La Nobleza del Alma: Un Romance Trágico

CAPÍTULO EXTRA 1

—Le agradecemos muchísimo que haya venido tan rápido, Alto Maestro Cyrus.

El grupo del Duque llegó un poco antes del anochecer. Habían viajado sin detenerse para llegar lo más pronto posible hasta el lugar. Lo necesitaba con urgencia; eso decía la carta que mandaron de emergencia a la mansión.

Y bien parecía que no estaban exagerando.

La avanzada principal estaba teniendo muchos problemas. Aun así, era un gran golpe a su orgullo el tener que pedir socorro a su maestro. Sin embargo, aquella ocasión realmente lo solicitaba.

Estaban al borde del colapso.

Los monstruos habían incrementado su actividad desde hacía algunas semanas. Y, a pesar de que el campamento tenía a los caballeros más fuertes y valientes de todo el reino, nada podían hacer ellos frente a la horda casi infinita que los atacaba día y noche sin cesar.

Necesitaban la ayuda de su líder.

Esa era la misión más importante del Duque. Debía poner orden en su territorio rápidamente. Había traído consigo refuerzos para evitar el colapso de la avanzada principal y continuar con la defensa… Aquel lugar llevaba en pie desde hacía más de diecinueve años.

Desde que aquella torre apareció.

Cerca de la costa oriental de Thamel apareció un día una torre de color completamente blanco. Apareció de la absoluta nada, y trajo consigo uno de los peores desastres que casi acaba con la humanidad.

Su tamaño era simplemente descomunal: una pieza sublime de arquitectura que ningún mortal podría crear. Ni siquiera mirando hacia el cielo se podía encontrar su final. Desafiaba todas las leyes que aquel mundo conocía.

Solo lo imposible se atrevía a definirla.

Era tan resistente que ni siquiera los rayos del gran Rey de los dragones verdes, Vindur, la hacían temblar. Una fortaleza impenetrable que no respondía ante nada ni ante nadie. Durante mucho tiempo estuvo así, sin hacer gran cosa más que maravillar a los ojos de todo aquel que decidía estudiarla.

Hasta que un día abrió sus puertas.

Y una inmensa horda de monstruos nunca antes vistos arrasó con las ciudades más cercanas. Muerte y destrucción masiva obligaron a todas las fuerzas del reino a responder de inmediato. Caballeros, magos e incluso soldados de otras naciones vecinas tuvieron que intervenir para detener al nuevo enemigo que devoraba todo a su paso.

Porque, si Avantgar caía, ellos serían los siguientes.

En ese tiempo aquellos territorios no le pertenecían a Thamel. Eran administrados por un marqués que pereció durante el primer asedio. Gracias a la gran contribución del Duque Cyrus en la defensa del reino, el Rey decidió entregarle todas esas tierras.

Fue en esa guerra también que se ganó su título del hombre más fuerte del mundo.

Por eso, la prioridad número uno del Duque era mantener la torre bajo control. Si él caía, nada garantizaba que el reino pudiera sobrevivir otro asedio de esos monstruos.

En la actualidad, el riesgo de otra horda desenfrenada se encontraba latente. Extrañamente, la actividad de los monstruos que salían de esa torre había incrementado de forma muy considerable desde hacía un tiempo. El Duque no pudo evitar pensar que las fechas coincidían con el accidente que tuvo su hija en el lago de su mansión.

Definitivamente… esa muchacha solo le traía desgracias.

—Tu reporte, Rudolf —ordenó el Duque.

—Hemos repelido las cinco primeras oleadas anómalas de monstruos, Alto Maestro Cyrus. Sin embargo, nuestros hombres se encuentran demasiado fatigados. El número de esas cosas no para de incrementar. De seguir con este ritmo, en pocos días seremos completamente aniquilados —contestó el caballero de forma muy apenada.

—¿Qué hay de ese bastardo?

—Sin novedades, Alto Maestro. No se ha movido ni un solo centímetro, incluso con este incremento tan inusual en la actividad de los monstruos.

De entre todos los monstruos que aparecieron junto con la torre, uno de ellos resultaba el más peligroso de todos. Era gigantesco, medía más de cinco metros estando encorvado. Su forma grotescamente similar a la de un ser humano lo hacía verse demasiado imponente. Su apariencia resultaba repulsiva tanto para hombres como para animales. Los soldados y caballos no podían evitar sentir pánico al verlo.

En especial, cuando sonreía.

Parecía poseer cierto grado de inteligencia. Al menos, era más inteligente que el resto de bestias monstruosas que salían de la torre. Eso de por sí ya la convertía en una criatura de temer.

Se mantenía siempre vigilando la entrada a la torre, moviendo a los monstruos cual pastor a su rebaño para que no bloquearan el paso de la horda. Cuidaba aquella entrada sin moverse más allá del lugar en el que se había acomodado. Y ni siquiera respondía ante amenazas o ataques directos a pesar de que en una de sus manos cargaba una hacha colosal.

Solo vigilaba.

Por eso los caballeros procuraban evitar acercarse al territorio de esa criatura. Era mejor centrar sus esfuerzos en enfrentarse a los demás monstruos que sí eran violentos. Gracias a eso, se ganó el título de “El Vigilante” entre la gente de la avanzada… Aunque en realidad el Duque prefería llamarlo de otra manera.




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