La obsesión del millonario

Vale la pena

El sol estaba comenzando a alcanzar su punto más alto en el cielo cuando Clara decidió que era hora de irse del parque. Aunque el tiempo con Donovan había sido agradable, especialmente después del pequeño incidente con el perro, sentía que necesitaba un respiro.

—Voy a pedir un taxi —dijo, sacando su teléfono del bolso mientras caminaban hacia la salida.

Donovan arqueó una ceja y se cruzó de brazos.

—¿Taxi? No tiene sentido. Déjame llevarte.

Clara se detuvo, volteándose hacia él con una expresión indecisa.

—No quiero molestarte, de verdad. Además, mi casa no está tan lejos.

—Clara, ¿de verdad piensas que te dejaré ir sola después de nuestra pequeña aventura en el parque? —bromeó, señalando su labio aún ligeramente hinchado—. Es lo menos que puedo hacer después de sobrevivir a un ataque doble: el perro y tu cabezazo.

Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa.

—Insisto, Donovan, puedo ir sola...

Él negó con la cabeza antes de que ella terminara la frase.

—No voy a discutir esto contigo. Vamos, sube al auto.

Clara vaciló por un momento, pero la mirada resuelta de Donovan y su tono amable pero firme la hicieron ceder.

—Está bien, pero no pienses que siempre te saldrás con la tuya —dijo, intentando sonar seria, aunque la calidez en su tono traicionaba sus palabras.

Donovan sonrió triunfante y la condujo hacia su auto.

Una vez dentro, Clara miró por la ventana mientras Donovan arrancaba, tratando de distraerse del nerviosismo que sentía. Había algo en su presencia que siempre lograba sacarla de su zona de confort, y aunque eso la asustaba, también le resultaba... emocionante.

—¿Tienes algún plan para el resto del día? —preguntó Donovan, rompiendo el silencio mientras giraba hacia la avenida principal.

Clara negó con la cabeza, sin apartar la vista del paisaje que pasaba rápidamente.

—No, nada en especial. Es fin de semana, pero suelo quedarme en casa.

Donovan asintió, como si estuviera considerando algo.

—Entonces, ¿qué te parece si almorzamos juntos? Luego podríamos dar una vuelta por la ciudad.

Clara se giró hacia él, sorprendida por la invitación.

—¿Almorzar? ¿Y después un paseo?

—Sí. Es un plan bastante simple, pero creo que podría ser divertido —respondió con una sonrisa despreocupada, manteniendo la vista en la carretera.

Clara abrió la boca para negarse, pero Donovan levantó una mano antes de que pudiera decir algo.

—Y antes de que digas que no, déjame dejar algo claro: no aceptaré un no por respuesta.

Ella se quedó boquiabierta, incapaz de evitar una risa nerviosa ante su determinación.

—¿Siempre eres tan insistente?

—Solo cuando creo que vale la pena —respondió, lanzándole una mirada rápida y cargada de intención.

El rubor se extendió por las mejillas de Clara, pero intentó disimularlo mirando hacia otro lado.

—Está bien. Pero no te acostumbres a que diga que sí tan fácilmente.

—Trato hecho —dijo Donovan, sonriendo ampliamente.

El trayecto al departamento de Clara transcurrió con una conversación ligera y algunos momentos de silencio cómodo. Cuando llegaron, Donovan se detuvo frente al edificio y la miró con suavidad.

—Nos vemos en un rato. No te tardes mucho, ¿de acuerdo?

Clara asintió, todavía sintiéndose algo nerviosa, y salió del auto. Mientras subía las escaleras hasta su apartamento, no pudo evitar preguntarse cómo sería el resto del día. Había algo en Donovan que le daba miedo y curiosidad al mismo tiempo, como si estuviera pisando terreno desconocido pero no pudiera evitar querer avanzar.

Una vez dentro de su departamento, Clara se apresuró a cambiarse de ropa. Optó por algo casual pero bonito, queriendo sentirse cómoda pero presentable. Apenas había terminado de arreglarse cuando su teléfono vibró con un mensaje.

Lo revisó rápidamente, esperando que fuera Donovan avisándole que ya estaba abajo, pero su estómago se hundió al leer el remitente: mamá.

"Voy en camino. Me quedo contigo por unos días. Tuve una pelea con tu padrastro."

Clara leyó el mensaje dos veces, como si no pudiera creerlo. Su relación con su madre era, en el mejor de los casos, tensa. Desde que se había casado con su padrastro, una relación marcada por constantes conflictos y una aparente indiferencia hacia los sentimientos de Clara, su vínculo se había deteriorado aún más.

El sonido de un auto estacionándose afuera la sacó de sus pensamientos. Se asomó por la ventana y vio a Donovan esperando. Un suspiro escapó de sus labios. No quería lidiar con su madre, pero tampoco quería cancelar el plan con Donovan.

Tomó su bolso y salió rápidamente, decidiendo dejar la preocupación para más tarde. Cuando se subió al auto, Donovan notó la tensión en su rostro.

—¿Todo bien? —preguntó, encendiendo el motor.

Clara asintió rápidamente, forzando una sonrisa.

—Sí, todo bien... Es mi madre, me dijo que vendría.

—Oh, si quieres salimos mañana, ¿no crees?

Clara asintió. Ya no tenía animos para salir y agradecía que Donovan la entendiera.

Al girarse para despedirse, Donovan hizo algo que la tomó completamente por sorpresa. Inclinándose ligeramente hacia ella, le plantó un beso suave en la mejilla, apenas un roce, pero suficiente para que su corazón se acelerara como nunca antes.

El contacto fue breve, pero Clara sintió cómo el calor subía desde su cuello hasta sus mejillas, intensificando el rubor que ya había comenzado a teñir su piel. Sus ojos se encontraron, y ella no pudo evitar quedar atrapada en la mirada de Donovan: cálida, segura, y llena de algo que no podía definir del todo.

Donovan retrocedió apenas un paso, sonriendo con una mezcla de dulzura y confianza que parecía ser su marca personal.

—Buenas noches, Clara. Descansa —dijo con ese tono bajo y envolvente que hacía que cada palabra pareciera una promesa.




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