Ya no… me importa nada más.
Traté de superarlo… De verdad que lo intenté. Durante mucho tiempo di mi mejor esfuerzo para salir adelante a pesar de todo lo que pasó. Pero este profundo vacío en mi corazón no puede ser llenado con nada más.
Estoy derrotada.
¿Manjares? Mi boca ya está cansada de tanto saborear. ¿Fortuna? La cima se siente demasiado fría. ¿Romance? Mi cuerpo jamás llegó a emocionarse con nadie. Al contrario, ahora me repugnan todos los demás.
Los odio.
Desde que terminé la escuela todo se fue en declive. Mis sentimientos perdieron su rumbo. Ahora, no soy más que una cáscara sin alma que sobrevive meramente respirando las inmundicias que deja el resto de estos monstruos con sonrisas.
Ya ni siquiera el miedo me detiene de levantarme todos los días para continuar con este tormento que cada vez se hace más y más intenso. Estoy perdida. Estoy caída. Estoy muy sola…
¿Por qué tuviste que irte?
Fuiste mi única luz. Fuiste mi única esperanza. Aún recuerdo con mucha nostalgia todas esas mañanas que me saludabas con una sonrisa, esa sonrisa tan pura y amable que podía incluso someter mi ya legendario temperamento explosivo. Solo tú sabías cómo hacerme verdaderamente feliz.
¿Por qué te fuiste…?
Después de tu partida, mi mundo entero se fue de cabeza. Los colores dejaron de brillar, todo se tornó oscuridad. Y viví toda una vida pensando que jamás mereciste el haberme conocido. Me di cuenta de que jamás aporté nada a tu propia felicidad.
Al contrario, me aproveché de ti.
Te utilicé solo como un medio para suprimir mi dolor. Robé con total descaro tu tiempo. Mendigué tu atención a pesar de saber muy bien que sentías una gran presión de tenerme a tu lado. Y no me importó. Porque seguí atentando contra ti.
Lo… siento…
Jamás tuviste un momento de paz conmigo. Te obligué a enseñarme todas las maravillas de estar viva. Te usé para llenar todos mis vacíos. Fuiste mi única compañía.
Nunca conseguí recordar a mis padres. Mis abuelos solo sabían golpearme y maldecirme por haber sido yo quien los asesinó… ¿De verdad lo hice? A este punto, ni siquiera me sorprendería saber que fuera cierto.
Así que solo contaba contigo, porque tú nunca tuviste el valor de apartarme de ti.
Me ayudaste a cambiar. Y yo di mi mejor esfuerzo. Con el tiempo realmente creí que habría algún tipo de esperanza para alguien como yo. Finalmente, tanto sufrimiento tendría un significado. Tendría mi tan ansiado final feliz…
Pero todo cambió en un solo momento.
Intenté odiarte durante muchos años por haberme dejado. Te eché toda la culpa de eso a pesar de saber muy bien que no podía serlo. Nadie se esperaba algo así, y fuiste tú la que más tuvo que pagar. Aun así, fui tan maldita que decidí aborrecerte por haberme abandonado. A mí. Solo a mí.
Me robé tu dolor.
Me apoderé de ti. Cometí los peores pecados de bajeza al sentirme en tanta desesperación por haberte perdido. Llegó un momento en el que no me importó en lo absoluto la desesperación que pudiste haber sentido esa tarde. No. Solo me preocupé por mis propios sentimientos y te culpé exclusivamente por haberlos destruido.
Por eso, merezco todo lo malo que me ha pasado en la vida.
Así que es momento de pagar. Me encuentro en el puente más alto que conozco. Mis pies yacen a solo centímetros del abismo. Miro con mis ojos secos de lágrimas hacia el profundo río que pronto será mi cobijo. Se encuentra todo muy oscuro, pero las luces de la ciudad consiguen iluminar ligeramente mi destino. Escucho a decenas de personas gritando y suplicando para que desista de lo que estoy a punto de hacer.
¿Qué estarán pensando ahora las personas que me conocen? ¿Estarán tristes? ¿Qué dirían mis padres si estuvieran vivos…?
¿Qué dirías tú si estuvieras aquí conmigo?
Pero ya no importa nada de eso. No me importa nada ya. Hace mucho frío. Debo saltar pronto. No puedo dejar esperando a los demonios por mucho tiempo. Este espectáculo ya ha durado demasiado. Solo debo respirar por una última vez más. Necesito acumular tanto aire como me sea posible.
Mi muerte tiene que ser la más lenta posible.
Las sirenas de la policía y los bomberos se hacen eco por toda la zona. Siento cómo algunas personas intentan desesperadamente acercarse hacia mí. Me gritan. Tratan de salvarme. Realmente tratan de hacerlo. Lo lamento tanto…, pero no va a pasar.
Estoy lejos ya de toda salvación.
Voy soltando mis manos. Mi cabeza, sabiendo que estoy a punto de cometer mi última locura, empieza a recordarme todas las desventuras que tuve durante mi vida.
Vaya tristeza.
Realmente nunca debí haber nacido. Quizás así mamá y papá nunca hubieran muerto. Quizás así mis abuelos nunca hubieran sido tan miserables después del entierro. Quizás… tú hubieras tenido un mejor destino.
Un alma menos en este mundo no representa gran pérdida.
Lo lamento tanto, señores rescatistas, ya no hay nada que puedan hacer por mí. Nunca quise armar un alboroto. Pero no encontré mejor lugar para acabar con mi vida que aquí mismo, donde todo realmente empezó. Siento con mi piel entumecida cada escalofrío que la adrenalina libera para tratar de hacerme entrar en razón.
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Editado: 28.09.2024