La obsesión del millonario

Una cena tranquila

Cuando el mensaje de Donovan llegó al teléfono de Clara, ella lo leyó inmediatamente. Era un recordatorio breve y casual sobre su salida planeada:

"¿Sigue en pie nuestra cena? Puedo pasarte a buscar en una hora."

Clara suspiró aliviada. Necesitaba salir de ese apartamento y de la atmósfera opresiva que Leticia había traído consigo. Su madre estaba encerrada en la sala, revisando sus redes sociales como si nada hubiera pasado, mientras Clara aún sentía las heridas abiertas de su última conversación.

"Sí, por favor. Me vendría bien despejarme. Avísame cuando estés aquí."

La respuesta de Donovan no tardó en llegar:

"Perfecto. Estoy en camino."

Donovan llegó puntual, como siempre. Cuando Clara subió al auto, él la saludó con una sonrisa cálida.

—¿Lista para una noche diferente? —preguntó, echándole una rápida mirada mientras conducía.

—Más que lista. —Clara trató de sonreír, aunque su mente aún estaba enredada en pensamientos oscuros.

Donovan pareció notarlo.

—Hoy no hay preguntas difíciles ni asuntos serios, ¿de acuerdo? Esta noche es para relajarte.

Clara lo miró de reojo, agradecida por su consideración.

—Gracias, Donovan. Eso suena bien.

...

Donovan la llevó a un restaurante exclusivo que se encontraba en una zona privada y alejada del bullicio de la ciudad. La decoración era elegante pero acogedora, con luces tenues y un ambiente íntimo. Los camareros los guiaron a una mesa apartada, en un rincón donde podían hablar sin preocuparse por las miradas curiosas.

Mientras esperaban la comida, Clara no pudo evitar sentirse un poco intimidada. Todo era demasiado lujoso, demasiado perfecto.

—¿Siempre cenas en lugares como este? —preguntó, jugueteando con el borde de su copa de agua.

Donovan rió suavemente.

—No siempre. Pero pensé que te gustaría un lugar tranquilo, donde pudiéramos hablar sin interrupciones.

—Es... bonito. Gracias.

—¿Te molesta? —preguntó él, con una ligera preocupación en su voz.

—No, no es eso. Solo... no estoy acostumbrada a cosas así.

—Bueno, entonces espero que te acostumbres. No quiero que esta sea la última vez que salimos. —Le lanzó una sonrisa que logró arrancarle una risa nerviosa.

La cena llegó, y entre bocado y bocado, la conversación fluyó más fácilmente de lo que Clara esperaba. Hablaron de cosas triviales al principio: música, películas, y los lugares favoritos de Donovan para relajarse.

—¿Y tú? —preguntó Donovan, apoyando los codos en la mesa mientras la miraba con interés. —¿Qué te gusta hacer cuando tienes tiempo libre?

Clara se encogió de hombros.

—No soy muy interesante, Donovan. Me gusta leer, caminar en el parque, cosas simples.

—Eso no suena aburrido. Suena... tranquilo.

—¿Y qué hay de ti? ¿Siempre estás tan ocupado con el trabajo?

Donovan sonrió, pero su expresión se tornó algo melancólica.

—Sí, el trabajo ocupa la mayor parte de mi tiempo. Aunque a veces desearía poder hacer algo más.

—¿Como qué?

Él hizo una pausa, pensativo.

—No estoy seguro. A veces pienso que, si pudiera, me iría lejos, a algún lugar donde nadie me conociera.

—¿Y dejarías todo atrás? —preguntó Clara, sorprendida.

—Tal vez. —La miró directamente a los ojos. —Aunque ahora creo que hay cosas que valen la pena quedarse.

Clara sintió un leve calor en sus mejillas y apartó la mirada.

Cuando la cena estaba llegando a su fin y el ambiente se había vuelto más relajado, Donovan se inclinó ligeramente hacia adelante, con una expresión seria en su rostro.

—Clara, quiero preguntarte algo.

Ella levantó la vista, intrigada pero también cautelosa.

—Dime.

—¿Conocías a mi hermano Elliot antes de que empezaras a trabajar en la empresa?

La pregunta la tomó completamente por sorpresa. Clara sintió cómo su corazón se aceleraba. La sonrisa que había comenzado a formarse en su rostro desapareció de inmediato.

—¿Por qué me preguntas eso? —dijo, tratando de mantener la voz firme, aunque el nerviosismo era evidente.

Donovan la observó con detenimiento, su expresión era un equilibrio perfecto entre curiosidad y preocupación.

—Es que... tengo la impresión de que algo pasó entre ustedes. No tienes que contarme nada si no quieres, pero pensé que debería preguntar.

Clara bajó la mirada, sintiendo que sus manos comenzaban a temblar.

—No... no lo conocía antes de empezar a trabajar para ti.

Era una verdad a medias, pero esperaba que fuera suficiente para evitar más preguntas. Sin embargo, Donovan no parecía del todo convencido.

—¿Seguro que no hay nada que deba saber? —preguntó, en tono más suave ahora.

Clara levantó la vista y lo miró a los ojos. Había algo en ellos, una mezcla de sinceridad y preocupación que casi la hizo romperse.

—No quiero hablar de Elliot —dijo finalmente, apenas en un susurro.

Donovan asintió lentamente, aunque su expresión mostraba que no estaba satisfecho con esa respuesta.

—Está bien, Clara. No voy a presionarte. Solo quiero que sepas que puedes confiar en mí.

Ella asintió, pero las palabras de Donovan no lograron calmar el torbellino en su mente. ¿Por qué había hecho esa pregunta? ¿Sabía algo? ¿Sospechaba?

...

Cuando Donovan la llevó de regreso a su casa, el ambiente en el auto era más tenso de lo que había sido al principio de la noche. Clara apenas habló, perdida en sus propios pensamientos, y Donovan no quiso incomodarla más.

Al llegar, él apagó el motor y se giró hacia ella.

—Gracias por acompañarme esta noche.

Clara asintió, intentando esbozar una sonrisa.

—Gracias a ti. Fue... agradable.

Donovan la observó por un momento más, como si estuviera debatiéndose entre decir algo o no. Finalmente, inclinó la cabeza y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Buenas noches, Clara.




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