La Novia Del Presidente

Capitulo 75

Estuve reflexionando sobre el asunto. La idea que me proponía esa mujer era muy buena. Me estaba dando mi pase de salida e incluso podía pedir cualquier cosa. Además se estaba comprometiendo a destruir al enemigo que tanto quería. A cambio solo me pedía el maletín rojo. Aquel que mi padre me había dejado como seguro, quizá era una buena forma de usarlo.

Después de un momento pensando en eso, vino a mi cabeza la peor imagen. El matrimonio sabía perfectamente dónde lo habíamos dejado y aunque ellos no podían escaparse para ir por él. La novia de Estaban si que podía. Si lo que me había dicho era verdad, no dudaria en hablar con ellos.

Mi boleto de escape estaba por esfumarse al igual que mi posibilidad de irme de ahí.

Toqué la puerta con desesperación, necesitaba hablar con Esteban y pedirle que su novia no hablara con ellos.

Toqué y toqué con mucha desesperación hasta que uno de los guardias escuchó y fue hacia mi.

Abrió la puerta apuntándome con su arma para descartar cualquier posibilidad de ataque.

—¿Qué sucede?—Preguntó con voz dura.

—¡Necesito hablar con el presidente con mucha urgencia!—Le dije con voz desesperada.

—No digas tonterías. No puedes exigir verlo.—Me dijo mientras guardaba su arma.—Ademas él está en un reunión muy importante.

—Lo que yo tengo que decirle es aún más importante.—Le seguí insistiendo con desesperación.—Digale por favor, él sabe la urgencia de esto.

—No puedo ir e interrumpirlo solo porque tú me lo pides.

Empezó a reírse compadeciéndose de mi y se dispuso a irse.

—¡Por favor dicelo!—Insistí tomándolo de la mano.—Él debe saberlo con urgencia, es sobre el maletín rojo.

El hombre se fué de ahí prometiéndome que le daría mi recado en cuanto lo viera.

Cerró la puerta nuevamente con llave y me dejó ahí sola con mi desesperación.

Me relajé un poco después de dar varios golpes a la pared. Entendí que a la mujer no le sería tan fácil verlos como a mi. Aunque mi sexto sentido estaba alerta en que lo haría.

Tal vez tenía una salida pero tendría que convertirme en una vende patrias y yo no quería hacerlo. Mi padre había defendido esa nación y yo debía hacer lo mismo.

Había un choque de intereses en mi mente. Por un lado tenía la oportunidad de vengar la muerte de mi padre de ese gobierno. Pero por otra, era abrirle la puerta a otro país que podría poner las cosas peores. En ese momento lamentaba ser la clave de todo pero lamentaba aún más dejar de serlo si ella iba por el maletín.

Había un motivo más para no hacerlo, seguía queriendo a Estaban y no le deseaba ningún mal. Era una tonta por no poder deshacerme de esos sentimientos y seguir siendo fiel a ese estúpido.

De pronto, escuché que alguien venía subiendo. Las escaleras eran muy ruidosas.

Me alejé lo más que pude y rogué porque fuera él, deseaba verlo a pesar de todo.

La puerta se abrió después que la llave permitiera el giro. La persona que entró era quien había estado deseando. Mi querido presidente llegó y al verme puso esa sonrisa que me volvía loca.

—¿Cómo estás?—Me dijo en cuanto me vió.—¿Estás más tranquila para poder hablar? Tenemos muchas cosas que aclarar aún.

Fue bastante evidente que no había recibido mi recado y que estaba ahí por su decisión.

—¿Tranquila? ¡Estoy más exaltada que nunca!—Le grité con todas mis fuerzas.

—Entiendo que esto sea molesto para ti, pero no me dejaste opción.

—¡No me refiero al estar aquí!—Le seguí gritando con todas mis fuerzas.—¡Quería verte desde hace rato por una situación urgente y tu estúpido guardia me ignoró!

Él se acercó a mí. Se lo estaba tomando con tanta calma que comenzó a desesperarme.

—¿Cuál es esa urgencia?—Me preguntó usando su tono de calma.

—¡El ataque de otro país es verdad!—Le dije mientras me intentaba calmar, así evitaba que mi lengua se trabara.—¡Esas personas que venían conmigo son espías que enviaron. Es todo un plan y están liderados por la que se hace pasar por tu novia!

Al fin había dicho lo que quería pero no salió tan bien como esperaba. Pasó exactamente lo que esa mujer dijo. Él no me creyó, incluso comenzó a reír.

—Miriam por favor. No sé que pasará por tu mente pero es gracioso.

Su risa se volvió muy molesta pues yo había decidido ponerme de su lado para que el país no se hundiera y él así me lo pagaba, con risas.

—¿Por qué piensas que esa mujer es mi novia?

Para colmo, el muy tonto se quería hacer el chistoso. Era muy evidente su relación, estaba atrapado. ¿Por qué seguir fingiendo?

—Ella misma vino aquí y me habló de sus planes.—Le dije tratando de evadir su estúpida pregunta.

—¿Por qué ella vendría hasta aquí a contarte a ti su malévolo plan?—No había dejado de reír, incluso su voz se trababa por las carcajadas.—Si estás celosa solo dilo, no inventes excusas tan raras.

Sus palabras eran hirientes e imprudentes, pero sobre todo, tenían algo de razón. Si tenía muchos celos pero no estaba inventando nada. Esa mujer planeaba algo grande y Esteban estaba ahí perdiendo el tiempo. El maletín, todo por lo que habíamos luchado en ese momento, estaba a punto de ser robado por alguien que seguramente nos destruiría a todos.

—Puedes pensar lo que quieras.—Le dije intentando callarlo.—Pero no le quites los ojos de encima, no dejes que se reúna con ellos.

Esteban tomó en consideración mi desesperación y pensó que tal vez yo estaba hablando en serio. Pero su lógica y posición no le daba para entenderte al cien por ciento.

—Entonces ella vino hasta aquí para contarte su verdadera personalidad.—Comenzó a recapitular para desglosar la información.—¿Cuál era su objetivo?, ¿por qué a ti?

—Porque quería el maletín.—Le dije con voz más alegre pues comenzaba a creerme.—Queria aliarse conmigo para que se lo diera y ella me sacaría de aquí.

Esteban puso cara de desprendimiento. Tenía la intención de creeme pero aún tenía muchos cabos sueltos por resolver.



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En el texto hay: acción drama romance

Editado: 22.03.2025

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