—Tienes hambre, ¿cierto?—Dijo el hombre rubio del cual aún no sabía su nombre.—Podemos ofrecerte una rica comida, es nuestra especialidad.
Seguramente mi mirada o mis acciones me delataron y el aprovechó para mostrar humanidad conmigo.
Pude negarme pero sabía que tarde o temprano no aguantaría más y cedería.
—Quiero comer pero eso no asegura que yo me quedaré con ustedes.
El hombre solo sonrió y afirmó con la cabeza. Para él era un punto y para mí solo tiempo ganado.
Comenzamos a caminar y pronto llegamos a una choza donde había varias mujeres cocinando. Me enamoré de la comida tan solo al entrar. El olor era lo primero que se mostró y me dejó maravillada con su hermosura.
Me dió más hambre pero ví tantos platillos en la mesa que casí quedo satisfecha con eso.
Al menos en eso no mintió. La comida se veía tan deliciosa que aún sin hambre, no me hubiera resistido en probarla.
—Puedes comer lo que gustes.—Me dijo invitandome a pasar con ambas manos.—Ya probaste la parte negativa de nuestro sistema, ahora permitenos darte una buena hospitalidad.
Yo acepté, no estaba como para negarme a un buen trato después de todo lo que viví.
Con muchas ganas me senté y una de las señora me llevó un plato del cual me presumió diciendo que era su especialidad.
Un platillo típico de aquel estado, con gusto lo probé y puedo afirmar que tenía un sabor exquisito que me dejó ganas de probar las y más.
No lo hice porque después de ese ya me tenían listos otros dos igual de agradables y sabrosos.
La comida fue un verdadero placer, ayudó a calmar un poco mi estado de ánimo y el estrés que tenía. Solo un poco, aún no había desaparecido por completo.
—Tu padre fue un gran héroe para nosotros.—Volvió a sacar el tema pensado que está vez tendría un mejor resultado.—Se arriesgó por esos documentos sabiendo lo que pasaría. Era un enemigo jurado del gobierno.
—¿Qué son esos documentos?—Pregunté pues necesitaba estar más informada.—¿Por qué todo mundo los busca?
—El gobierno hace cosas con las que perjudica a todo el mundo con tal de saciar su sed de poder.—Me lo contaba con un tono de voz con el que parecía que los odiaba realmente.—Esas operaciones encubiertas necesitan ser registradas entre ellos para control y comunicación. No lo hacen de manera digital para evitar que algún hacker les robe esa información. Además es un método tan antiguo que funciona.—Hizo una pausa para mirar mi rostro y corroborar que efectivamente estaba poniendo atención. Cuando vió que así era, continuó.—Tú padre siempre fue una persona honorable e integra el cual trabajó mucho tiempo para ellos. Resistió muchas cosas sin decir nada, era un informante para nosotros y ayudó lo más que pudo. Todo cambió cuando vió esos documentos, ahí ya no resistió su desprecio por el gobierno y decidió robarlos para exhibirlos. Desafortunadamente no tuvo como hacerlo y solo se quemó su verdadera personalidad, pues el gobierno fue detrás suyo… el resto ya lo sabes.
Una triste historia sin duda. Estaba atrapada en esa realidad y lo mejor para mí era aceptarla.
Básicamente esos hombres deseaban que yo tradujera las coordenadas que mi padre dejó. Lo mismo que deseaba Esteban y por lo cual me buscó. Debo agradecer su sutileza para no secuestrarme y pensar que me podía enamorar... el idiota lo estaba logrando.
De no haberme enterado de todo, estaría babeando por el presidente y probablemente hubiera hecho lo que planeaba. El destino tuvo la decencia de ponerme al tanto de la situación y yo poder elegir bien lo que haría.
—¿Qué me darás a cambio de las coordenadas?—Pregunté en tono de negociación.
—Veo que estás pensando en grande.—Me dijo con risas.—Pensé que primero preguntarias cosas como, ¿Cuándo conocí a tu padre? o ¿Cuál era mi relación con él?
—Supongo que lo conocías. No me interesa esa historia, me gustaría saber ¿Qué gano yo?—En verdad mi actitud había cambiado por completo a una más autoritaria. El juego de Esteban me había pegado demasiado.—Aunque tienes razón. Si vamos a tener un intercambio, debo saber por lo menos tu nombre.
—Me llamo Sergio Álvarez.—Dijo muy orgulloso de su nombre.—Y aunque no preguntaste, te diré que soy un íntimo amigo de tu padre. Nos conocimos en la escuela y desde ahí nos acercamos mucho, al grado de unirnos al grupo de rebeldes el mismo día.
La conversación tendría que fluir más de lo que me hubiera gustado, así que continúe con una actitud diferente a la inicial.
Sergio se auto nombraba amigo de mi padre, era una lástima que él ya no estuviera para corroborar aquello.
Recordé que tenía que asistir a la funeraria para solucionar los trámites que Esteban se ofreció a pagar.
Traté de buscar una excusa, un cabo suelto, algo que me dijera que él no actuó con mala fé, pero nada pude encontrar. Todo apuntaba a que ese hombre me engañó y que todo lo que me decían era real.
Había decidido que mi siguiente movimiento sería traducir esa coordenadas para información y beneficio mío.
Sergio me prometió vengar a mi padre, protección e incluso hacerse cargo de mí madre. Sonaba muy interesado, su odio por el gobernador era profundo.
—¿Cómo podrás darme venganza?—Pregunté durante la intensa conversación.
—Cuando me deshaga del gobierno, al caer Esteban, al verlo sufrir, ahí tendrás tu venganza.
Sonaba muy profético pero no coherente, era más un discurso de campaña electoral, aquellos que buscan ganarse el favor del pueblo para luego dejarlos en el abandono.
Uno de esos sistemas que han funciona muy bien en el país.
—Esa no es una venganza para mí.—Le respondí muy indignada.—Todo lo que dices es lo que siempre has querido lograr pero es más un logro para ti que para nosotros.
—Entonces ¿Qué quieres ganar?—Me preguntó ya un poco fastidiado por mi negatividad.
—Quiero que te deshagas del presidente… eso me llenaría.
La sorpresa se vió en sus ojos. Ni yo misma alcanzaba a entender lo que había dicho. Estaba tan frustrada que los pensamientos más negativos y malditos de mi alma se estaban asomando como rayos del sol al amanecer, como un veneno que apenas comienza con los síntomas.