Su mente le traicionaba por estos días, e iba en aumento hasta llegar al presente día, pensaba que veía sombras oscuras por la casa, por la calle e incluso en su trabajo, pero cuando se daba vuelta no había nada. Eso era exactamente lo que había pasado hace un segundo, pensó ver algo por el rabillo del ojo, al girarse con rapidez dejó caer el vaso que tenía en la mano, haciendo que este estrellara contra el suelo de la pequeña cocina, pero como siempre no había nada.
Cerró los ojos para concentrarse en su respiración, sus manos sudaban frío, su cuerpo estaba temblando y su respiración era irregular, se pasó las manos por el pelo para luego agacharse y recoger algunos pedazos de vidrio del suelo que estaba sucio, sabía que su mente le traicionaba, pero eso no quitaba que ver una sombra le asustara.
El vaso contenía jugo y aunque ahora estuviera por todo el suelo, no podría limpiarlo, no porque no lo quisiera sino más bien porque su tiempo era limitado, pronto comenzaría a anochecer y él debía estar listo en su cuarto sin retrasos con todo preparado por lo que solo puso un trapo para que absorbiera todo lo que podía del líquido, cuando volviera a salir el sol lo limpiaria más efusivamente.
Al acabar con eso metió más comida dentro de la pequeña batidora que estaba usando en ese momento, no le gustaban mucho los batidos, pero era lo único que podía comer durante las próximas 24 horas, esa eran las instrucciones.
Desde bien temprano ya había comenzado a preparar las cosas que necesitaría en las próximas horas, siempre el día antes de la "noche eterna" no se salía de la casa a trabajar, ni a la escuela, ni hacer trámites, todo aquel día estaba cerrado; se entendía que era algo de suma importancia y que no se debía preparar a última hora, todo tenía que ser perfecto para soportar aquella noche.
Siempre días antes de todo eso, eran días tensos, toda las personas se veían preocupadas, cansadas y hasta tenían un aura sombría que hacía que todos se sintieran tristes, pesimistas y hasta se pusieran incluso de luto. Eso pasaba todos los años, incluso Johan, a sus 35 años era afectado por toda esa tensión que tenía la ciudad entera.
La noche eterna, era una fecha donde aún nadie se acostumbraba a su existencia, ni siquiera aquel hombre solitario que caminaba por el departamento llevando las cosas que necesitaba a su habitación, todos los años era igual de estresante, como la primera vez que él fue consciente de aquel día.
Cuando era pequeño, sus padres lo dormían con medicación, los niños eran peligrosos, por lo cual había que tomar medidas extremas, todo para mantenerlos con vida y es que muchos, con su típica curiosidad de niño hacían caso omiso de las instrucciones de sus padres, haciendo que sus vidas acabarán a muy temprana edad.
Johan ya había perdido amigos, compañeros y hasta familiares de pequeño, en su momento no entendía la preocupación de sus padres, pero cuando supo la verdad entendió que habían tomado la mejor decisión, gracias a ellos, él había crecido, tenido una carrera y hasta una familia, lamentablemente nunca tuvo ese cuidado extremo con su hija años atrás.
El hombre se había y tenido una hermosa hija, aquella pequeña que iluminaba toda su existencia, la cual solo llegó a cumplir 4 años y es que en una "noche eterna" la niña se cansó de esperar a que amaneciera.
Hasta el día de hoy, luego de 9 años se sigue regañando a sí mismo por no ser más precavido.
Ahora vivía solo, la pérdida le había golpeado muy dura a él y a su mujer, por lo que decidieron seguir caminos diferentes, Johan ahora vivía en un pequeño departamento, en bastante mal estado, pero era lo mejor que podía conseguir con su sueldo y cerca de su trabajo; además pasaba gran parte de su tiempo fuera de casa, cuando más le molestaba el estado del departamento era en las épocas de invierno.
El mismo ruido que inundaba el pequeño departamento se escuchaba por las demás casas de la ciudad, el de una batidora, la comida procesada es la única que podías ingerir durante la "noche eterna", era la única comida que los amorfos no reconocían como ruido, por lo cual no te atacaban.
Dejó varios vasos con bombillas en su mesa de noche junto a su cama, su habitación era simple, no había ningún cuadro ni nada que decora el lugar, el papel mural estaba destruido y muy sucio, el piso incluso tenía maderas levantadas con las cuales tenía que tener cuidado para no tropezar; lo único que podías observar era la cama, la mesa de noche a un lado y una, gran ventana que daba a una de las calles principal, que hoy estaba desierta.
— Supongo que no me falta nada más – dijo en voz alta para sí mismo, miró el velador donde se encontraba los vasos con los batidos, unas cuantas velas y una caja de fósforos, además en el suelo había una bacinica que tenía un tubo, el cual sería su baño por las próximas horas.
El sol ya comenzaba a ocultarse, por lo que le quedaba poco tiempo para prepararse, se puso su pijama y miró todo una última vez antes de prender la vela y acostarse en su cama, cuando el sol dejó el cielo dió paso a la "noche eterna".
La "Noche eterna" era un día especial, donde, a pesar de que si se contabilizaba como un día normal, no salía el sol a la mañana siguiente, dando paso a una noche de 24 horas, cualquiera pensaría que no habría problema, pero si lo había.
Cada noche, durante 12 horas salían los amorfos a intentar alimentarse, normalmente debías tener ciertas precauciones, no levantarse de noche al baño, estar acostado antes del anochecer y lo más importante, jamás saques ninguna parte de tu cuerpo de entre las sábanas, eso eran los momentos que los amorfos se aprovechaban para tomar tu cuerpo y devorarte.
El gran problema con la "noche eterna", es que no solo tenían 12 horas, si no 24, sumando que ese día eran sumamente peligrosos, más que cualquier otra noche normal, por razones que los científicos aún no entendían, la energía en esos seres se incrementan, lo único que podía detenerlos era la tenue luz de una vela, pero de todas maneras las indicaciones eran:
Editado: 31.10.2022