La Novia Del Presidente

Capitulo 54

—¿Cómo estás?—Me dijo en cuanto me vió aún con esa mirada y agregándole una sonrisa.—¿Pudiste dormir?

—Si, muchas gracias.—Le respondí yo también con un tono amable.—La cama es muy cómoda.

—Me alegro mucho. Es lo que mejor que te puedo ofrecer ahora.—Avanzó para acercarse a la cama y sentarse.—Pero en cuanto estemos en la ciudad, podrás dormir cuanto quieras en una mejor cama.

—No hace falta eso —Le dije apenada.—Con que pueda ir a casa y ver a mi madre, con eso estaré bien.

—Ella está en perfectas condiciones.—Me dijo ahora un poco más serio.—La guerra no ha llegado a gran escala a la capital, aún así ordené el traslado de tu madre a una zona de bajo riesgo. Me comunicaron las personas que la cuidan, que ha tenido muchos avances, Incluso preguntó por ti.

—Me alegro mucho.—Salieron de mis ojos unas lágrimas de felicidad, al fin me llegaban unas buenas noticias.—Te agradezco tanto eso.

—No tienes nada que agradecer, lo hice con gusto.—Me tomó de la mano. —Ella es una buena mujer.

—Mi padre también lo era.—Dije mientras me soltaba totalmente en llanto.

Esteban creyó que le estaba reprochando de nuevo aquello pero lo dije por el remordimiento que tenía en como lo traté.

—De nuevo te pido disculpas, yo no lo conocía ni tampoco ordené que le atacaran.

—El problema no eres tú.—Le dije sintiéndome enternecida por sus palabras.—Me duele el como lo traté. Toda mi vida viví pensando que él era un mal hombre y que me abandonó. Ahora se que nunca dejó de pensarme y que si estaba lejos fue para protegerme...me duele no haberlo tenido.

Esteban hizo lo único que yo necesitaba y que podía pedir en ese momento, me abrazó y sentí refugio como ningún otro lugar lo había sentido.

Muchas veces hubiera rogado porque mi padre me abrazara de esa forma cuando tenía un problema o simplemente por cariño, pero no estaba y muy pocas veces lo hizo. Cuando él quería yo simplemente me alejé argumentando lo que había hecho pero en aquel momento fue como si él me abrazara utilizando el cuerpo del presidente... un gran gesto que agradece el resto de mi vida.

—¿Está muy mal la situación en el país?—Le pregunté después de relajarme en sus brazos.

—Si, la guerra está destrozadolo.

Noté que en su tono iba disfrazada la tranquilidad pues trato de hacerlo de este modo aunque yo no te que la desesperación no estaban consumiendo no sabía qué tipo de cosas había visto como para ponerse así.

—Pero lo estamos controlando.—Me dijo serio.—Tuve que lanzar un protocolo de guerra muy certero. El resto del gobierno estaba en mi contra pero al final me funcionó y con eso estoy bien.

—¿Conseguiste una ventaja en la batalla?—Pregunté para hacer plática. Ahora era mi turno de escucharlo.

—Lo que me funcionó es que pude rescatarte y volver a ver esos lindos ojos tuyos.—Me respondió sin mirarme, sentí que le apenaba decírmelo a los ojos.—Mi prioridad y todo lo que hice fue para rescatarte.

Sentí muy bonito por lo que me dijo. Ahora sí pude sentir lo que muchas princesas cuando su caballero se arriesgaba por ellas en una batalla o aquellas mujeres por las que valiente marinero cruzaban la línea solo por volver a verlas.

Nos envolvió un momento mágico, de esos que ocurren pocas veces. Estábamos acurrucados, yo en su pecho y el en mi cabeza. Teníamos una conversación ligera sobre lo que habíamos vivido los últimos días, para ninguno de los dos fue grato pero el hecho de estar ahí y escucharnos daba el soporte que necesitábamos.

Su cabeza se sentía caliente igual que su pecho, una temperatura muy agradable con la que me acostumbré. Su olor también era muy característico. Ya lo había notado en ocasiones previas, cuando estuve cerca de él, pero ahora que lo tenía esa distancia y en esa posición, era aún más rico, una fragancia que me envolvía y hacía sentir paz y tranquilidad.

Se apoderó del momento un silencio, pero no de esos incómodos, sino uno en el cual nos estamos uniendo mentalmente al igual que con nuestras almas. De esos que te hacen sentir que estás con la persona ideal y que se convierten en uno solo.

Después se empezaron a apoderar de mí unas ganas insaciables de besarlo. Comencé a girar un poco mi cabeza para encontrar mis labios con los suyos, él también comenzó a sentir eso y siguió el movimiento hacia mí hasta que nos encontramos con nuestras vistas de frente.

No tardamos mucho en caer seducidos por un beso, esta vez no fue uno corto sino que nos besamos apasionadamente. Primero lento, después él tomó mi mejilla con su mano y la velocidad aumentó en ese momento.

Sentí la química a todo lo que daba, él se movía justo como yo, sus labios y los míos hicieron un buen equipo, mi piel comenzó a endurecerse e incluso podía sentir a mi corazón latir más rápido. Con su otra mano sostenía mi cuello firmemente, era como si no me quisiera dejar ir, y yo, claro estaba que tampoco quería irme de su lado.

Pude sentir como su cuerpo trataba de girarme para llevarme a la cama quedando yo de espaldas. No lo hizo tan fuerte, de haberlo hecho, hubiera caído sometida inmediatamente.

En cambio, tenía dudas de hacerlo pues me respetaba aunque luchaba con su deseo.

Yo también dudé, no sabía si era buena idea que la pasión nos envolviera hasta ese punto, pero al final el momento cedió y fui yo quien lo tomó del cuello y puse la fuerza que hacía falta para girar. Ahora él había quedado arriba de mí mientras nos seguíamos besando. Nuestras miradas lanzaban fuego, eso debía haber sido muy notorio, mi cuerpo pedía a gritos que él se subiera completamente a mí. Contuvo su peso para seguirnos besando en una posición cómoda, pero la parte baja de él quedó justo debajo de mi abdomen, ahí donde la presión era muy peligrosa y la sensación de tenerlo provocó la excitación, los besos continuaron, él se giró un poco más haciendo que esa presión se volviera aun mayor mientras que yo lo tomé de los brazos para seguirme apoyando de él mientras lo besaba.



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En el texto hay: acción drama romance

Editado: 22.03.2025

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