La Novia Del Presidente

Capitulo 42

Mi gran aventura está fundamentada en una verdad: salvar a Miriam era salvar mi gobierno.

A pesar de las negativas del gobierno, logré quedarme en el estado con mucha vigilancia. Tuve que improvisar un plan muy rápido para lograr convencerlos de que era lo correcto. Les había guardado mucha información de la que yo conocía pero confiaban en mí y comprendieron lo desesperada de la situación.

El maletín rojo se había denominado así por su alta importancia y por detener a gobiernos enteros en cuanto a su proceder.

La idea de tenerlo había resultado de un experimento en Europa. Ahí a nadie le había ido mal. Hubo una temporada en la que se intentaron reclutar todo este tipo de maletines para dar caza a los gobiernos, afortunadamente se detuvo rápido y solo se quedó en un ligero rumor o como teoría de conspiración.

Mi estrategia estaba fundamentada en que aún podía rescatarlo de mano de los rebeldes, si es que por alguna razón ya lo tenían ellos. De ser así, teníamos que ser muy rápidos para intentar recuperarlo. Aún tenía mis dudas si ellos ya lo controlaban o si estaban intentando hacer hablar a Miriam, lo cual también era riesgoso pues sabía que con sus métodos de tortura podría lograrlo.

La situación en el país y aún más en la ciudad era demasiado complicada. Una batalla abierta entre militares y rebeldes comprometía a cada uno de los puntos por los que intentaba desplazarme.

El secretario fue muy claro en externar su desacuerdo al plan. Yo no trataba de esconderme ni de escapar de nadie, quería ir a casa del enemigo a recuperar a esa mujer. Para él era un caso perdido y necesitábamos un plan de apoyo. En su opinión era más fácil culpar a los rebeldes de esa mala información que rescatar el maletín rojo de sus manos. Pero aún con esta opinión se mantuvo firme y leal a mi decidiendo acompañarme.

Para mí era muy beneficiosa su compañía. Era un hombre muy inteligente que me aportaba ideas creativas en cada situación.

Con él y su aplicación en la tecnología, podría rastrear a Miriam y saber exactamente en dónde la tenían secuestrada.

Durante el recorrido en helicóptero pude ver una escena de terror con la que ningún gobernante sueña en tener.

Los habitantes estaban en pánico buscando las salidas más próximas de la ciudad, así como un refugio. Se había decretado que los ciudadanos se fueran de ahí, el ejército no les atacaría obviamente pero no podíamos pensar lo mismo de los rebeldes. Ellos disparaban sin importar que hubiera civiles y el ejército tenía que contrarrestar el fuego o se verían en desventaja.

Muchos de los edificios que habían sido patrimonio de la ciudad estaban dañados. En el mejor de los casos solo la decoración se veía mal, pero la estructura resistió. Algunos más estaban en llamas y un otros totalmente destruidos.

La ciudad ya estaba partida en dos. Cada bando estaba repartido en su respectiva mitad.

No estábamos libres del peligro, los hombres que me acompañaban tenían el temor de ser embestidos por los enemigos.

Tuvimos suerte de que eso no fuera así. En un momento, justo cuando nos acercabamos al sector rebelde, nos atacaron con armas largas. Afortunadamente no eran tan letales como para tumbar un helicóptero, pero nos obligaron a regresar.

El piloto dijo que tenía que dejarnos en un punto cercano y solo así podríamos avanzar por tierra.

Desafortunadamente no tenía el control de todo el ejército para esa misión, solo un pequeño grupo de mi guardia presidencial me acompañó. Valientes y honorables sujetos que ponían sus vidas en peligro.

El peor de todos nuestros enemigos no eran esos rebeldes, por muy increíble que parezca, el gran rival a vencer era la prensa y la información que estaba repartiendo por todo el país.

Estaban logrando que la mayoría de los ciudadanos se pusieran en nuestra contra y me exigieron detener la guerra. Lo exigían tan fácil como si de mí dependiera que esos locos depusieron las armas, solo porque yo se los pidiera. Una negociación tampoco sería útil pues ellos estaban empeñados en tomar el poder. Quizá yo soy demasiado avaricioso pero no iba a ceder la presidencia así como así, aunque como todo un hombre inteligente tenía que contemplar ese movimiento, pero lo dejaría al final si es que no hubiese otra opción.

Tenía que estar al tanto de todos los movimientos en el país. Afortunadamente las comunicaciones no se habían cortado, tanto televisión, internet, como periódicos continuaban informando.

Nosotros también teníamos nuestra línea abierta la cual estamos usando todos los miembros del gobierno. Se saturó como cuando abres un grupo de WhatsApp nuevo y todas las personas quieren participar. Llegaban muchísimos mensajes reportando malas noticias y todos queriendo dar su opinión respecto a los movimientos que debíamos de hacer. Nuestras comunicaciones estaban mucho más protegidas que las de la sociedad, pero era evidente que nuestro enemigo lo sabía y no tardaría en atacarlas.

Como dijo un genio de guerra, "divide y vencerás". Seguramente eso planeaban, querían dividirnos cortando las comunicaciones.

Descendimos en una zona muy cercana a un cuartel general. Al parecer, ese lugar aún no era invadido por los rebeldes, quizá ni siquiera lo conocían así que desde ahí podíamos operar sin problemas.

Llegó el turno del secretario y su brillante don para la tecnología. En su computadora tenía un radar que mostraba los puntos estratégicos qué nos llevarían al territorio enemigo.

Los rebeldes parecían estar mal organizados pues estaban vueltos locos intentando derribar a los militares.

Seguían actuando como una guerrilla y no como un ejército organizado. Eso nos dió una ventaja, pues sí algo sabía hacer la guardia presidencial era trabajar en equipo y operar en conjunto.

Nuestra misión básicamente consistía en infiltrarnos en el campamento enemigo, para después ubicar a Miriam. Evitaríamos cualquier conflicto abierto pues lo único que necesitábamos era rescatarla y llevarnosla con nosotros.



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En el texto hay: acción drama romance

Editado: 22.03.2025

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