Pude ver en Miriam lo que hubiera deseado en aquella etapa que me gustaba... interés en mi.
En toda la reunión no dejó de mirarme fijamente, escuchaba mis platicas, se involucraba, se abrió a mi.
Aunque todo tenía una doble intención de mi parte, en verdad la pasé muy bien. Me relajé, me sentí yo mismo y pude olvidar un poco las formalidades para solo tener una conversación casual en la que podía enamorarla. Rogaba a Dios que esto pasara. Era muy diferente a cuando lo deseaba en la prepa, esta vez estaba involucrado en algo más que mi corazón, eso estaba claro.
Nuevamente mis hombres la llevaron a su casa. Yo salí de ahí para dirigirme a la mía. Seguramente era cortesía acompañar a la dama yo mismo, pero dado mi puesto no podía arriesgarme y ella lo entendió bastante bien, al menos de eso me convenció.
Al llegar a mi casa mi mayordomo abrió la puerta. De todas mis propiedades esa era mi favorita. Se parecía mucho a una con la que soñaba desde niño, parecía como si de mi imaginación hubiera brindado a la realidad.
Esta casa también estaba protegida por los miembros de mi guardia personal. Muchos creen que el presidente vive en la tradicional casa lujosa, ícono de la nación.
Pero la realidad es que muchos de nosotros nos vamos moviendo a nuestras propias casas de las cuales nadie sabe. Este movimiento no solo es por comodidad si no también por seguridad. En épocas de guerra cualquier enemigo podría atacar el punto donde siempre está el presidente. En cambio, a si podemos al menos prevenir una tragedia.
En mi caso y gracias a la vida solo me movía por comodidad. En la casa presidencial siempre hay periodistas y gente que desea estar cerca muchas veces para algo no tan social.
Esta casa era la menos conocida por todos mis allegados. Mis novias, familia, amigos, etc, conocen la demás, aquellas que uso en plan social. Esta quería dejarla con un toque más personal e íntimo. Por ello no me permitían ir mucho ahí, si a caso una vez por mes.
Esa noche fue la elegida y en verdad la disfruté.
Me senté en mi sala, ahí donde el calor de la chimenea me llegaba muy agusto. Quería beber un poco de vino pero no quería levantarme y mis sirvientes ya no estaban, los había mandado a descansar.
Me conformé con la vista y con la comodidad, estaba tan tranquilo que mi cuerpo estaba por dormir ahi, vencido por el cansancio, algo que hacía tiempo no me sucedía.
Mis ojos estaban por cerrarse pero un intenso ruido no me lo permitió. Justo enfrente de mi había una mesa con un teléfono. Tengo uno de esos en cada casa y está ahí con ese intenso ruido por ser para emergencias.
Al recordar esto me levanté para responder pues había pensado en no hacerlo.
Corrí hasta ahí y contesté sin dudar.
—¡Diga!—En mi tono no se pudo ocultar la molestia por quitarme el privilegio de dormir.
—¡Señor presidente lo hemos encontrado!—Se escuchó una voz agitada del otro lado de la línea.—¡Nuestros hombres van en camino para interceptarlo!
En mi mente aún no estaba muy claro el asunto, había una parte de mi que si se había dormido. Tardé en responder intentando recuperarme de esto.
—Señor, ¿Se encuentra bien?—Me dijo el informante después de mi silencio.
—Si, todo en orden.—Tras eso ya me había despejado por completo y entendí que se refería al padre de Miriam, el traidor había aparecido al fin.—Perfecto, ¿Dónde está?
—Lo vieron en el estado de Veracruz, cerca de una panadería.—Me contó muy emocionado.—Una de las cámaras callejeras captó su rostro y estamos siguiendo su ruta.
—¿Están completamente seguros que era él?—La precaución siempre debe ser primordial.—No podemos tener más errores.
—Por supuesto señor, la imágen lo captó muy claramente y el reconocimiento facial hizo lo suyo.—Nuevamente salió la emoción de él.—No hay ninguna duda, es nuestro objetivo.
—Muy bien, vamos a reunirnos en la casa presidencial. Pide a todos que vayan para allá y desplieguen a todos los elementos cercanos al objetivo. No se puede escapar.
Colgué el teléfono muy emocionado. Al fin un gran problema podía ser solucionado y eso me dejaba más tranquilo.
¿En verdad todo estaba a punto de terminar?, ¿ya no sería necesario ver más a Miriam? Bueno dentro de poco tiempo eso se respondería.
Me moví con todos mis elementos de seguridad. Muchos ya estaban activos, siempre listos, así que no tardamos tanto en salir hacia la casa presidencial.
Mientras estábamos en trayecto, comencé a hacer unas llamadas a los miembros de mi equipo. Necesitaba estar informado en todo momento por los resultados.
Quería ir incluso yo mismo a hacerlo, pensaba en subir al avión para llegar a tiempo pero el secretario me detuvo diciendo que eso llamaría mucho la atención a los demás e incluso podía alertar al traidor en caso de que aún no supiera nada.
Entendí que tenía mucha razón en eso y no me quedó de otra más que confiar en mis elementos.
El trayecto se me hizo muy largo. No había nada de tráfico pero elegí pasar mi noche en la casa que estaba más lejana a la presidencial.
La angustia me consumía demasiado. No podía descansar la mente al seguir escuchando la conversación de seguridad. No daban datos precisos del movimiento, únicamente hablaban de las rutas posibles que pudo haber seguido y de las cámaras que debían revisar.
Era un gran equipo trabajando pero muy pocos. No podíamos arriesgarnos a llamar a todo el equipo y que se preguntaran por qué seguíamos a uno de los nuestros. Eso dejaría de importar en cuanto lo tuvieras en nuestro poder y a los documentos. Ya con la solución podíamos hablar con los demás acerca de lo que ese hombre había hecho.
Había muchas cosas en juego pero nadie lo vivía como yo, era mi nombre el que estaba colgando de un hilo.
De pronto algo me tranquilizó.
—Lo vemos de nuevo, acaba de pasar por una gasolinera.—La voz era de los elementos de seguridad que le seguían.—Se está moviendo.