La Nobleza del Alma: Un Romance Trágico

CAPÍTULO 7

—Oh, pensé que sabía que había invitado a las dos… Ya me parecía extraño que hubiesen venido en carruajes separados.

Qué dilema. Yo vine para hacer amigas. Pero no se podía esperar hospitalidad en un nido de víboras. Ni bien caí en su trampa sacaron sus colmillos para pretender atacarme. Ni siquiera tenía que hacer el más mínimo esfuerzo para escuchar los murmullos y risillas burlonas de todas las nobles que nos estaban mirando.

Obviamente estaban esperando que me pusiera como una histérica y causara una escena. Sabían perfectamente que mi relación con Edurne no era la mejor. Me habían invitado únicamente para verme pelear con ella… Y si yo hubiese sido la Daira original quizás todo habría acabado como ellas querían.

Lástima para ellas, no les seguiría el juego.

—Sí, es una sorpresa —respondí con una sonrisa—. Perdóname, Edurne. Si hubiera prestado más atención te hubiera llevado conmigo.

—¡N-No te disculpes, Daira! —dijo Edurne—. No te dije solo porque no quería incomodarte.

—¿Qué dices? Jamás me molestaría algo como eso… No después de haber limado nuestras asperezas la noche anterior, ¿recuerdas?

—S-Sí.

Le agradezco al diablo por haber inventado la cortesía. Obviamente el resto de nobles no se esperaban que me comportara de forma decente frente a Edurne. Lo veía en sus rostros confundidos y en cómo rechistaban frustradas por perderse la oportunidad de ver una pelea de lucha libre en vivo.

Qué gratificante.

—Volvamos a tomar asiento entonces, Princesa Daira —me dijo la hija del Conde con una sonrisa de evidente frustración.

Sonreí yo también.

—Por supuesto… Pero necesito pedirte que para una próxima ocasión me informes de antemano que estás invitando a más miembros de mi casa para evitar este tipo de situaciones… bochornosas. No pensé que Lady Fiore pudiera organizar tan mal una simple fiesta del té.

La chica se puso bastante nerviosa.

—S-Sí, Princesa. Muchas gracias… por su aviso. —Apretó ligeramente sus puños.

Tomamos asiento nuevamente. El resto de chicas volvieron a sus asuntos y Edurne también retrocedió hacia su sitio. Me daba un poco de pena que la hubieran utilizado. Estaba claro que ella no tenía ni idea de lo que habían tramado las nobles para intentar humillarme.

Se encontraba bastante nerviosa durante todo el tiempo que las miradas caían sobre nosotras. Si hubiera sido parte del plan entonces se habría comportado de la misma forma que la hija del Conde. Pero no fue así. Se retiró muy triste y con la cabeza agachada por la vergüenza.

Vaya. Hasta sentía ganas de empatizar con ella.

Betia llegó minutos después con algunos aperitivos para mí. Estaban muy ricos, pero no se comparaban con los postres que servían en mi mansión. Mi paladar ya se había acostumbrado a la casi perfección culinaria, así que la comida de ahí me parecía algo insípida…

¿Acaso me volví clasista?

—Quiero reiterarle mis agradecimientos por haber venido a mi fiesta, Princesa Daira —me dijo Lady Fiore.

—Supongo que necesitaba salir de vez en cuando —contesté.

—Sí… Tengo entendido que le gusta permanecer mucho tiempo encerrada en su mansión —sonrió.

Esta perra… Ya se estaba tardando.

—Sí, es algo extraño que usted decida aparecerse en fiestas de la nobleza, Princesa Daira.

Una chica más se entrometió en la conversación. Su mesa se encontraba a mi costado.

—¿Y tú eres…?

—Soy Amy Grai Fardal, Princesa. Mi padre posee tierras en Lanian. Tenemos negocios con el Duque de Lanian y el Marqués de Carone.

No conocía ese apellido, por lo que debía ser la hija de un simple barón vasallo de Lanian.

—Es cierto que no suelo frecuentar este tipo de actividades. Soy una mujer que gusta de dedicar su tiempo para sí misma.

Si era cierto que a Daira no le gustaba salir a fiestas, entonces ella y yo teníamos muchas más cosas en común de lo que creía.

Bien.

—¿Entonces qué tipo de actividades gusta de realizar, Princesa?

La verdad era que desde que vine a este mundo no hacía más que tragar como cerda y escuchar cuentos infantiles hasta el hartazgo. No parecían actividades dignas de una princesa, así que me puse a pensar qué podría decir.

Tal vez podía mencionar algo que solía hacer en mi vida pasada.

—Me gustan los acertijos. Como rompecabezas y sudokus.

Las chicas me miraron muy extrañadas.

—¿Qué es sudoku?

Maldición. No pensé bien mi respuesta. Claro que en este mundo aún no se habían inventado ciertos juegos.

—Es como… Sería mejor si se los muestro. ¿Podrían traerme algunas hojas y una pluma?

—Claro. ¡Greta! ¡Sirve a la Princesa!

Lady Fiore mandó a su sirvienta para que me trajera las cosas que pedí. Una vez lo hizo empecé a dibujar un sudoku algo rústico. Aun así, gané la suficiente atención para que varias otras nobles se acercaran con total curiosidad para ver lo que hacía.




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