Pude leer con facilidad el título.
'Akelarre Dyer'
Una foto antigua, en blanco y negro, y borrosa por los años decoraba la página del título.
Mis ojos se deslizaron por todos los rostros de la imagen, hasta que frenaron en uno, una cara familiar por haberla visto en otras fotos.
Mi abuela.
Una versión infantil de ella.
Sus ojos me miraban con profundidad, y su sonrisa mellada parecía forzada.
Aparecía con una diadema en forma de corona y un vestido de seda, como en la mayoría de fotos de esa edad.¹
En la fotografía eran la mayoría mujeres, atrás del todo aparecían las más mayores, y en la tercera fila, sentadas en el suelo, las niñas. Tres hombres situados a las esquinas muy serios enmarcaban la foto.
No pude reconocer ninguna cara más.
Mis ojos rodaron hasta mi madre, con interrogación.
Ella me devolvió la mirada e hizo un gesto con su cabeza para que siguiese mirando el libro, deslizó la primera página y pude ver nombres escritos en tinta, con una letra cursiva hecha a mano.
Volví a reconocer el nombre de mi abuela.
—Sé que te gusta mucho la mitología y las ciencias ocultas, Agnes, eres lista, ¿te son familiares estos nombres? —Me preguntó mi madre con voz pausada.
Los releí todos de nuevo buscando alguna relación.
Solo encontré una:
'Cassie
Glenn
Circe
Evanora'
Eran nombres de brujas.
—Son nombres conocidos de brujas ¿No? -Mis ojos se clavaron en mi madre esperando una respuesta.
—¿Y cómo me llamo yo?
—Margery, ¿Mamá a dónde quieres llegar? —Respondí exhausta y confusa.
—¿Y tú? —Me ignoró.
—Agnes —Mi respuesta fue seca.
—Un nombre de bruja, para una bruja —Sus ojos brillaron.
Y mis ojos se quedaron pasivos en los suyos. Sin reacción. No sabía qué clase de broma era, pero no le estaba pillando la gracia.
—Agnes, ¿Alguna vez te has preguntado porque nunca salimos de este pequeño pueblo? ¿Por qué huímos en primer lugar? ¿Por qué nuestras costumbres son distintas a otras personas?
Este pueblo fue creado hace muchísimo tiempo, por una mujer muy poderosa. Lamentablemente, hoy en día, apenas nacen brujas nuevas.
—¿Qué estás hablando, mamá?
Mi madre continuó sin ni siquiera escucharme.
—Todo este pueblo, son descendientes de brujas, aunque no hayan nacido con poderes la mayoría, tienen sangre de brujas.
Mi madre se levantó acelerada de la mesa y volvió a rebuscar en la despensa. Sacó unos pequeños tarritos de cristal decorados con dibujos extraños y de colores psicodélicos², se volvió a sentar en la mesa conmigo y mientras ella leía las letras pequeñas de cada tarro yo la miraba expectante.
—Agnes, yo no nací bruja, pero por suerte, puedo usar otro tipo de magia por tu abuela. La magia de los objetos.
Acto seguido, cogió un plato de la mesa y lo espolvoreó con el frasco que había elegido.
El plato, lentamente, comenzó a elevarse de sus manos y a mantenerse en el aire.
Mi boca se abrió tanto que por un segundo pensé que se me iba a desencajar la mandíbula.
Mi madre sin inmutarse ante mi asombro, cogió el libro que previamente me había enseñado y se lo acercó a sí misma, pasó un par de páginas y comenzó a leer lo que parecía latín.
—Credo meas vires pluviae nativitatem.*
Mis ojos se abrieron como dos ventanales al escucharla pronunciar esas palabras.
Juntó sus manos en forma de cuenco cerrado, como si escondiera algo en ellas, y sopló.
Al abrirlas, lo que parecía ser una nube gris diminuta salió de sus manos.
Sentí como me rodeaba inquieta y hacía pequeños sonidos como si hubiera una tormenta en la lejanía.
—¿Ves? La magia existe, cielo —Concluyó mi madre.
—¿Entonces Nea... —Respiré hondo—... es una bruja?
—Probablemente no, pero tú sí.
—¿Y cómo lo sabes?
Mi cabeza tenía mil preguntas que necesitaban respuesta mientras aún procesaba la mini nube volando por mi cocina y el plato de las tortitas levitando frente a mí.
—Lo que has visto hoy no era un zorro, aquí no hay zorros. Era un espíritu guardián, lo has atraído con tu esencia.
—Tienes muchas cosas que explicarme entonces —Espeté un poco enfadada.
¿Cómo es que mi madre sabía todo esto y no había tenido oportunidad de contármelo en dieciocho años?
—Te contaré lo importante, lo que necesitas saber para esta noche, y después te contaré todo lo demás poco a poco —Suspiró y miró hacia otro lado, perdiendo su mirada. —Esperaba de corazón que nunca tuvieras que saber nada de esto... No es que no me sienta orgullosa de mis raíces... —Intentó explicarse como si alguien la estuviera acusando —Es que todo lo que esté mundo tiene de bueno, lo tiene de malo. Tu abuela no huyó de ninguna hambruna, huyó de la guerra, pero de la guerra de 'Los 5 frentes'. Humanos, bestias, akelarres, gremios y espíritus se enfrentaban entre sí.
—¿Cómo empezó todo? ¿Por qué luchaban?
Mi madre suspiró.
—Al principio, el mundo de las brujas vivía en armonía; Gremios y akelarres convivían en paz. Pero un día un chico de uno de los mejores gremios quiso unir a una chica de un Akelarre.
La estabilidad, que ya estaba tensa por las diferencias sociales, se rompió. Cuando las bestias vieron que el mundo de las brujas se quebraba, vieron su oportunidad de atacar. Tiempo después, los humanos descubrieron nuestra existencia, y nos tomaron como una amenaza, así que persiguieron a bestias y brujas por igual. Los espíritus desaprobaron esto, he intentaron intermediar.
Con el paso de los años, nadie recordaba el motivo por el que había iniciado la guerra, pero no distinguían inocentes de culpables.
Editado: 25.07.2020