La obsesión del millonario

Elliot Moreau

Clara hojeaba una carpeta llena de documentos en la pequeña sala de archivo de la empresa. Era un día tranquilo, y la oficina estaba casi vacía, lo que le daba una oportunidad para enfocarse en terminar el papeleo que Donovan había solicitado con tanta urgencia. Mientras revisaba, un sobre desgastado llamó su atención. Era diferente a los demás: viejo, mal etiquetado y con un nombre que no había visto antes.

Curiosa, lo abrió y encontró dentro varios papeles relacionados con la adquisición de una empresa menor por parte de la compañía de Donovan. Uno de los documentos mencionaba a un "Elliot Moreau" como un accionista de la empresa. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda.

El nombre era inconfundible. Elliot Moreau. El hombre que había arruinado su vida.

...

Durante el resto del día, Clara no pudo concentrarse. Su mente estaba llena de recuerdos fragmentados y preguntas sin respuesta. ¿Cómo era posible que ese hombre estuviera vinculado con Donovan? ¿Lo sabría él?

Intentó trabajar como de costumbre, pero la tensión crecía en su pecho. Cada vez que escuchaba un ruido o veía una sombra moverse por el rabillo del ojo, se tensaba.

A última hora, mientras guardaba sus cosas, vio a Donovan salir de su oficina acompañado por otro hombre. Clara sintió que el suelo se tambaleaba bajo sus pies al reconocerlo. Elliot estaba allí, caminando junto a Donovan como si nada hubiera pasado, con su sonrisa arrogante y sus pasos confiados.

—Clara, quiero que conozcas a alguien —dijo Donovan al notar su presencia. Su tono era relajado, como si no percibiera la tormenta interna que estaba ocurriendo dentro de ella—. Este es Elliot Moreau, mi hermano.

Clara sintió que su garganta se cerraba. Elliot la miró con una mezcla de curiosidad y diversión, pero no dio señales de reconocerla.

—Un placer conocerte, Clara —dijo, extendiendo una mano hacia ella.

Clara tardó demasiado en responder. Finalmente, se obligó a estrecharle la mano, aunque su piel se erizó al contacto.

—Igualmente —respondió con un hilo de voz, evitando mirarlo directamente a los ojos.

Clara salió del despacho con pasos rápidos.

—¡Clara! ¿Estás bien? Pareces haber visto un fantasma —dijo su compañera, con preocupación.

—Estoy bien —respondió Clara rápidamente, aunque su voz temblaba.

Clara se dejó caer en una de las sillas de la sala, incapaz de contener el temblor en sus manos. Todo su cuerpo gritaba que huyera, que renunciara y se alejara de todo esto, pero sabía que no podía. Este trabajo era su única fuente de estabilidad, y Donovan, por muy intimidante que pudiera ser, no le había dado motivos para desconfiar de él personalmente.

Sin embargo, el simple hecho de que Elliot estuviera cerca la llenaba de un terror paralizante.

...

Esa noche, Clara llegó a casa temblando. Cerró la puerta detrás de ella y se apoyó contra ella, sintiendo que le faltaba el aire. Elliot estaba allí, en su trabajo, caminando libremente, como si no hubiera hecho nada malo.

Su mente volvió a aquella noche que había intentado enterrar en lo más profundo de su memoria. La sensación de impotencia, el miedo, y el asco se apoderaron de ella nuevamente.

Llamó a Ana, incapaz de manejarlo sola.

—Ana, necesito verte —dijo rápidamente, con la voz quebrada.

—Clara, ¿qué pasó? ¿Estás bien?

—No... no puedo hablar ahora. Por favor, ven.

Ana no tardó en llegar. Encontró a Clara sentada en el sofá, abrazando sus rodillas. Le llevó una taza de té y esperó pacientemente a que hablara.

—Él está aquí —dijo finalmente Clara, con la voz apenas audible.

—¿Quién?

—Elliot. Mi antiguo jefe. De alguna forma es el hermano de Donovan Blackwood.

Ana se quedó en silencio, asimilando la información.

—¿Estás segura de que es él?

Clara asintió.

—Lo vi. Hablé con él.

Ana tomó un largo sorbo de su té, intentando ordenar sus pensamientos.

—¿Le dijiste algo a Donovan?

Clara negó con la cabeza rápidamente.

—No puedo. ¿Qué pasaría si él ya lo sabe? ¿Y si lo apoya?




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