La Niñera de las hijas del Ceo: Arthur Zaens

Un pequeño Extra (Spoiler)

Narradora Ayla.

No podía dejar de llorar después de lo que me había dicho mi padre. Él piensa que Eleazar solo quiere aprovecharse de mí, pero yo sé que no es así. Terminé de vestirme, limpie mis ojos y aplique un poco de maquillaje.

Salí al salón, donde mi padre me esperaba con una mirada seria.

—Estoy lista, te escucho —dije con firmeza.

—Ayla, tú sabes que te quiero mucho. Has sido una hija fuerte, has pasado por mucho... Y no quiero verte sufrir. Ese joven, Eleazar... No confío en él. Viene de una familia rica, pero no es hijo legítimo de Emir Rockefeller. He investigado, y su verdadero padre fue un tal Kadir Villanueva, un hombre con un pasado oscuro. No quiero que te enredes en esa historia.

—¿Por qué te metes en mi vida? ¿Qué te importa de quién sea hijo? Yo amo a Eleazar, y eso no va a cambiar. ¡No puedes controlarme!

—Lo hago porque quiero protegerte —respondió mi padre—. Pero si estás decidida, te apoyo... solo ten cuidado y si de verdad es hijo de ese hombre, necesito hablar seriamente con él.

—No te deberías inmiscuir en vidas ajenas. Y no creo eso, además si el señor Emir no es su verdadero padre, tiene algo de malo?—Cuestione y el me me miró con las cejas alzadas—Recueda que Lía no es mi madre biológica, y la amo y fui bien educada, así que deja eso.

—Eso es otro asunto.

—Para mi es lo mismo.

No pude soportar más la conversación y subí corriendo a mi habitación, con lágrimas en los ojos. Minutos después, mi madre tocó la puerta.

—Cariño, ¿puedo entrar?

—Sí, mamá.

Mi madre se acercó y me abrazó. En sus brazos me sentí segura, como si todo lo que me rodeaba desapareciera por un momento.

—No llores, mi amor. No permitiré que tu padre se meta en tu vida ni en la de Eleazar. Ya eres una mujer, y mereces ser feliz con quien elijas.

—Gracias, mamá.

—Los amo, tú, Leyla y Gilberth son todo para mi y su felicidad es lo que más deseo.

Abrece a mi madre sintiéndome segura, ella ha sido nuestro refugio desde pequeñas y se que convencerá a mi padre para que deje de ser tan ogro en meterse en mis asuntos o en lo de mis hermanos. Sonrei fresca al saber que todo estará bien.

***

Había pasado un mes desde esa conversación, y aunque mi padre había dejado de molestarme con el tema, aún no tenía el valor de preguntarle a Eleazar si él sabía sobre su verdadero padre. Pero eso no importaba, lo único que me importaba era el amor que sentíamos el uno por el otro.

Estábamos en la playa, descalzos, riendo y corriendo como niños. Eleazar me tomó en sus brazos y me miró con esos ojos llenos de amor.

—¿En qué piensas? —me preguntó, dejando un beso suave en mi mejilla.

—En cuánto te amo —respondí, sonriendo.

—Yo también te amo, y así será siempre.

Nos besamos apasionadamente, sabiendo que a pesar de todo, nuestro amor era lo único que importaba.




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