que les puedan ser útil y Alcides ocupándose de preparar las pociones, siendo vigilado por su amigo para que no reemplace algún ingrediente. Así pasa la semana.

Día Taren

Faltando un día para la aventura, los chicos se encuentran en el pasillo fuera del despacho del director, que los ha llamado por alguna razón que solamente él conoce. Encogiéndose de hombros cuando se ven, los jóvenes ingresan al despacho y descubren que aquello parece ser una interrogación oral de los pasos a seguir y lo que han aprendido en esos días.

—¿Irá con nosotros? —Consultan a dúo Emilia y Gabriel, tras las últimas palabras del hombre.

—¿Creían acaso que los dejaría ir solos en un proyecto tan peligroso?

La respuesta de ambos niños fue al unísono, pero totalmente contraria una de la otra:

—Claro que no. No.

—Sí. —Si no fuera por los diferentes tonos de voz no sabrían quien dijo qué.

—Agradezco tu sinceridad, Hisae —ríe divertido Teodoro y mira de soslayo a sus alumnos—. Alcides, ¿sería mucho pedirte que vinieras con nosotros? Puede ser peligroso que solo Gabriel se quede vigilando y vamos a necesitar a alguien más.

—Si usted viene con nosotros, me parece menos peligroso.

—Fantástico.

—¿Vigilar? Yo quiero entrar y enfrentarme también al monstruo.

—Y me parece muy noble, sin embargo, es una actitud algo tonta cuando se lleva a cabo sin necesidad —argumenta el adulto con ternura en su voz y una mirada burlona, ante lo cual Alcides no contiene esa postura engreída, en son de hacer notar que tuvo razón anteriormente—. Entonces los quiero aquí mañana a las ocho de la mañana—. Finalizó.

El trío se va silencioso, dejando que el naranjo tono de aquella tarde los bañe mientras caminan por las calles de piedra. Sin saber si lo que siente es terror o ansiedad, Hisa juega con sus cabellos inconscientemente y Alcides suspira cada tres pasos; por su parte, Gabriel comenta los pormenores de lo que puede suceder al día siguiente, con la adrenalina estallando hasta por sus orejas.

Esa noche ninguno durmió tranquilo, razón misma por la que no tienen problemas para ponerse en pie, y Lorena se sorprende mucho al ver a los amigos bajar a tomar desayuno tan temprano un día libre, y más aún cuando le dicen que saldrán el día completo con el director. Aquello no la tranquiliza para nada. Prometiendo volver antes del anochecer, se van en una misma escoba a encontrarse con Alcides y Teodoro fuera del colegio. El primero ya se encontraba allí y el segundo tarda unos minutos en aparecer, pero cuando lo hace, trae consigo una escoba extra que cede a la chica.

HORA: 09:30A.M.

El viaje a Esie es bastante largo, y la niña sagrada no logra acostumbrase al hecho de usar las antiparras que le han obligado a colocarse, pero sí agradece la bufanda que abriga su cuello. A la mitad del viaje, sobrevuelan un frondoso bosque que limita con la región. Junto a ellos, a mitad de camino, los acompaña una gran bandada de patos, uno de los cuales intenta desarmar las ramas del transporte de Gabriel y casi lo hacen caer de la escoba. Cuando logran huir de aquel desquiciado animal, pueden divisar la ciudad de Esie, la cual de día se ve muy diferente a lo que ella recuerda.




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