La niña sagrada

5.-ESTUDIAR PARA PELEAR

FECHA: Yuyen 30 de Merlea.

Hasta la fecha, Hisa, Alcides y Gabriel han recorrido tres bibliotecas, la primera hace ya diez días, y la última, dos días atrás. Ninguna con buen resultado, por ahora todos los libros encontrados hablan de portales a otros mundos o planetas, pero ninguno menciona siquiera algún pasillo de cristal o una llave. Por esta razón, Alcides ha recomendado a Hisae que centre sus fuerzas en aprender a hacer magia y de esa forma, quizás, podrían encontrar otro modo de que vuelva a su hogar. Es por ello que acepta de buena gana la petición del director y visita con frecuencia el despacho de esta para clases particulares.

Los días pasados le han servido para conocer mejor a los chicos, descubriendo que tienen doce años, razón por la que no quedó en el mismo curso que ellos y de que la traten como a una pequeña indefensa. También se ha enterado que Marta no es la madre de Alcides, sino una amiga de sus difuntos padres que ha quedado como su tutora legal tras la muerte de ellos; y él no sabe lo que es tener parientes vivos. No los conoce al menos, a diferencia de Gabriel; quien además de sus padres y la bebé, tiene una hermana mayor que se encuentra en otro pueblo, muy cerca de Maicena, viviendo con su esposo y su reciente hijo. También se ha acostumbrado a usar las mismas zapatillas dentro y fuera de la casa y a saludar de mano a todas las personas, tanto así que ya lo hace de forma natural, no sin tener sus pequeños deslices en que su instinto le dice hacer otra cosa.

Hisae, tras decir la verdad de ella, se sintió muy bien, recordando con ello a su familia y su loba Estrella, lo que le daba más fuerzas para buscar una forma de regresar a casa, aunque rememorar a su “querido” primo también la hizo dudar de querer hacerlo.

***

El paisaje desde la oficina del viejo director le resulta bastante atractivo a la pequeña; como se ubica en un piso alto, puede observar todos los patios de recreo que posee la edificación escolar y mientras lo observa, el hombre explica detalles sobre un brebaje que Hisae debe aprender.

Todos los días el director se daba al menos una hora libre para citarla a la oficina, sacándola de clases. Al principio fue por temor a que asistiera a la clase de pociones y conjuros, no obstante, luego de que un cierto día le fue imposible, y se enterarse de que nadie notó que la chica es de otro mundo, reaccionó en algo muy importante:

—Increíblemente, querida, tienes magia en tus venas —dijo a la pequeña, quien no supo cómo interpretar aquella frase. Desde entonces, más que para instruirla sobre la tierra que pisa el día de hoy, el director comenzó a usar esa hora para enseñarle trucos básicos que le pueden ser muy útiles, por ejemplo: quitar la fiebre escribiendo en un pergamino que luego debe poner sobre el enfermo; manejar una escoba voladora, y localizar personas u objetos en un mapa, entre otros. Aunque claro, de vez en cuando Hisae se distrae, como ahora, mirando por la ventana mientras piensa en ¿qué sucedió con ese chico que la siguió al lago y a la escuela, ese mismo que luego intentó robarle su piedra? ¿Por qué no hay otros animales parlantes

? ¿Si desea ir a casa, la piedra la llevaría?

HORA: 4:25 P.M.

—Hisae, Hisae. ¡Emilia Butters! —Exclama el hombre, logrando hacer que la chica despierte de su ensueño.

—Disculpe, señor —sonríe apenada, observando al director que la mira por sobre sus anteojos, antes de sacar una caja alargada del escritorio.

—Quiero que observes aquí, y con atención —Sonríe, sabiendo que al parecer ella no ha oído lo que dijo antes—. Esta será tu nueva amiga —afirma al tiempo que abre la cajita y deja ver una reluciente vara de madera con aros de metal azul en cinco partes de ella.

—Es… ¡es una varita mágica! —Exclama emocionada, con una mirada que brilla de solo pensar en lo que sostiene ahora en sus manos.

—Sí, una varita, pero no un juguete —Explica él, y le dice que de ahora en adelante aprenderá cosas básicas que todos deben saber a su edad—. Debes estar atenta por dos razones —Dice indicando con sus dedos—: Primero, porque si no sabes esto, seguramente te descubrirán; y segundo, porque te será muy útil en tu vida.

—¿Aprenderé a sacar un conejo del sombrero? —Pregunta con una sonrisa de oreja a oreja, descolocando al hombre que no comprende qué sentido tiene hacer una cosa así, ni por qué a ella le emociona la idea.

—No, Hisae. Aprenderás a crear luz, acercar objetos, invocar fuego, crear un escudo. Cosas útiles —remarca deshaciendo la sonrisa en los labios de la pequeña, y sintiéndose algo mal por ello, agrega—: Pero si aprendes lo suficiente, quizás tú misma puedas hacer un conjuro para sacar un conejo de un sombrero… —Devolviéndole la esperanza de hacer algo, para él, totalmente sin sentido.

Mientras el director revisa y ordena sus papeles en el escritorio cercano, ella intenta convertir un vaso de vidrio en un cenicero, pero su mente infantil solamente vaga en la idea de volver a su hogar. ¿Cómo podría abrir un portal, si no es capaz de hacer que el vaso haga otra cosa más que moverse cual gelatina? Realmente terminaría siendo huérfana en un mundo desconocido, y, reaccionando en ello, se hace otra pregunta que prefiere expresar en voz alta.

—¿Señor?

—Concéntrate para que deje de bailar.

—Es que, estaba pensando ¿y si le pido a la piedra que me lleve a casa?




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