La oportunidad de un para siempre

03: Disfrutando de mi juventud

CAPÍTULO 3

Disfrutando de mi juventud

Ya eran las 10 de la noche y nos encontrábamos encaminándonos a la famosa fiesta. Vivian me dijo que era en casa de un amigo suyo; por lo que relativamente era más seguro. También cabe aclarar, que íbamos en su coche porque alguien de aquí no tenía carnet de conducir.

Hasta para eso eres inútil.

Y sí; nuestra conciencia puede ser nuestro peor enemigo.

Sabía que esta fiesta me ayudaría a desestresarme, porque me sabía mal estar en un país extranjero en el que solo estaba en bucle, yendo de la residencia a la universidad, y de la universidad a la residencia, sin siquiera haber visto antes el lugar; así que esta era mi oportunidad. Claro, que también había influenciado mucho el dichoso "Factor tiempo"; pero de todas maneras era una situación estresante y agobiante.

Por lo menos tu sales de tu casa chica, se más agradecida.

¡Claro que era agradecida!

A ver. Si lo vemos desde el panorama de una chica de mi edad, era más que evidente que un poco de diversión no le venía mal a nadie; y en mi defensa, llevaba un buen tiempo sin salir. Así mismo, siendo más meticulosos, puedo aprovechar a decir que estaba estrenando un vestido nuevo.

Y para variar, además de una ingrata, tenías que ser materialista.

¿Alguien puede silenciar a mí conciencia?

Para defenderme por segunda vez de mis pensamientos, puedo decir que mi lema de vida se basaba en que si naces diva, morirás como tal.

Por otra parte, mientras pensaba todo esto, me di cuenta que luego de pasar un gran portón, frenamos frente a una casa bastante grande, en la que se podían divisar luces de colores en lo que aprecié como un jardín.

-Te va a gustar mucho estar aquí. Mis amigos son los mejores.- Me despertó la voz de Vivian de mi ensoñación. -Claro, después de mí. -Añadió sonriendo de manera vacilante.

-Eso espero....- Dije más para mí que para ella.

Era mejor no reflexionarlo tanto y disfrutar al máximo.

Sin más, nos bajamos del coche y Vivian tocó la puerta. Un chico alto, con cabello negro y ojos verdes nos abrió la puerta. Me sentí un poco fuera de lugar cuando se saludaron con dos besos en la mejilla; y, ambos me miraron esperando a que reaccionara. Al ver que no sabía que hacer, el chico se acercó a mí con una sonrisa de amabilidad y me saludó con dos besos en la mejilla.

-Hola, pues se bienvenida a una de mis fiestas. -Comentó alegre. -Espero que la disfrutes- Dijo sonriendo- Un gusto, me llamo Mario. -Se presentó al ver que no reaccionaba.

Ya veo que vamos a dar muuuucha pena ajena.

- Hola, muchas gracias. Soy Valeria- Me presente con las mejillas rojas de la vergüenza.

-Pues nada Valeria, espero que disfrutes la fiesta de este humilde servidor- Me dijo dándose una vuelta entera en su eje y con un deje de gracia.

-Cuando vas a un evento organizado por este ser tienes dos opciones; morir de pereza o disfrutar la adrenalina de una buena fiesta- Intervino Vivian.

-Vivi, Querida- dijo Mario volteando a verla. -Sabes que siempre va a ser la segunda opción. No nos engañemos- Respondió muy convencido de sus palabras.

-Eso parece- Sonreí.

Después de este, sorprendentemente, divertido diálogo; los 3 entramos a la casa. Cuando emprendimos nuestro camino, Mario se perdió rápidamente entre la gente que había.

La fiesta tenía un buen ambiente y con música muy buena acorde a el momento. A su vez, Vivian me dijo algo que no pude oír bien por el ruido de la música; pero dicho esto, se fue a no sé dónde.

Dios me trajo sola al mundo, y me dejó de la misma manera.

¿Qué se suponía que tenía que hacer ahora? ¿Comprar una cajita feliz de McDonald's, y fingir que conocía a todo esta gente para que viva la fiesta?

Eran las 2 de la mañana y Vivian había regresado 30 minutos después de que se había ido, la noté decaída pero no le dije nada para respetar su espacio; ya me contaría ella si quería, o lo más probable es que me gane la curiosidad y yo le pregunte al día siguiente.

Lo último que dije era lo más seguro y factible.

Nos encontrábamos en esos puntos de las fiestas en los que te sientes súper cómodo y quieres quedarte allí hasta más no poder.

-Hola.... Disculpa... ¿Sabes dónde queda la cocina? -Le pregunté a un chico que estaba conversando con quienes supongo, que eran su grupo de amigos.

-Al fondo a la derecha. -Respondió con seriedad. -Ahora déjame tranquilo y piérdete en Narnia. -Pero que amabilidad.

Que alguien le regale pintas de sangre, porque le falta más vida.

Si no me moría de la vergüenza, lo haría por deshidratación. ¿Premio o castigo?

El lema era que luego de ese pequeño intercambio de palabras, podía asegurar que éramos best friends forever and ever; porque me hizo un chiste y hasta nos tomábamos el pelo y todo.... Ja, ja, ja... Chiste malo, lo sé. ¿Lo entienden? Era calvo y..... Mejor me callo.




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