Recibí una carta esta mañana.
Era una invitación a una fiesta del té organizada por la hija de un conde bastante importante en el oeste. Me parecía algo extraño que me invitara, ya que no éramos amigas. De hecho, ni siquiera teníamos conocidos en común. Esta era la primera carta que recibía desde que reencarné en este mundo.
Pero aun así decidí aceptar. No tenía nada más interesante que hacer. En realidad, hasta me parecía mucho mejor la idea de largarme de la mansión por algunas horas y estar lejos del psicópata de mi hermano. Me enteré que el Duque se estaría yendo de viaje durante algunas semanas, por lo que Belmont sería quien se quedaría a cargo de todo en su ausencia.
Un loco ya es malo. Un loco con poder es el colmo.
La fiesta se daría dentro de una semana en la mansión del Conde de Campaira, un territorio relativamente cercano. Estaba a dos días de distancia en carruaje, por lo que reculé de ir por lo tremendamente aburrido que sería estar viajando sentada durante tanto tiempo.
—Oh, pero entonces debería utilizar el portal —comentó Betia.
—¿Portal? —pregunté confundida.
—Sí, el portal que está en Molina. Los magos de la corte pueden llevarla a cualquier lugar del reino en un instante.
—¡¿Dijiste magos?!
Mi emoción por la fiesta se disparó al descubrir que finalmente podría experimentar elementos tan famosos de la fantasía clásica como lo eran los magos y la magia.
Betia me explicó un poco sobre la magia. En este mundo, había algo llamado “maná”, que era una especie de energía misteriosa que poseían todos los seres vivos. Sin embargo, muy pocos de ellos eran capaces de manipularla a voluntad y crear lo que comúnmente se denominaba: magia.
Lamentablemente, los conocimientos de Betia con el maná y la magia eran muy limitados porque ella tan solo era una simple sirvienta y en Avantgar no era común la presencia de magos. Además, solo los nobles de alto rango y aquellos con conexiones podían estudiar magia.
En ese sentido, Avantgar era un cero a la izquierda en el panorama mundial. Otras naciones contaban con mejores oportunidades y recursos para los magos. De entre ellas, la Ciudad del Futuro Meridan era la que más y mejores magos tenía; y estaban tan desarrollados en el tema de la magia que eran capaces de manipular el clima y la gravedad a su antojo. De hecho, la propia ciudad no se encontraba en tierra firme.
Meridan flotaba en las nubes.
La magia era increíble. A pesar de haber sido una mujer de ciencia en mi vida pasada, no podía evitar emocionarme por descubrir más. Con todo lo que Betia me contó sobre Meridan decidí ir a investigar más. Y por suerte había más información en la biblioteca de la mansión.
Había algunos libros que explicaban más sobre los conceptos del maná y los hechizos mágicos. Pero más me enamoré con los relatos de las grandes hazañas de algunos de los magos más famosos del mundo.
Leafarba del Tornado Invertido era una maga que podía crear tormentas tan violentas que una vez consiguió hundir una flota entera de barcos piratas que intentaban atacar uno de los puertos más importantes del reino de Heine.
El Elementalista Marius podía crear hechizos de fuego tan calientes que derretían todo lo que tocaban. Su hazaña más grande fue el haber sobrevivido a un encuentro con la Reina de los dragones rojos, Soleil, de quien se decía que su sola presencia intoxicaba el aire y su cuerpo ardía en unas brasas que igualaban la temperatura de una estrella.
Y finalmente estaba el Gran Archimago Aren. De esta persona, se decía que era el mago más poderoso que haya existido jamás. Su poder solo podía ser comparado con los Cuatro Dragones Soberanos y las bestias míticas del pasado. Fue quien fundó Meridan y la convirtió en la utopía mágica de la actualidad. Simplemente un prócer en su área.
Y lo sorprendente era que seguía vivo.
Decidí esmerarme para la fiesta. Sería la primera vez que salía de mi prisión domiciliaria. Durante toda la semana estuve preparándome intentando aprender etiqueta y otras tonterías inventadas por los nobles para pretender ser elegantes.
Fue horrible.
Mi instructora se puso a llorar de lo mal que hacía todo. Me insultaba y gritaba en lenguas que ni siquiera conocía y me pegaba con una regla de madera muy dura. Sin embargo, me aguanté todo y seguí practicando porque realmente quería que todo saliera bien en la fiesta.
Debo ser sincera: quería tener amigas. Llegó un punto en el que me aburrí de estar escuchando a Betia narrándome cuentos infantiles todos los días. Me sabía cada historia prácticamente de memoria ya. Así que necesitaba con urgencia de nuevas compañías para hacer cosas de chicas… como cotillear sobre chicos y secuenciar el genoma de una bacteria.
Tampoco tuve muchas amigas en mi vida pasada.
Como sea. El tiempo pasó volando. Pronto llegó el día de la fiesta y yo me encontraba a primera hora en mi carruaje lista para partir hacia la ciudad de Molina.
Era la primera vez que me despertaba tan temprano para algo que no fuera comer. Como había mucho que hacer, Betia tuvo que llamar a otra sirvienta para que me ayudara a vestirme y peinarme. No era tan floja como para hacer que otras personas tuvieran que vestirme; pero las ropas de una princesa eran demasiado complicadas de ponerse sola.
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Editado: 28.09.2024