Capitulo 45

Pasó más de un día desde que llegamos al búnker, el estrés en mi vida se mantuvo, no había podido dormir y los avances eran mínimos.

Omar solo había podido hacer contacto con el objetivo pocas veces. Según él, era muy difícil sacarla de ahí. La habían metido en una habitación donde se la pasaba escribiendo algo, estaba siempre vigilada por un par de guardias en el centro de aquel campamento lleno de rebeldes.

Seguramente estaba descifrando el código que su padre había dejado. Me sentía un poco traicionado pues ese código lo debía descifrar para mí y no para ellos.

Omar tenía la noble tarea de volverse un amigo para ella, para lograrlo, se portó muy amable y comprensivo. Aparentemente Míriam no deseaba estar ahí, pero eso no garantizaba que ella quisiera regresar conmigo. A esas alturas ella ya debía saber que yo y todo el gobierno estuvimos involucrados en la muerte de su padre.

Los rebeldes no la torturaban ni amenazaban. Estaban utilizando otro tipo de armas para ponerla de su lado.

El joven espía era el indicado para convencerla de salir de ahí pero si en poco tiempo no lograba ayudarle y no la traía conmigo, me vería obligado a utilizar la fuerza para sacarla de ese lugar.

Mientras tanto en el país, el conflicto aumentaba. Ya no solo era una ciudad sino varias las que estaban entre el fuego cruzado. El ejército había tomado ventaja en la capital y lugares cercanos. Sin embargo había sitios en los que los rebeldes estaban ganando ventaja haciendo retroceder a nuestros hombres y autoproclamarse líderes de aquel territorio.

Su armamento era muy avanzado y nos estaba dando gran batalla haciéndonos quedar mal a nivel mundial. Muchos gobiernos de otros países veían con malos ojos esta situación e incluso propusieron mandarme ayuda. Querían ser los héroes para todo un país, pero claro el costo sería muy grande a largo plazo.

Los rechacé a todos pero obviamente no se iban a detener. Ese no había sido el único cambio político a nivel mundial, muchos de los otros países en etapa de desarrollo se habían sentido inspirados y estaban planeando hacer levantamientos en contra de sus gobiernos. Aquellos líderes me culpaban a mí y a mí ineficiencia según ellos, para combatir a los rebeldes. Esto hizo pensar que sería una cadena de revoluciones como las que se vivieron hace dos siglos cuando la mayoría de los países se independizaron de los españoles.

La economía se vino abajo por obvias razones, muchos de los inversionistas extranjeros y nacionales creyeron que no era buena idea seguir manteniendo su dinero en el país. No pensaron que lo resolvería rápidamente y prefirieron retirar su capital, eso acabó con muchos empleos de personas que obviamente no estaban trabajando porque estaban más preocupadas por cuidar a sus familias y protegerse ellos mismos.

El gobierno siempre tiene planes por si algunos imprevistos suceden y esta no era la excepción. El líder del partido, así como todos los miembros de mi gobierno ya habían detonado lo que se llama el "plan x3"

Dicho plan es utilizado cuando hay una revuelta armada en el país, permite el uso total del ejército y el despliegue de cualquier tecnología para evitarlo. También propone ciertos lugares en donde los civiles pueden ir y se les darán recursos para que puedan sobrevivir mientras la desgracia termina.

Así que el tema social era el menor de mis problemas en ese momento.

El líder del partido me había propuesto enviar militares para entrar en ese campamento y extraer al objetivo llamado Miriam. Fue una oferta muy tentadora pero no quería arriesgarme a ponerla en peligro, aún no estaba seguro de las intenciones de ellos ni cómo reaccionaría en esa amenaza.

Así que le pedí un par de días más en los que intentaría sacarla con el plan original.

Mientras todo se acomodaba comencé a sentir un remordimiento hacia mi novia. Quizá era tarde pero reflexionen que no debí haberle hablado así y tomé el teléfono para llamarle.

Le llamé un par de veces pero no me respondió, sabía que no estaba ocupada, era por simple orgullo que no me contestaba. Pero la conocía bastante bien y sabía que al tercer intento no se resistiría a contestar.

—¿Qué pasó?—Me respondió con voz sería. Ese tono con el que intentaba decir que seguía enojada pero dispuesta a disculpar.

—Queria saber ¿Cómo estás?—Le dije con voz sexy para entrar en confianza.—Me quedé preocupado por tí.

—Si estuvieras aquí conmigo.—Comenzó con su dulce forma de darme reclamos.—No tendrías necesidad de estar preocupado.

—Mi amor. Soy el presidente de un país.—Le dije ahora con un tono superior.—¿Por qué crees que no debo estar atendiendo esta situación?

—Porque tienes personas que lo pueden hacer por ti.—Ella también elevó el tono.—Es tu tonto orgullo el que te hace estar ahí, yo no vería mal el hecho de que renunciaras. Tu vida es primordial.

Suspiré un poco al escucharla. En todo tenía razón pero no conocía el plan ni la situación completa así que no podía dar una opinión del todo correcta.

—Hay muchas cosas que no sabes.—Le dije después de calmarme.—No te pido que me comprendas pero si que me apoyes. Necesito resolver esto y después me retiro si quieres. No seré un perdedor que huye.

Ahora ella se quedó en silencio un momento, eso me preocupó pues estaba analizando una respuesta de esas que me ponen en mi lugar.

—Lo sé todo...

Me dió un gran escalofrío cuando lo dijo. De inmediato se me vino a la cabeza mi romance con Miriam y el problema que sería el que mi novia se enterara.

—Se que se han robado el maletín rojo y que los rebeldes amenzan con darlo a conocer.—Ahora usaba un tono más comprensivo.—Lo que no entiendo es ¿Por qué tú estás en una misión para recuperarlo?

—Veo que has usado tus contactos.—Le dije relajado al deducir que no sabía lo de Miriam.

—Si, pero estoy algo triste porque esa información me la debiste dar tú.—Su tono de voz era ideal para ganar una discusión.—No confías en mí.