Aquella casa no tenía grandes lujos, lucía con gran espacio pues casi no tenía muebles ni vigilancia. Era uno de aquellos lugares a los que podía recurrir para pasar desapercibido.
Me imaginé que en aquella situación, en la que su vida corría peligro, no había mejor lugar para esconderse.
Al estar ahí pude sentirme tranquila, pues sabía que los rebeldes no atacarian.
Independientemente de las intenciones, en un ataque armado podría quedar bajo el fuego cruzado sin que ellos supieran que estaba ahí.
Aún desconocía los verdaderos alcances de los rebeldes. Había comprobado que el gobierno tenía un gran poder y que no se iba a tronar los dedos para dañar a sus enemigos. Lo tuve que corroborar con aquella mala experiencia.
El presidente pidió que nos dejaran solos, nos acercamos a una sala que estaba justo a la derecha de aquella casa. Con sala me refiero a un par de sillones viejos de color café que estaban muy cerca el uno del otro. En la habitación no había mucha luz, carecía de ventanas y la electricidad no estaba encendida, así que tuve que conformarme con la poca iluminación.
Esteban fue el primero en sentarse, lo hizo suspirando, cerrando los ojos y relajándose con respiraciones para lo que venía a continuación. Después abrió los ojos y con ambas manos me pidió que me sentara. Antes de hacerlo ya me sentía como niña regañada.
—¿Qué te dijeron esos hombres cuando te raptaron?—Comenzó a hablar después de tanto suspenso.
—La verdad, tus auténticas intenciones.—Respondí de inmediato.
Él hizo muecas de molestia. Me sentí como si estuviera tentando a una bestia a atacarme. En cualquier momento se terminaria su paciencia y me podría ir mal.
Tenía que ser más inteligente, no podía abandonar mi idea original sin importar quiénes fueron los que me tuvieran raptada.
Esteban se caracterizaba por ser más ligero y complaciente que los demás, así que continúe con esa idea dosificandome un poco hasta encontrar la forma de escapar de ahí.
—Me dijeron que tú habías matado a mi padre porque el descubrió algo que no debía.—Dije con un tono de arrepentimiento. Alguien tenía que ceder y me tocaba a mi hacerlo.—Lo consideraste un traidor y le diste casería hasta matarlo cruelmente.
Esteban me miró fijamente. Valoró el hecho de que yo me estuviese calmando y decidió comenzar de nuevo. Las cosas que le dije parecieron no gustarle, de alguna forma él no quería ser un villano ante mí.
Meditó un poco antes de responderme.
—Yo nunca ordené la muerte de tu padre.—Bajó la mirada para no verme a los ojos.—Fue una situación que se salió de control. Una en la que yo no tuve participación.
No sabía que decirle, él me podría estar inventando mil cosas con tal de zafarse aunque yo no le veía el caso. Si fuera el villano de la historia él optaría por torturarme o algún otro método, incluso aceptaría lo que hizo y se burlaría de mí, pero, ¿Qué tipo de villano haría algo y no se regocijaría de eso?
Era una gran pregunta que en ese momento me sacudió.
—Tu padre y yo no nos conocíamos, al menos no en persona. Yo sabía de su existencia y por obvias razones él de la mía.—Continúo su relato con un poco más de ánimo.—Era una persona con un trabajo simple, al menos de los más simples en el círculo en que me envuelvo.—Suspiró para entrar a la siguiente parte del relato.—Un día me dijeron que él había robado algo preciado y de mucha importancia para el gobierno. No supe sus motivos ni nada más, solo que con eso que robó podía desequilibrar al país entero. Las exigencias hacia mí fueron muchas, mi gobierno estaba en peligro si es que aquello se sabía. Por eso tuve que reaccionar de una forma muy rápida la cual fue buscarlo por cielo, mar y tierra. No fue fácil encontrarlo, él conocia todos nuestros movimientos y se escondió muy bien. La presión aumentó cada vez más y más hacia mí, así que tomé la decisión de ver qué otras opciones teníamos para llegar a él. Buscando encontramos la más fácil... su familia. Fue cuando ví una foto tuya y te reconocí de inmediato. Creí que al acercarme a ti sería más fácil encontrar a tu padre.
—Ir y enamorar a una chica tonta suena de película.—Le dije con sarcasmo interrumpiendo su narración.
—Lo dice la persona que nunca me hizo caso en la prepa y que incluso me humilló por no ser digno de ella.—Me respondió de inmediato en forma de reclamo.—La chica que solo se fijó en mi posición social y no en mi corazón o en lo que yo valgo realmente. Por favor Miriam no finjamos más.
Sus palabras me ofendieron un poco. Sabía que había algo de verdad en lo que decía pero no lo iba a aceptar, así que no le vi el caso seguir discutiendo con él.
—¿Ofender es tu forma de explicar lo que pasó realmente?—Volví a mi tono sarcástico.—Mejor dime ¿Qué pretendes realmente?
—Lo que pretendo es aclarar las cosas contigo, explicarte cómo pasó la situación para que no cargues en tu mente resentimientos que no tienen ningún sentido.—Las cosas que decía eran tan nobles que estuve a punto de creerle.—Despúes te pediré que tomes la decisión, pero no olvides que hay una guerra, gente muriendo, una situación que va más allá de ti, de mí y de lo que ha pasado. Tú padre te dejó una responsabilidad, trata de usarla sabiamente.
Era inconcebible la forma en la que intentaba convencerme, utilizando encantos y caballerosidad. Pero lo que era más inconcebible, era que yo estuviera cayendo en sus palabras y encantos.
No dejaba de mirarlo como aquel hombre que me gustaba.
Nuestra conversación no fue larga pero si intensa. Los temas que tocamos no fueron para nada comunes. No la pasamos hablando de conspiraciones, la guerra en el país, traiciones, de mi aventura con Luis y sus negocios turbios, de los rebeldes, aunque en este último no quise entrar en detalles para no revelar información importante de ellos...aún no había elegido un bando y la información era crucial.
Todo eso lo hablamos resumido, en un ambiente de tensión y de gestos marcados. Era muy incómodo para los dos estar ahí pero lo llevamos de la mejor manera que pudimos, ambos poniendo un gran esfuerzo.