La nueva yo

Capítulo 7: La llaman mamá

Melissa:

Miré a Cris antes de hablar, había en mi corazón una mezcla de dolor, odio, rabia. Me lo habían quitado todo, absolutamente todo.

—Hace cinco años atrás recibí un mensaje—dije mientras los ojos de Cristhofer se pusieron pequeños y su rostro palideció—Un mensaje de que mi esposo, ese señor perfecto que ven allá—lo señalé—me era infiel, fui a la dirección que me mandaron aunque no podía creerlo y adivinen que—reí mientras todos miraban a Cris con sorpresa para ese momento ya Aurora se había despertado y me miraba como si viera una muerta hablando, con pánico—estaba revolcándose con mi mejor amiga, Aurora—mencioné mirándola y cayó se nuevo desmayada— y por ello salí desesperada, alguien cortó los frenos y tuve un accidente. Mientras tanto ellos dos eran felices en la mansión que mi padre me regaló, en mi empresa y con mis hijos. Ahora incluso le molestaba que estuviera viva y el señor mandó a desconectarme. Pero Dios me dio otra oportunidad para recuperar todo lo que es mío—exclamé saliendo de allí mientras todos murmuraban. Cris se quedó un segundo luego salió corriendo tras de mí.

—Melissa espera—dijo mientras yo entraba al auto me volteé a mirarlo—tenemos que hablar—agregó.

—Ya hablaremos a su tiempo —dije entrando al auto y marchándome. Apesar de todo aún me sentía insatisfecha, creí que eso era muy poco para lo que me habían hecho necesitaba verlos arrastrarse, en el piso, pagando por todo lo que habían hecho, necesitaba venganzs y auque no sabía como haría algo que los humillara aún más, que les demostrara los miserables que habían sido. Había perdido cinco años, cinco largos años lejos de mis hijos y esto no se iba a quedar así.

—Hija ahora qué harás—preguntó mi madre que me acompañaba abrazándome.

—Iré por mis hijos—respondí.

—Melissa no puedes ir simplemente y quitarle a los niños, ellos aún no te conocen, se traumarán de que si vida de un giro tan inesperadamente.

—No sé que hacer mamá, esa es la verdad—pronuncié y ella me abrazó.

—Mi niña descansa hoy, ya a estas horas esos angelitos deben estar durmiendo, ellos apenas te conocen, no puedes simplemente ir y despertarlos y decirles que eres su mamá porque no te creerán, ellos creen que Aurora es su madre, eso es lo que esos dos malnacidos le han hecho creer.

—Esperaré a mañana, pero tengo tal grado dw ansiedad que ni siquiera lograré dormir—agregué y el auto se detuvo frente a la casa de mi madre .

****************

—Aún no puedo creerlo—dijo Cris con una tasa de te de tilo en la mano, de la cual salía humo, su rostro se veía demacrado y pálido, la preocupación que tenía era evidente.

—¿Qué será de nosotros ahora Cris? —preguntó Aurora.

—Mi esposa está viva, sabes lo que eso significa, va a venir por todo, por los niños, por la empresa, por su casa y por nosotros. Y somos los culpables de todo. Hicimos muy mal acabamos con la vida de Melissa.

—Dicho así parecemos unos moustruos. No somos los primeros ni los últimos humanos en ser infieles Cris, ahora ella nos hace quedar como los malos.

—Mejor me voy a acostar, estoy estresado y tú me estresas aún más—exclamó mirándola con algo de rabia.

********************

Temprano en la mañana estaba tocando el timbre de mi casa, aunque suene gracioso no lo es, tenía que llamar a la puerta de mi propia casa porque ahora las llaves la tenían esos impostores. Abrió mi ama de llaves, la señora que siempre había estado allí desde que mi padre me regaló esa casa una señora ya mayor.

—Señora está viva—se cubrió los labios—son ciertas las noticias, no se imagina cuanto me alegra que esté de regreso—derramò unas lágrimas bajando la cabeza y yo la abracé, ella me correspondió feliz. —Bienvenido de regreso desea algo, llamo al señor.

—No es necesario —sonreí caminando por el pasillo que llevaba hacia la sala y allí estaba Aurora acompañada de dos niños, mis niños, mis hijos, eran la primera vez que los veías, el pecho se me comprimió y quedé muda, perdí al verlos todo el coraje que llevaba. Eran tan lindos, tan tiernos, la niña llevaba un vestido color rosa y el cabello suelto con un enorme lazo, su cabello era oscuro comi el mío, sus cachetes rojos, era hermosa. El niño casi igual, con su pelo negro corto y la mirada más viva. Ambos estaban sentados en el piso con un juego de kegos y Aurora estaba de espaldas a la entrada por eso los que me habían visto eran los pequeños y no ella. Yo fui incapaz de hablar y entonces escuché la dulce voz de mis hijos:

—Mamá—murmura la niña mientras yo solo me quedo inmóvil, y no, mi pequeña hija de cinco años no se está dirigiendo a mí , sus palabras son para la amante de mi esposo. La mujer que me robó a mis hijos, a mi marido, mi matrimonio, mis joyas, mi vida. La mujer que llamaba amiga y que trataba como una hermana. Esa que entró a mi casa con dobles intenciones y lo logró, se quedó con todo lo mío.

—Alguien te busca mamá—escucho a mi pequeño decirle, sus palabras arden en mi corazón.Aurora se pone de pie y se voltea a mirarme, camina hacia mí y los niños la siguen, ellos no saben quien yo soy, ella se queda helada al verme allí. Sin embargo me mira con orgullo, por encima del hombro. Mis hijos se abrazan de sus piernas y allá viene bajando, ese hombre que aún sigue casado conmigo y que hizo más que serme infiel: metió a su amante en la casa y dejó que criara a mis hijos como suyos. Él se queda paralizado al verme allí.

—¿Qué haces aquí? —pregunta ella con orgullo mirándome por encima del hombre. En vez de estar avergonzada se siente orgullosa—Ya no tienes nada aquí, pasaste cinco años en coma, perdiste todo—sonríe y se abraza de los pequeños que le corresponden. Ella sabe que de todo eso es precisamente lo que más me duele.

—Esta casa está a mi nombre, tu prometido sigue siendo mi esposo ante la leí y esos pequeños llevan mi sangre. He venido por todo lo que es mío...




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