La obsesión del millonario

El video macabro

Donovan llegó a su oficina temprano aquella mañana, como de costumbre, pero con un peso adicional en su mente. La noche anterior, después de la inesperada explosión de Clara, había pasado horas repasando cada palabra, cada gesto, cada mirada. Algo la había herido profundamente, y aunque no tenía idea de qué era, sentía un ardiente deseo de protegerla, incluso de sí misma.

Encendió su computadora, dispuesto a sumergirse en el trabajo para distraerse, cuando notó un correo electrónico anónimo en su bandeja de entrada. El asunto decía: "Información importante".

Frunció el ceño. Era raro recibir correos sin remitente claro, pero su curiosidad superó a su instinto de ignorarlo. Al hacer clic, el mensaje era breve:

"Tal vez quieras ver esto antes de confiar en las personas equivocadas."

Adjunto había un archivo de video. Por un instante, dudó. Algo sobre ese correo le provocaba un malestar inexplicable, pero la posibilidad de descubrir algo importante lo empujó a abrirlo.

El video comenzó con una imagen granulada, como si hubiera sido grabado con una cámara de seguridad. La habitación era un espacio lujoso, pero de inmediato, el ambiente se sentía perturbador. Donovan entrecerró los ojos, intentando entender lo que veía, hasta que su cuerpo entero se tensó.

Allí estaba ella: Clara.

Se veía diferente, como si estuviera perdida, tambaleándose levemente mientras un hombre, al que no podía identificar al principio, se acercaba a ella con una sonrisa depredadora. Sus movimientos eran lentos, como si cada paso le costara un esfuerzo enorme. Su expresión estaba ausente, y en sus ojos brillaba un miedo distante, como si estuviera atrapada dentro de su propio cuerpo.

El hombre la rodeó como un cazador acechando a su presa. Con cada segundo que pasaba, Donovan sentía que la sangre en sus venas hervía más. Entonces, el hombre se giró, y aunque su rostro no estaba completamente claro, hubo algo en su postura, en su arrogancia, que le resultó familiar.

—¿Elliot? —murmuró entre dientes, apretando los puños con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.

El video continuó, pero Donovan no pudo seguir viéndolo. Cerró el archivo de golpe y se recostó en su silla, mirando al techo mientras intentaba controlar la ira que amenazaba con desbordarse. Había escuchado rumores sobre las prácticas poco éticas de su medio hermano y nunca los había creído, pero esto… esto era más de lo que podía tolerar.

Su primer instinto fue confrontar a Elliot de inmediato, pero luego pensó en Clara. Ella no sabía que él había visto esto. ¿Cómo podía protegerla sin exponer lo que sabía? Y peor aún, ¿quién le había enviado este video? ¿Debía llamar a la policía?

El sonido de su propia respiración lo sacó de sus pensamientos. Se levantó y caminó hacia la ventana, mirando la ciudad que se extendía frente a él. Por un lado, quería gritar, romper algo. Pero por otro, sabía que Clara merecía algo más que su rabia impulsiva. Necesitaba su apoyo, su comprensión, y sobre todo, su discreción.

Horas más tarde...

Cuando vio a Clara entrar en la oficina, su pecho se apretó. Ella llevaba puesta su máscara habitual de calma, pero Donovan notó los pequeños detalles: el leve temblor en sus manos al colocar sus cosas en su escritorio, la forma en que evitaba el contacto visual con cualquiera. Ella estaba lidiando con algo mucho más grande de lo que él había imaginado.

No pudo esperar más.

—Clara, ¿puedes venir a mi oficina por un momento? —preguntó, su tono más suave de lo habitual.

Ella levantó la mirada, algo sorprendida, pero asintió y lo siguió. Una vez dentro, Donovan cerró la puerta, aunque dejó un pequeño espacio para que no se sintiera atrapada.

—Quiero disculparme —dijo directamente, sin rodeos—. Por lo de anoche. No tenía derecho a invadir tu espacio de esa manera.

Clara lo miró, claramente desconcertada por su actitud.

—No tienes que disculparte —respondió ella, pero su voz sonaba tensa, como si no estuviera segura de sus propias palabras.

—Sí, sí tengo que hacerlo —insistió él, dando un paso hacia ella, pero manteniendo la distancia suficiente para no incomodarla—. Fui un idiota por no darme cuenta de que algo te estaba molestando. Y aunque no entiendo todo lo que has pasado, quiero que sepas que haré todo para que te sientas bien.

Ella parpadeó, sorprendida por la sinceridad en sus palabras. Por un momento, casi creyó que podía confiar en él, pero el miedo la detuvo.

—Gracias… pero no necesito que nadie me salve, Señor Donovan —dijo, intentando sonar firme.

Él asintió, respetando su espacio, pero algo en sus ojos le decía que no se daría por vencido.

—Lo sé, Clara... Pero por alguna razón quiero protegerte... completó en su mente.

Cuando ella salió de la oficina, Donovan se dejó caer en su silla, con el corazón pesado. Sabía que había dado un pequeño paso para ganar su confianza, pero también sabía que la verdadera batalla apenas estaba comenzando. Ella estaba aterrada. Lo veía en su mirada... Le tenía pavor. Mientras tanto, la pregunta seguía rondando su mente: ¿Quién le envió ese video?

Nooo, pobre Clara. Esperemos que Donovan la ayude... ¿Creen que él está enamorado de ella? Me encantaría leer sus comentarios ;)




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