La oportunidad de un para siempre

07: Chispas en un cortocircuito

CAPÍTULO 7

Chispas en un cortocircuito

Punto final. Quería llorar de la emoción. Por fin terminé el último examen de mi primer parcial de dieciséis en la carrera. Sí, me faltaban quince más. Una eternidad.

Iba a entregar mi examen pero.......

Oh, no. Oh, no.

NO HABÍA PUESTO MI NOMBRE.

Regresé rápido a mi puesto y coloqué mi nombre en la parte superior de la hoja para ahora sí entregarla dignamente; inclusive, hice la letra lo más redondeada y bonita que pude para demostrar seguridad, y trabajar psicológicamente a mi maestra. Nunca fallaba.

Sí, seguramente esa jugada maestra no se la esperaba.

Después de este incidente, regresé a mi puesto para colgarme la mochila en el hombro; y así, me dispuse a salir.

En el camino, una notificación en el móvil me indico que estaba recibiendo una llamada, la cual decidí contestar. Porque igual, ¿Quién dependía tanto de mí emocionalmente como para llamarme apenas salía del salón? De verdad, era como si tuviera un sensor de movimiento.

-¿Bueno?

-Bueno tiene que ser el resultado de ese examen.

-Víctor.......- Dije suspirando

-Valeria... Que desgracia... digo, que gusto que me hayas contestado.

-¿Qué quieres? -Rodé los ojos mientras se me escapaba una sonrisa.

-Saber cómo te fue en tu examen.

-Acabo de darlo hace menos de dos minutos.

-Recuerda que tienes que tener buenas calificaciones.

-Lo sé.

-Te preguntarás para que te llamaba......-Dejó unos segundos de suspenso.

-No, no me lo preguntaba. -Era mejor ser honesta para que el pobre no viviera engañado.

-Me da igual. -Sentenció. -Te llamaba para hablar de tus dieciocho.

Creo que dejo el panorama claro, cuando digo que me olvidé que ese año cumplía la mayoría de edad.

Es porque la mente bloquea los sucesos traumáticos.

Y es que sinceramente, me daba ansiedad con tan solo pensar el gran peso social que tenía la edad que iba a cumplir en unos meses. El asunto, es que de alguna u otra manera, sentía la carga del desarrollo de un país en mis hombros.

¿Cómo iba a hacerlo si ni siquiera podía sacar en su totalidad mi vida a adelante?

-¿Vas a venir? -Pregunté emocionada.

-No, y como sé que tampoco lo harás, te quería dar la idea de que podemos hacer una videollamada.

Dios mío, que súper idea. ¿Será él ser la reencarnación de Einstein?

Que se note el sarcasmo.

Al darme cuenta de que mi hermano tuvo la misma idea que se me ocurrió semanas atrás, decidí no decirle que yo había pensado lo mismo, porque a simple vista luego de escucharla con sus palabras, me parecía tonta.

-Sabes que no es lo mismo.

-Y tú sabes que no puedo viajar. -Recriminó con un tono demandante.

-Pero aún faltan dos meses.

Dos meses que en nada serían dos días. Dos meses antes de usar la edad como excusa para extorsionar económicamente a mi hermano. Tenía que ingeniar algo urgentemente.

Okey, esto último era broma.

-Val, entiéndeme, no tengo el dinero suficiente. Te prometo que te lo compensaré.

Justo dice eso, cuando ya estaba pensando como podías sacarle más dinero.

No, ese no es el plan.

No, yo pienso, tu ejecutas.

-Está bien. Te quiero. -Me rendí un poco triste.

-Yo más. -Que romántico mi hermano.

-Hablamos luego, tengo que salir de la universidad. -Avisé cuando estuve cerca de la puerta principal

-Bueno, cuídate hermanita. -Se despidió para luego colgar la llamada.

¡Dios! Me hacía sentir culpable cuando me hablaba bonito; o sea, casi nunca.

La verdad no es que yo demostrara mucho mis sentimientos, pero si me dolía no pasar un día como ese con mi único hermano.

-¿Por qué estás tristes?

Me voltee para ver de quién se trataba, y divise una cabellera rubia perteneciente a una chica que tenía una gran sonrisa en el rostro.

-Porque mi hermano no vendrá para mi cumpleaños. -Hice una mueca.

-¿Pero no es en dos meses?

-En efecto, pero no va a poder venir; ya sabes, logística. -Dije decaída.

-Val, ya verás que pasarás un buen día. -Sonrío tratando de animarme. - Puedes hablar con él por el móvil y ya. -Resolvió.

O todo el mundo tenía la solución a los problemas, o yo me complicaba la vida en tonterías.




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