La Novia Del Presidente

Capitulo 38

El grupo de rebeldes me permitió quedarme en su campamento, me dieron ropa nueva y las atenciones necesarias. Era como una heroína aunque no por mis acciones o personalidad, todos ellos veían la figura de mi padre a quien la mayoría conoció, y también a la máxima arma contra el gobierno.

Eso me asustó un poco, el hecho de ser un arma significaba que todos me querían usar así que tenía que ser inteligente y yo ser la que utilizara al mundo.

Planee mi estrategia, pero era difícil llevarla a cabo. En todas las opciones que pensé necesitaba algo muy importante... aliados. Y para ese momento era muy difícil de conseguir, empezando por el hecho de no confiar en nadie.

Aunque quisiera hacerlo, ¿En quién podría confiar? Pagaría todo mi dinero a alguien que me dijera en quién hacerlo. Yo solo conocía a mi madre que estaba en casa enferma, una amiga de la cual tenía tiempo sin saber de ella y una banda de locos deseosos de poder.

Actualmente ví a dos ex compañeros de la prepa, uno no se tentó el corazón para secuestrarme e intentar usar la violencia conmigo. El otro simplemente era el culpable de la muerte de mi padre, ¿Qué me podría hacer a mi?

También estaba Sergio, este último era un loco idealista que solo se movía por el poder. No confiaba en que pudiera hacerme algo. Quizá un método de tortura con el cual hacerme hablar.

Por el momento tenía algo de interés para ofrecer pero si me pasaba podría hacerlos enfurecer.

Mi plan fue pedir una habitación y todos los servicios para en ella ponerme a trabajar en descifrar el código de mi padre, con eso los tuve contentos.

Afirmarlo y hacerlo eran cosas muy distintas. Entré a la habitación con la única intención de arrojarme a la cama para dormir.

No era muy grande y tampoco cómoda, pero me sirvió para relajarme y sentir comodidad por un rato.

Al acostarme, mi mente no me dejaba descansar, pensaba a cada instante en lo que estaba viviendo. Era una de esas ocasiones en las que uno desea descansar pero los problemas te lo impiden hasta ese nivel.

Giré tres veces antes de lograr conciliar el sueño. Dormí profundamente aunque solo fue por un rato breve. Todo porque después de una hora con treinta minutos, alguien me interrumpió al tocar la puerta.

Dudé en levantarme pero estaban muy insistentes en verme que me molestaron de manera verbal.

—Señorita Miriam, ¿Está todo bien?—Era la voz de un joven que se esforzaba por hablar conmigo.—Le traigo un refrigerio.

Gracias a esa insistencia tuve que abrir. No quería que pensaran que yo me había ido o que simplemente desaparecí. Eso les llevaría a tumbar la puerta y ver que yo estaba dormida en lugar de trabajar en el código.

Me acerqué y abrí la puerta para encontrarme de frente con él.

—¿Qué pasa? —Pregunté molesta.—Pedí privacidad para realizar la tarea.

—Perdón señorita, solo quise traerle un poco de comida.—Me lo dijo tan amable y con una gran sonrisa que fue difícil enojarme con él.—Creo que lo puede necesitar.

Le tomé la comida y le dí las gracias por su atención. Ambos nos sonreímos y cerré la puerta para seguir con mis actividades.

***

"Te dejo un mundo lleno de horror. Te dejo a la sombra de este herdor. Te dejo todo lo malo que pueda existir, porque lo bueno te corresponde a ti. Lamento las heridas, lamento los regaños, lamento no haber estado a tu lado, pero lo que más lamento es no tomarte de las manos. No digo que el mundo sea vacío, toma de él todo lo mío, si no te alcanza toma mi vida y te llenarás al reír todos los días"

Esas fueron las palabras que mi padre dejó en forma de código. Para muchos serían unas palabras muy sensibles pero se que no las escribió de corazón. Solo lo hizo porque así funciona el sistema. Lo recordé al instante, lo pude descifrar casi al leerlo. Si algo se me había quedado de recuerdo era la forma en que de comunicaba conmigo.

Las palabras repetidas siempre mostraban una dirección basándose en el norte. Los cuatro versos me decían cuánto había que moverse una vez estando en ese punto cardinal. El resto era más sencillo, la segunda estrofa me hablaba del estado, la tercera del tiempo y la cuarta de la distancia. Mi padre había escondido los papeles en una ciudad cercana, en pleno bosque, muy cerca de una cueva. Solo tenía que buscar en el mapa ese lugar y listo.

No solo me dió la dirección, en el código estaba incluida una advertencia hacia todos los que deseaban tomar aquello. Según entendí, el deseo de mi padre era desaparecer con esos papeles. No quería hacer un mal uso de ellos pues sabía la catástrofe que provocaría en el país. Me los dejó como una forma de garantizar la vida de mi madre y la mía, sabía que llegaría el momento de negociar con sus enemigos y esos documentos era una carta en blanco para comprarnos vida. También podía usarse para adquirir una gran fortuna vendiendola a la persona correcta. Toda una verdadera herencia que no deseaba utilizar.

La presión que ejercía el grupo rebelde era mucha. Les tuve que decir que aún no lograba descifrarlo del todo. Argumenté que era un proceso difícil y aunque al inicio me creyeron, después se desesperaron.

Tenía que hacerlo lo más difícil que pudiera en lo que lograba idear un buen plan.



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En el texto hay: acción drama romance

Editado: 22.03.2025

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