Los dedos de Kael volaron sobre el teclado, un torbellino silencioso de comandos y códigos. Las pantallas de la pared parpadearon con líneas de texto verde antes de estabilizarse en una interfaz de correo electrónico: el servidor interno de Vero. El ambiente en la sala de guerra era tenso, expectante. Era como ver a un maestro cerrajero abrir la caja fuerte más segura del mundo.
—Estoy dentro —anunció Kael, su voz tranquila, casi aburrida—. Accediendo a las comunicaciones del departamento de marketing y relaciones públicas... Buscando borradores de comunicados de prensa de las últimas doce horas. Bingo.
En la pantalla principal apareció un documento de Word. El título era "COMUNICADO OFICIAL: Salida de Bella Lombardi".
Bella se inclinó hacia adelante, sus ojos miel escaneando el texto rápidamente. Su corazón se apretó con una mezcla de dolor y rabia. El comunicado era un asesinato de reputación, una sarta de mentiras cuidadosamente redactadas que la acusaban de espionaje industrial, de vender diseños a competidores y de una "conducta poco profesional". Citaban "pruebas irrefutables" y terminaban con una nota de pesar por haber confiado en ella.
—Es peor de lo que pensaba —murmuró Rhys, el jefe de seguridad, su voz un gruñido bajo—. Si publican esto, te destruirán.
—No lo harán —dijo Bella, su voz fría como el hielo. Se giró hacia Lena—. ¿Cuándo planean publicarlo?
Lena consultó su tablet. —Según las conversaciones, están esperando el momento de mayor impacto. Probablemente al cierre del mercado de hoy, para que la noticia fermente durante la noche.
—Bien. Eso nos da tiempo. —Bella se levantó y caminó hacia la pantalla, su mente trabajando a una velocidad vertiginosa. La diseñadora sumisa había desaparecido; en su lugar estaba una estratega acorralada. Y una estratega acorralada es la más peligrosa—. No podemos simplemente negarlo. Pareceríamos culpables. Tenemos que envenenar su antídoto antes de que lo usen.
Se giró hacia el equipo. —Lena, quiero que prepares un "paquete de prensa" para un periodista de confianza. Uno que nos deba un favor. El paquete incluirá mi historia completa: cómo fui adoptada, cómo dediqué mi vida a Vero, mis éxitos... todo. Lo presentaremos como una "entrevista exclusiva y sincera".
Luego, miró a Kael. —Quiero que filtres “anónimamente” este borrador de comunicado de Vero a ese mismo periodista, media hora después de que le entreguemos mi entrevista.
Una sonrisa de comprensión se dibujó en el rostro de Lena. —El periodista publicará tu historia, pintándote como la víctima. Y luego, cuando reciba el borrador de Vero, no lo verá como un comunicado oficial, sino como un intento desesperado y malicioso de destruir a la mujer que acaban de echar. Publicará ambas cosas. La narrativa no será "Vero se defiende", sino "Vero intenta destruir a su víctima después de expulsarla".
—Exacto —confirmó Bella—. Los convertiremos de ejecutivos torpes a monstruos calculadores. La opinión pública los devorará vivos.
Marcus, el director financiero, asintió con aprobación. —El impacto en sus accionistas será catastrófico. Una cosa es la incompetencia, otra muy distinta es la malicia demostrada. Podríamos provocar una venta masiva que los obligue a buscar un rescate.
—Y ahí es donde entramos nosotros —concluyó Demon desde la cabecera de la mesa. Había permanecido en silencio, observando a Bella dirigir a su equipo con una precisión asombrosa. Una corriente de orgullo y posesividad, oscura y profunda, recorrió su interior. Había elegido bien.
El equipo se puso a trabajar con una nueva energía, una eficiencia letal. Bella, por primera vez en mucho tiempo, sintió que estaba exactamente donde debía estar. No estaba luchando sola. Tenía un ejército.
Mientras Lena y Kael coordinaban el ataque mediático, el teléfono personal de Bella, un nuevo dispositivo que Demon le había dado, vibró sobre la mesa. Era un número desconocido. Dudó, pero la curiosidad la venció.
—¿Diga?
—«Bella. Me alegra ver que has decidido unirte al circo.»
La voz era inconfundible. Burlona, encantadora y peligrosa. Jake.
Bella sintió la mirada de Demon sobre ella desde el otro lado de la sala. Se puso rígida.
—¿Cómo has conseguido este número? —preguntó, su voz baja.
—«Tengo mis talentos. Escucha, sé que mi hermano ya te ha llenado la cabeza con historias sobre lo oscuro y complicado que es. Probablemente te ha dicho que no confíes en mí.» —Hubo una pausa, cargada de intención—. «Pero a diferencia de él, yo no pido lealtad ciega. Te ofrezco un trato. Información.»
—No necesito tu información.
—«¿Estás segura?» —La voz de Jake se volvió un susurro conspirador—. «Sé de un cargamento de telas de lujo que Vero está esperando. Un proveedor italiano exclusivo. Si ese cargamento "se perdiera" o "se retrasara indefinidamente", la colección de primavera de Isabella, la que ha improvisado para sustituir la tuya, no podría producirse. Sería el golpe de gracia.»
Bella se quedó helada. La información era oro puro. Un ataque directo a la línea de producción de Vero.
—¿Por qué me dices esto? ¿Qué quieres a cambio?
—«Una cena. Solo tú y yo. Sin mi hermano vigilando cada uno de tus movimientos. Hablemos. Conóceme. Deja que te muestre que hay más de un rey en este reino.»
La oferta era una trampa, lo sabía. Una prueba de lealtad. Pero la información... era demasiado valiosa para ignorarla.
—Te lo pensaré —dijo, y colgó antes de que él pudiera responder.
Levantó la vista. Demon la estaba mirando. No parecía enfadado. Su rostro era una máscara de calma helada, pero sus ojos negros ardían con una pregunta silenciosa.
Bella sabía que se encontraba en su primera gran prueba. Su respuesta a la oferta de Jake definiría no solo el futuro de su venganza, sino también la naturaleza de su pacto con el hombre que la observaba desde el otro lado de la sala.
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Editado: 12.09.2025