La Novia Del Presidente

Capitulo 23

El tiempo es oro, lo escuché un día y ahora comenzaba a tener efecto en mi.

Para empezar pude entender como yo había desperdiciado mi vida sin nada de provecho académicamente hablando. Solo estudié una profesión que no se si me estaba dando los resultados esperados, únicamente sabía que no eran tolerantes conmigo.

En el amor tampoco me había ido muy bien. Estuve con hombres guapos pero no aportaron nada a mi vida. Todos se habían ido en circunstancias fáciles, digamos que solo estaban de paso.

Me puse a reflexionar en todo eso mientras iba en el avión. A raíz de que ví a Esteban tan poderoso y que él si aprovechó su tiempo para lograr sus metas y sueños.

Tal vez estaba consumido en un trabajo quizá más demandante que el mío. Pero esos enormes privilegios al ser el dirigente del país, daban mucho por lo cual resistir.

Me solucionó mis problemas económicos en un momento muy rápido. En un abrir y cerrar de ojos ya estaban cubiertos. Al menos los que tenían que ver con el dinero, pues los morales y los psicológicos estaban empezando.

Mi padre habia sido asesinado y yo tenía que descubrir el por qué. Me había dado una información que según él era muy importante. Lo hizo en forma de clave, una muy difícil pero que entendí bien pues desde niña le gustaba hablarme así, un tipo de sistema que diseñó para comunicarse conmigo.

Mis dudas eran si esa información me haría un mal o un bien.

Yo nunca me caractericé por ser una persona muy aventurera o arriesgada. Por el bien mio y de mi madre no me pondría de justiciera revisando el mensaje y aclarando qué le pasó a mi padre realmente. Mi idea de justicia no era esa y ya había decidido quedarme así.

Me inquietaba un poco qué habia pasado realmente, pero eso solo se iba a quedar en ideas más no en acciones.

El vuelo fue muy rápido. No me dió tiempo de descansar la mente, realmente los aviones son muy veloces.

Las notificaciones llegaron antes de aterrizar, desde ese momento ya nos estaban pidiendo tener las precauciones necesarias así como indicando lo que seguía a continuación.

Yo solo llevaba mi maleta de mano así que no hubo problema en ese sentido. Fue mucho más ágil mi descenso y salida del lugar.

Al llegar a la puerta final comprobé que si me estaban esperando. Llegaron unos hombres que me reconocieron de inmediato aunque yo a ellos no.

Me llamaron por mi nombre diciendo que habían ido por mí. Con tantos misterios supuse que eran hombres de Esteban así que me fuí muy confiada con ellos.

Estos hombres se veían más casuales, personas no tan serias y mucho menos de política. Eran tres de ellos y me llevaron hasta una camioneta blanca muy lujosa que estaba afuera del aeropuerto.

Subí con ellos muy calmada. No dijeron ni una sola palabra, se subieron dos conmigo y uno más con el chófer.

La camioneta avanzó muy rápido y así se mantuvo. Se pasó el primer semáforo sin ningún remordimiento.

Hicieron como cuando ganas un premio en los juegos infantiles y no quieres que te lo quiten, yendo muy rápido a esconderte.

—Buen día a todos.—Dije para romper el hielo.—¿Vamos a la funeraria?

La respuesta que me dieron fue tajante. "¡No!"

Eso me sorprendió mucho pues a pesar de ser hombres serios, no estaban siguiendo el protocolo de siempre. Eso llamó mi atención.

—¿A dónde vamos entonces?—Pregunté nuevamente.—¿Ha cambiado el plan?

—Ha cambiado totalmente para usted.—Me dijo con voz muy seria pero sin voltear a verme.

—Creo que mejor me bajo. Iré por mi cuenta.

Intenté sacar mi celular para llamarle a Esteban directamente y preguntarle qué pasaba. Antes de hacerlo pretendía bajar y avisarle que sus hombres estaban muy raros. Pero nada de eso me fue posible, el hombre que estaba a mi lado se dió cuenta y me quitó el celular. Se lo pasó a la persona que venía de copiloto quien entendí que venía a cargo. Era un hombre de cabello rizado, tez morena y venía con lentes obscuros.

—No vas a ningún lado.—Dijo después de recibir el celular.—Te quedarás aquí muy quieta hasta que te digamos.

Con esas acciones y palabras entendí que algo estaba pasando. Una cosa muy rara y para la que no estaba preparada.

—¿Quiénes son ustedes?—Volví a preguntar ya muy nerviosa.—¿Qué está pasando aquí?

—No necesitas saber nada de esto.—Su voz empezó a parecerme déspota y de mal gusto. —Mientras te quedes callada y cooperativa, te irá muy bien. Así que ¡Cállate!

Tuve que hacerle caso y comencé a rezar todas las oraciones que me sabía. Estaba claro que era un tipo de secuestro y que las mejores intenciones no tenían.

Necesitaba saber a dónde me llevaba todo eso.

Estuvimos en un trayecto por 15 minutos. Tiempo en el que llegamos a una gran casa a las afueras de la ciudad. Ahí había muchas personas con armas portandolas descaradamente.

Me dió miedo desde que llegué.

Me bajaron a jalones diciendo que el jefe me quería ver inmediatamente. No ofrecí resistencia pues sabía que si lo hacía me iría peor.

Parecía una mansión muy elegante, si no fuera por todos los hombres tan desagradables que estaban ahí.

—Buenas tardes señorita.—Me dijo un hombre en la entrada.—Gracias por acompañarnos.

Estaba vestido con una camisa color rosa y un traje negro. Creo que él se sentía muy galán y hasta unos lentes obscuros traía. Su cabello estaba largo, le llegaba hasta los hombros y tenía una voz muy grave con la que me seguía hablando.

—Pase por favor, usted es bienvenida a mi casa.



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En el texto hay: acción drama romance

Editado: 22.03.2025

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