Capítulo 14

Yegor.

Dina me gusta mucho, más de lo que imaginé. No pensé que pudiera ser como hoy. Resulta que no la conozco bien, y si me esforzara un poco, descubriría otro lado de ella.

No puedo conciliar el sueño, rememorando nuestros besos. El primero fue forzado, pero la segunda vez, ella misma permitió que la besara. Y fue increíblemente agradable. Sus labios suaves respondían al cariño y ella se arqueaba en mis brazos. Es difícil de creer que esta es la misma Dina que, en ropa deportiva, se comportaba como una salvaje todos los días.

Debo prestarle más atención, debo acercarme a ella.

Me levanto temprano el domingo y me dirijo directamente al despacho. Mañana tengo un viaje y necesito revisar todos los documentos para no olvidar nada.

El tiempo pasa rápido y no me doy cuenta cuando llega la hora del almuerzo. Encuentro un contrato con la empresa de Vladimir Ivanovich sobre la entrega e instalación de equipos en el nuevo café. Se supone que ya deberían haberlo traído, pero no lo he confirmado, así que mejor llamo.

Tomo el teléfono, busco el número.

- Buenos días, Vladimir Ivanovich - digo tan pronto me responden.

- Hola, ¿algo pasó? - su voz es impaciente, tal vez ocupado.

- Quería confirmar si ya han entregado el equipo al café.

- Creo que lo entregaron ayer - dice pensativo, recordando. - El lunes lo instalarán. Mis técnicos ya están en camino, así que mañana toma el control sobre ellos y apúralos. Algunos les encanta holgazanear.

Él se ríe y yo sonrío también.

- Gracias y disculpa la molestia en tu día libre.

- También deberías descansar. Es domingo y tú solo piensas en el trabajo - escucho reproche en sus palabras.

Todos me dicen lo mismo, pero no puedo cambiarme.

- Seguiré tu consejo. Hasta luego.

- Espera - me detiene. Ya estaba a punto de colgar. - ¿Cómo van las cosas con mi hija? Dina dijo que ya entregaron la solicitud al registro civil. ¿Es cierto?

- Sí, ¿por qué no le crees?

- Es solo que me sorprende que haya accedido. Ella siempre dice que es muy joven para casarse. ¿Todo está bien entre ustedes, se han entendido?

¿Soy yo o noto tensión en su voz? ¿Qué quiere escuchar? ¿Que no habrá boda, que no quiero casarme con ella? No dudo que espera eso, pues ganaría buen dinero. No me sorprendería si fuera Vladimir quien influyera en Dina para que se portara mal y yo la echara. No logrará su propósito.

- Todo está perfecto. Su hija es una chica maravillosa - digo, intencionalmente alegre. - Nunca pensé que tendría una novia tan digna. Así que no te preocupes, todo avanza hacia la boda. Prepárense. También debe haber una celebración de parte de la novia.

- Lo sé, lo sé - responde rápidamente. - No te fallaré, Yegor. Lo importante es que todo esté bien entre ustedes y el acuerdo que hice con tu padre se cumplirá sin problemas.

Aprieto los dientes ante su hipocresía. Pero, ¿qué se le va a hacer? Conozco bien a Vladimir Ivanovich y nunca ha sido una persona con buenas cualidades. Me da la impresión de que Dina no se parece a él.

Por cierto, hablando de mi prometida. Es domingo, y podría invitarla a salir para consolidar la noche de ayer.

Dejo el despacho y sigo los sonidos que vienen del comedor. Encuentro a mi madre lavando los platos. Le he pedido muchas veces que deje estas tareas y contrate a una empleada, pero no, se empeña. Dice que se aburriría sin nada que hacer.

- ¿Has visto a Dina? - pregunto, dándole un beso en la sien como saludo. Tenemos esta tradición y me gusta.

- Se fue a la ciudad con Makar.

- ¿Y eso por qué? - frunzo el ceño, no me gusta esta noticia.

- Tenían algunos planes. No pregunté y no contaron nada - se encoje de hombros. - ¿Por qué la buscas?

- Quería hablar con ella - digo secamente y dejo el comedor.

Todo mi ánimo se ha arruinado.

Makar sigue rondando a mi prometida. Ya lo advertí. Pues que vuelva a casa y verá.

Voy al despacho y trato de ocuparme en algo, pero por primera vez en mucho tiempo el trabajo no me calma.

Regresan al anochecer y para entonces estoy tan irritado que no puedo contenerme. Salo del despacho y los encuentro en la sala. Se están quitando los abrigos mojados porque afuera llueve, y charlan alegremente.

- ¿La pasaron bien? - las palabras salen solas.

- Fuimos de compras, escogiendo accesorios para mi nuevo papel - responde Makar. - Mañana tengo un casting.

- Oh, qué interesante - comento con sarcasmo. - Ven conmigo al despacho. Tenemos que hablar.

Ya no están alegres y eso me satisface. Dina se dirige a las escaleras, lanzándome una mirada extraña. No sé cómo interpretarla, ¿está decepcionada o molesta? ¿No sabe que soy así? Especialmente cuando no siguen mis solicitudes.

Me giro y regreso al despacho, Makar me sigue. No empiezo a hablar hasta que cierra la puerta detrás de él.

- Te pedí que no rondaras a Dina - le gruño.

- Solo fuimos a una tienda, no es para tanto - dice con los ojos muy abiertos por el asombro. - ¿Por qué tanto nerviosismo?

- No estoy nervioso, estoy enojado porque mi hermano no me escucha y sigue prestando demasiada atención a mi prometida. No me gusta, lo sabes.

- A ti tampoco te gusta Dina, así que no debería preocuparte tanto - dice con una confianza que me sorprende. - Y ya que estamos en esto, tengo una propuesta para ti.

- ¿Qué propuesta? - ahora Makar me sorprende.

Está tramando algo, lo veo en sus ojos y en cómo me mira con determinación.

- Entrégame a Dina. Quiero que sea mi prometida.

- ¿Qué dices? ¿Te has vuelto loco? - exclamo con sorpresa y doy un paso hacia él.

De todas las cosas, esto no lo esperaba. ¡Qué osadía!

- Lo he pensado bien y creo que es la mejor solución - continúa calmadamente. - Veo que a ti no te gusta realmente. Y a ella no le agrada cómo la tratas. Entiendo que te es difícil acostumbrarte a ella y no deseas esta boda, solo lo haces por el negocio de nuestro padre. Pero realmente no deberías forzarte. El acuerdo no especifica quién debe ser el novio. Y yo me llevo bien con Dina, incluso me gusta. Con el tiempo podría enamorarme de ella, y tal vez ella de mí. Es la solución perfecta para todos. Tú no sufrirás y nosotros seremos una buena pareja.