La nueva yo

Capítulo 2: Culpa

5 años después:

Cristhofer:

Llegaba de una reunión de trabajo y fui hasta el jardín, allí jugaba Aurora con los gemelos. Ambos corrieron a abrazarme con cariño. Desde el accidente Aurora prácticamente se había convertido en la madre de los niños. Todo parecía ser perfecto pero no lo era. Amaba a mis hijos, me gustaba mucho mi mujer y aún así me sentía incompleto, faltaba algo, faltaba alguien.

—Cariño—ella se levantó del suelo y corrió hacia mí, abrazándome y besándome, estaba muy arreglada, demasiado, llevaba un hermoso vestido y unos pendientes de diamantes que le hebía regalado a Melissa en uno de nuestros aniversarios. También usaba el mismo perfume que Melissa, eso me molestaba mucho, me hacía sentir culpable, me recordaba cosas que no quería.

—¡No me gusta que revises en las cosas de Melissa! —dije con voz fuerte,a regañadientas, los pequeños me observaron asustados por el tono de voz que usé.

—Papá ¿por qué le gritas a mamá? —preguntó Miguel abrazándose de sus piernas.

—¿Te sientes bien mamá? —cuestionó la niña y no dije nada más, la verdad todo esto que estaba pasando era únicamente mi culpa. Mi más grande error no fue estar con Aurora,fue traer a Aurora a esta casa fue dejarla cuidar de mis hijos con Melissa, dejar que ellos crecieran diciéndole mamá y que la adoraran como lo hacían. Agenos a toda la verdad, una realidad cruel y devastadora que podría haber hecho que me odiaran los había criado en una enorme burbuja que cada vez era más difícil evitar que explotara.

—Mis bebés—ella se agachó y los abrazó porque si algo hacía bien ella era cuidar de mis niños—mamá y papá deben hablar cosas de adultos, espérenme en la habitación pueden ir escogiendo el libro que leeremos esta noche. —Ellos obedecieron y se alejaron.

—No me gusta que usas las cosas de Melissa—reclamé.

—A no, pero si te gusta que te use a ti y que cuide de sus hijos mientras tú te pasas todo el día en el trabajo —se defendió.

—Aurora esto se nos ha ido de las manos. Los niños crecerán y un día descubrirán la verdad ¿qué haremos entonces?

—¿Qué descubrirán? Lo que todos saben, Melissa tuvo un accidente , nadie sabe por qué estaba en la carretera conduciendo como loca y tú y yo nos encargamos de cuidarlos bien. Madre es quien cría ¿Sigues esperando que ella despierte? ¿Después de cinco años? —reclamó con resentimiento.

—Por supuesto que no...

—Vas a ese maldito hospital todos los días y estás pagando una millonada por mantenerle los equipos. ¡Ya basta Cris, desconéctala de una vez, hagamos nuestra vida sin el fantasma de Melissa! . Si no ha despertado en cinco años que te hace pensar que ahora lo hará. —gritó eufórica.

—Lo sé—exclamé, aún guardaba la pequeña esperanza de que ella despertara, no sé si lo que sentía era culpa, remordimiento o amor pero no quería que recargara sobre mis hombros el peso de su muerte.

—Puedes hacerlo. Eres su esposo, ganaste la demanda de tener derecho a decidir subre su vida. Es la única forma en la que podremos casarnos y tener una vida normal. Sino me iré, ya no aguanto más esto y sabes que tus hijos me ven como su mamá. Ya perdieron a su mamá una vez por tu culpa, y será tu culpa si de nuevo pierden a su madre.

—Está bien—respondí mirando al vacío, mi mente estaba en blanco—de igual forma ella ya no va a despertar. —dije intentando convencerme más a mí que a ella.

*************

—Eres un maldito desgraciado—gritó la madre de Melissa como loca—lo planeaste todo, para quedarte con el dinero de mi hija, con la parte de la empresa que le correspondían. Tú y esa zorra que se hacía pasar por su amiga no valen nada—me pegó una bofetada. Le aguanté ambas manos.

—Su hija ya está muerta. No va a despertar. Lleva conectada a esas máquinas y no despierta, no ha salido del coma en todos estos años y no lo hará ya—la solté y empezó a gritar y a llorar sentidamente.

—Lo siento—dije y me miró llena de odio.

—El peso de la muerte de mi hija caerá sobre tus hombros ¡Asesino! —gritó —Eres un desgraciado, me quitaste a mis nietos para que esa zorra los criara, no me dejas verlo y ahora me vas a quitar también a mi hija.

—Guardias acompáñenla a la puerta—exclamé y ella se volteó para irse sola.

—Un día pagarás todo lo que has hecho—agregó.

—Está loca—dijo Aurora abrazándome por la espalda—elegiré la ropa para que vayamos al funeral esta tarde—dijo besando mi espalda y subiendo a la habitación...




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