Al bajar las escaleras pedí que se me informara si había cambios. Mientras lo hice noté que mi cabeza pasó por un tipo de trance, ese beso comenzaba a afectarme. Se estaba apoderando de mis sentidos e incluso comencé a sentir tanta emoción que era imposible controlarla.
Sonreí, lo hice tratando de ocultarlo. Tenía a mis hombres de frente, hablándome de situaciones fuertes e incluso malas noticias, me hubiera visto mal al sonreír ahí, pero era inevitable. No me podía controlar.
—El líder del partido solicita una reunión inmediata.—Me dijo el secretario mientras ocurría mi delirio soñador.—Hemos agendado una videollamada, estarán todos los miembros importantes.
Sus palabras eran demasiado serías para no tomarlas en serio. A pasear de tener la guerra ganada, el país aún enfrentaba una terrible situación, la peor parte venía en camino.
Le dije que si al secretario, lo hice con señas pues mi boca estaba ocupada con aquella sonrisa estúpida que aún tenía.
Él me guió hasta la sala donde había conectado una computadora. Era muy distinta a los grandes proyectores que se usaban en mis reuniones oficiales en mis oficinas, pero funcionaba bien para la causa.
Me senté en la silla más cómoda que había para mí, era de madera y estaba acoginada, en ese momento comencé a extrañar las cosas lujosas a las que había estado acostumbrado.
—Señor presidente...los avances.
Me molestaba mucho el tono que usaba para dirigirse a mi. Esa prepotencia, como si fuera mi dueño o el del país, era detestable.
Presioné mis labios por coraje, me buen momento se estaba acabando con aquellos comentarios, me quedé en silencio hasta que me interrumpió.
—Esteban, estoy esperando... necesito los avances.
Nuevamente me quedé en silencio. Lo único que pude hacer fue pensar en mil formas en la que el país estaría mejor si ese hombre no estuviera a cargo de todo. Pensamientos que tenía que guardar en lo más profundo de mi ser pues lo tenía en frente, con muchos enemigos y pocas posibilidades de superarlo.
El secretario me movió el hombre intentando que yo respondiera. Pude car en conciencia que esto no solo dependía de mí si no de todos los que me habían seguido fielmente. No podía hacerlos perder así.
—Perdón, estaba buscando las palabras para iniciar.
Con mucho pesar dije lo que habían estado esperando, mis avances como él le decía y el resto de la operación que habíamos estado trabajando.
La escucharon todos los que estaban conectados en aquella videollamada. Sin excepción alguna se pusieron muy contentos por la noticia, al igual que yo, sabían lo que aquello significaba.
Aún así, el líder del partido no mostró mucha conformidad. Desde la sombra en la que se encontraba se veía haciendo algunas muecas y movimientos con sus manos. Era un indicador de que algo faltaba por aclarar.
Al final tocó el tema que yo deseaba mantener el silencio... Míriam.
—Digame Esteban...¿Pudieron capturarla?
En esta ocasión respondí rápidamente, no quería dejarle tiempo para que dudara de mis palabras o se hiciera una idea opuesta a lo que estaba por decir.
—No señor, aparentemente ella murió cuando quemamos el campamento.
Lo dije tan serio y convencido que todos lo cayeron, incluso aquellos que la habían visto conmigo en aquella sala.
No entendían mis motivos para ocultar un hecho tan importante pero Afortunadamente para mí, nadie se atrevió a desmentirme.
—Es una pena.—Dijo él un poco más relajado.—Aún así no podemos darnos el lujo de darla por muerta hasta tener evidencia.
—Por supuesto que si, puede estar desaparecida.—Le dije para continuar en su juego.—Aunque hicimos búsqueda en el territorio, sería muy difícil que ella hubiera huido por su cuenta.
—Suena muy difícil, creo que podemos confiar por esta vez —Al fin había dicho algo favorable.—Regresen cuanto antes.
Al finalizar esas palabras, colgó la videoconferencia. A su paso, comenzaron a hacerlo todos los demás. Eran como perros falderos siguiendo a su dueño.
Al comprobar que las comunicaciones se habían terminado. Tomé la iniciativa de ordenar que todos me siguieran a la siguiente habitación.
Asi lo hicieron, todos mis hombres llegaron conmigo para escuchar mi discurso.
—Como ustedes saben, le mentí al resto del equipo respecto a nuestra invitada.—Traté de ser lo normal que pude pero tenía que asegurarme que me hicieran caso.—Les pido y se que puedo confiar en que no dirán. Si algún quiere cuestionarme o tiene alguna duda de esto, les diré que se meterán en un problema muy fuerte si deciden desobedecer. No puedo dar las razones ahora mismo pero debemos protegerla.
—Todos sabemos que es porque se la quiere comer.—Dijo una voz al fondo, una que alcancé a reconocer de quién salió pero el resto de sus compañeros lo delataron en cuanto lo miraron.
Aquel era un miembro de mi guardia. Pude comprender el cansancio y estrés que tenían. Incluso que yo había sido demasiado obvio en cuanto a mis intenciones con ella, pero no pude entender el cómo se había atrevido a decirlo.
Me acerqué con él para hacer valer mi autoridad. Misma que no podía dejar pasar desapercibida. En otros casos el general o el líder de seguridad nacional, hubieran corregido aquella irreverencia de su parte, pero ninguno de los dos estaba así que tuve que hacerlo yo mismo.
—Repita eso guardia.—Hablé con la voz más gruesa que pude.
—Solo dije que desea protegerla porque...
No lo dejé terminar, le di puñetazo en su rostro que le volteó la cara.
Noté que el hombre se había arrepentído, quizá pensó en voz alta así que decidí parar todo ahí.
Eso no era bueno para mí, el hecho de que se notara tanto mi interés por ella podía ser rumorado más allá hacia personas peligrosas...
Llegó mi turno de actuar nuevamente, esta vez tenía que ser mucho más convincente que antes para así lograr persuadirla de que ella buscara ese maletín para mí.