Conforme el tiempo pasó, el ruido se hizo más intenso, tanto porque se acercó y porque no era uno, si no varios vehículos.
Me quedé ahí, muy cerca para poder monitor sus movimientos y así encontrar el momento ideal para salir de ahí.
Ví llegar a varios cuatrimotos, de esas ideales para el terreno en el que estábamos. Debió costarles mucho menos trabajo llegado ahí que a mí.
Se veían muy modernas, distintas a las. que había visto en campamentos o salidas de paseo. Estas parecían robots andantes, unas que traían localizador y radios, cosas muy modernas a las cuales unos pocos tenían acceso.
Los hombres que se bajaron tenían muchas similitudes con los que trabajaban para Esteban, así que entendí que venían de su parte.
Pude reafirmar esto gracias a que llegaron directos al auto y no a mí. Supe entonces que le habían colocado un rastreador o algo así. Estaba claro que Esteban no me iba a dejar hacerlo sola. Nuevamente había caído en una de sus trampas. Había guiado a aquellos hombres hasta el maletín.
Llegaron un poco tarde, aquel maletín ya estaba en mi poder y por más que buscaran no se los daría. Al menos no en ese momento, pues seguramente no iba a poder salir de ahí usando el auto y caminar hacia una salida sería muy complicado.
Si me quedaba ahí por muchos días seguro acabaría cediendo por el hambre o cansancio, si no sucedía que me atraparan primero.
Tuve que cambiar drásticamente la estrategia debido al movimiento que presentaba el gobierno. No sabía si una vez que tuvieran el maletín ellos optarían por matarme, pero no me iba a arriesgar. Oficialmente yo era enemigo de aquellos hombres.
Con esto en mente, comencé a diseñar un plan para poder escapar de ahí. Este consistía en esperar a que se alejaran de uno de esos vehículos. El resto sería sencillo, solo tenía que escapar de ahí hasta encontrarme con un terreno en el cual pudiera fugarme.
Para este plan aún estaba el problema de que ellos tenían más de esos vehículos, así que primero tenía que deshacerme de ellos.
Necesitaba que se alejaran de ahí para poder dejarlos inutilizados. ¿Qué sabía yo de mecánica? Absolutamente nada, pero era más que evidente que si yo les ponchaba las llantas o les sacaba la gasolina, no me podrían alcanzar.
Me convertí en una mujer aventurera, harta de que mi vida corriera peligro, así que no me quedó más remedio que arriesgarme.
Al poco tiempo noté que todos se habían ido de ahí con la intención de buscarme.
Nada de eso hubiera sido posible sin el descuido que tuvieron al irse de ahí todos. Me dejaron el terreno servido para que yo hiciera lo mío.
Me acerqué y comprobé que las llantas eran muy resistentes, no me sería nada fácil poncharlas como había imaginado.
Tuve que recurrir al plan número dos que era extraer la gasolina.
El miedo y la adrenalina hicieron una gran combinación al acelerar mis sentidos. Principalmente el de la vista ya que con este recorrí rápidamente la estructura del vehículo así como en ocasiones volteaba para cerciorarme de que nadie iba a mi ubicación.
Encontré lo que buscaba y analicé la forma de quitarme el problema. Era cuestión de cortar una manguera para que la gasolina saliera por debajo. Sonaba muy sencillo si no fuera porque no tenía como hacerlo.
Tuve que buscar en las cosas de aquellos hombres. El vehículo contaba con un apartado en el cual venían algunas herramientas. Encontré unas pinzas, las cuales me sirvieron para lograr mi objetivo.
La gasolina caía del primer vehículo y mientras tanto mi moral subía.
Continúe mi trabajo para deshacerme de los demás obstáculos, lo hice rápidamente para poderme ir de ahí lo más rápido posible.
Llegué al último, ese sería el que me sacaría de ese lugar así que no le corté la manguera.
Me enfrenté al problema de que no sabía cómo conducirlo.
Me quedé un momento evaluando las cosas. No quería encenderlo sin antes comprenderlo del todo pues en el momento que lo hiciera, el ruido llamaría la atención de mis persecutores.
Cuando ya estaba decidida a hacerlo, recordé que aún me faltaba el auto en el que había llegado, aquel con el rastreador. Solo que no quería dañar a quien me llevó hasta ahí.
Al final decidí dejarlo ahí, solo tomé mis cosas y corrí hacia el vehículo que me sacaría de ahí. El auto era mucho más lento en ese terreno, aunque lograran salir de ahí, no me alcanzarían.
Era molesto el hecho del rastreador, así me podrían localizar en cualquier lugar, no era nada agradable sentirse vigilada.
El momento llegó, encendí el vehículo y me llamó la atención que nadie llegó por el ruido, aún así hice lo que tenía que hacer y salí de ahí a toda velocidad.
Recordaba un poco la ruta por la que llegué, tenía un instinto muy bueno, para presumir en esos momentos.
Tomé la ruta menos boscosa, eso me ayudó a orientarme de una mejor manera.
Giré mi cabeza hacia atrás para ver si alguien me seguía, no fué así. Aunque estaba segura de haber hecho mi trabajo bien, la incertidumbre se apoderaba de mi en ocasiones.
En todo el trayecto nunca hubo un síntoma de que alguien me siguiera, eso fue bueno sin duda, estaba funcionando mi plan.
Llegué al final del camino, ahí donde la maleza terminaba para unirse al piso firme de la carretera.
Ahí tenía que tomar de nueva cuenta una decisión. Seguir en ese vehículo o pedir a alguien que me diera un aventón.
La segunda era mi mejor opción, pues nada me garantizaba que aquel vehículo no tuviera un rastreador también.
El problema era que con la guerra reciente, sería muy poco probable que alguien pasara por ahí y el tiempo me comía.
Dejé el vehículo entre la hierba y me puse en la línea divisoria con la intención de que alguien me recogiera.
Por suerte y gracias a que el destino jugó de mi lado, pasó un auto que vió mi señal.
En condiciones normales quizá no habrían dudado tanto, pero con lo acontecido en el país, no supieron si hacerme caso.