El inicio - Segunda parte

Todo pasó tan rápido.

Me siento una inútil mientras veo como mi amiga, mi Madeleine, es atravesada por la espada que se venía hacia mí.

Los gritos se vuelven insoportables.

Todos empiezan a correr pero me encuentro incapaz de moverme, mi cuerpo no se mueve y mis ojos se niegan a dejar la sangre que cae del cuerpo de Madeleine, se siente como estar en una pesadilla de la que no puedo salir.

¿Como es que todo se volvió de esta manera?

Un golpe de realidad me llega, Madeleine está en el piso, sangrando, siento que puedo moverme otra vez, asi que trató de llegar hasta ella, debo revisarla y ver su condición. Agradezco a Dios por mi insistencia a mis padres de ir en contra de la norma y ser una de las pocas mujeres que actualmente poseen el título de Médica, de otra manera los médicos llegarán demasiado tarde, aun así debo pedir ayuda, solo puedo ganar tiempo hasta que lleguen refuerzos.

El príncipe heredero se cruza en mi camino, pero doy un paso al lado, estoy cerca de llegar a ella.

Siento como toman mi brazo y me jalan hacia atras, es el príncipe heredero, el me envuelve en sus brazos y me sostiene fuertemente, susurra palabras reconfortantes, pero no tienen el efecto esperado en mi, veo a Madeleine toser sangre, la prisa me consume, ella está muriendo, tengo que hacer algo.

"Su Alteza, por favor, déjeme ir, Necesito darle primeros auxilios a Madeleine" forcejeo con él, por un momento veo una mueca de desprecio en su rostro, pero parpadeo y lo único que hay es una sonrisa gentil.

"Señorita Yvonne, le dije que puede llamarme por mi nombre ¿es que acaso no somos cercanos?" No puedo soltarme de su agarre. Veo a Madeleine cerrar sus ojos y mi corazón se detiene por un momento, uso todas mis fuerzas para salir de su agarre pero sin resultados.

"¡Guardias, guardias, ayudenla!" Nadie se mueve "¡Porfavor...!" Los guardias evitan mi mirada, hacen oídos sordos a mi súplica y van a ayudar a retener al asesino, aunque ya haya 5 guardias haciéndolo.

Escucho al príncipe heredero hablar, su agarre se mantiene firme incluso en este momento "Señorita Yvonne, calmese, ya no hay nada que hacer, pero no se preocupe, como esto fue culpa de la seguridad del Palacio Imperial se le dará un funeral respetable, ella murió como una heroína y se le tratará como tal."

El continuó hablando pero yo ya no le escuchaba, No entendia ¿porque los guardias no hacian nada? Es como si hubieran recibido una la orden de no hacerlo...

Un recuerdo me vino a la cabeza, Madeleine hablandome acerca de la accidental muerte de muchas personas, todas ellas cercanas a mi, ella sospechaba que el príncipe heredero estaba detrás de aquello, pero yo nunca le tomé importancia, ahora todo encajaba.

La razón por la que los guardias ignoraban a Madeleine, la razón por la cual un asesino logró entrar en el Salón de banquetes a pesar de todos los guardias y protecciones que había hoy y la razón por la cual su Alteza estaba tan empecinado en no dejarme ayudar a Madeleine, todo tenía un solo culpable.

Mire a su Alteza, el odio hirviendo en mis venas "Usted lo hizo ¿no es así, su Alteza?" Su sonrisa flaqueo por un momento y el pareció tambalearse hacia atrás al ver el odio en mi mirada. Aproveché el momento para empujarlo y correr hasta Madeleine, ella iba a estar bien, solo necesitaba llegar a ella.

Me arrodillé de golpe al lado de Madeleine, y le tomé el pulso como podía con todo mi cuerpo temblando fuertemente.

Nada.

Intenté nuevamente, una risa nerviosa salió de mi boca, yo nunca había sido buena encontrando el pulso, debe ser por eso que no se lo encontré, reubique mis dedos en su cuello.

Nada.

Traté de buscar algo que me indicara que estuviera viva, busqué el color en sus mejillas, la calidez en su piel y por último traté de tomar su pulso nuevamente.

Ella estaba muerta.

Empecé a hiperventilar, el aire no llegaba a mis pulmones y mi cabeza me daba vueltas. Agarré mi cabeza, esto no podía estar pasando, mi hermosa Madeleine estaba muerta, ella con quien siempre pensé que iba a envejecer, pasar mi vida junto a ella, ahora ese sueño se hizo añicos, todo por una persona.

El príncipe heredero, Alexander, ese bastardo.

Todo esto no hubiera pasado de no ser por él, salí de mi concentración, Alexander me estaba hablando desde antes, pero yo no lo escuchaba, lo miré, el parecía preocupado por mí, se acercó y limpió las lágrimas que caían de mis ojos con un pañuelo que había sacado, me sorprendí, no había sentido que había empezado a llorar al estar ensimismada en la muerte de Madeleine.

Alexander parecía estar hablando algo mas, ya que sus labios se movían, miré mis manos, ensangrentadas, tenía las sangre de Madeleine en mis manos, al fin y al cabo yo tenía la culpa de que ella muriera, Alexander había ido tras ella solo porque no queria que estuviera cerca de mí y la eliminó, tal y como hizo con una decena de personas más.

Me sentía tan culpable...

Una idea descabellada me vino a la mente, sangrienta pero tentadora, mi cuerpo se giró y quedé mirando al cuerpo de Madeleine, me arrodillé a su lado y tomé la empuñadura de la espada con una de mis manos y con la otra tomé el colgante que me había dado, hecho de Jade, para simbolizar que nuestro vínculo iba a durar para siempre, levanté el colgante y planté un suave beso en la joya. Murmuré una disculpa hacia Madeleine, y saqué la espada de su cuerpo.

Vi la hoja que todavía goteaba sangre, sangre pura e inocente, quizá no pude haber evitado su muerte, pero si podia evitar que su asesino saliera impune.

Agarré la espada con fuerza y me gire hacia Alexander, el se veía cauteloso, de nuevo, su boca se movia, pero yo no escuchaba nada, avance hacia él rápidamente, vi que gritó algo y luego, silencio.

Fui rápida en cortar su garganta, sufriría de una muerte dolorosa, tal como la de Madeleine. Pronto los guardias me rodearon, pero no me importaba, había logrado mi cometido, Alexander estaría pronto muerto. Ahora sólo quedaba una cosa que hacer. Levanté la espada a mi cuello y sonreí, ya no valía la pena seguir viviendo si ella no estaba, así sellando mi destino corté mi garganta y caí al suelo.