CAPÍTULO 09
Todos los caminos llevan a Roma
Sentía que pequeñas mariposas revoloteaban dentro de mí, y a su vez se dibujaban corazoncitos en mi campo de visión, ¿Escuché bien lo que me dijo? ¿Yo le gustaba?
Y no, no es que mi autoestima estuviera por lo suelos, puesto a que el al contrario, yo sabía con modestia como era; incluyendo que en varias ocasiones me habían halago hasta el punto de querer pretenderme, aunque obviamente no estaba en el mismo patín o la misma sintonía en lo que respecta al tema del amor; así que el tema de valoración personal nunca fue un problema. Sin embargo, esta fue la primera vez en mi vida que sentí aquel ››Me gustas‹‹, después de haberlo escuchado tantas veces, realmente caló en lo más profundo de mi ser, la primera que aquellas palabras hicieron que tuviera a famosa y extraña sensación de las mariposas; y sobre todo, la primera en la noté que era recíproco.
En lo personal, pese a que ambas me gustaban, prefería escuchar música a tener que leer libros; pero de los que había leído, puedo confirmar que aquel cosquilleo en el estómago, acompañado del vértigo y la sensación de tener una fogata que calentaba al corazón, eran totalmente ciertos.
Por otra parte, ahora me encontraba saliendo de la biblioteca de la universidad después de coger mis apuntes por una sola razón: Tenía hambre.
Me dirigí a un pequeño puesto de comida que estaba dentro de la universidad y pedí lo más básico del mundo: Una orden de alitas de pollo con salsa barbecue y ensalada.
Después de que llegó lo que había pedido, me dirigí a una mesa que tenía una vista hermosa a través de la ventana; y su vez, saqué mis apuntes y los auriculares para seguir estudiando la lección que tomarían la siguiente clase.
–¿Qué estamos haciendo? -Preguntó Héctor sobresaltándome y sentándose en mi mesa; aunque cuando lo miré a los ojos, sentí que me ponía igual de roja que el tomate de mi ensalada.
Envidiaba su confianza.
–No se que haces tú, pero yo estudio. -Respondí simplemente mientras pausaba mi música.
–¿Estás estudiando? -Inquirió nuevamente.
–Pensé que quedó claro cuando lo dije, pero sí.
–Me refiero a que como puedes estudiar en.... -Hizo una pausa para señalar mis auriculares, mi móvil, mi libro y mi comida. –Estás condiciones. -Culminó con una ceja enarcada.
–Define ››Condiciones‹‹.
–Que como puedes siquiera estudiar escuchando música y comiendo.
–Simplemente me concentro. -Le resté importancia alzándome de hombros.
–Vaya...... No puedo entender como no has restregado las alitas de pollo en los apuntes y cómo no te has clavado el tenedor en el ojo. -Sonrió de manera burlesca. – Yo ya hubiera sumergido los auriculares en la salsa. -Hizo una pausa. –Pero para evitar esos problemas, tienes suerte de que me haya sentado en tu mesa. -Sonrió vacilante.
–Supongo que quisiste decir mala suerte. -Le sonreí de la misma manera.
–Si soy increíble. Todos quisieran pasar aunque sea; como mínimo. -Agudizó la voz. –Un día conmi...
No terminó de hablar porque se escuchó el pitido de una llamada entrante en mi móvil.
–Disculpame; tengo que atender. -Dije descolgando la llamada al ver que era mi hermano.
Hasta para llamarme era inoportuno.
–¿Bueno?
–¿Cómo va mi precumpleañera favorita?
–Tratando de sobrevivir.
–Claro, claro....... ¿Estás ocupada o podemos hablar?
–La primera
–¿¡Estás con un chico!?
Me separé del teléfono por su grito. Alcé la mirada, y vi que Héctor me miraba con una sonrisa. ¿Ya dije que tenía una bonita sonrisa?
–No te he dicho eso..... -Fruncí las cejas. –Pero sí. -Dije simplemente bajo la atenta mirada del chico de ojos marrones que estaba sentado frente mío.
–¿Amigo?, ¿Compañero?, ¿Crush?, ¿!NOVIO!?
–Te voy a cerrar. -Sentencié al borde de los nervios.
–Ya, ya, ya. Te dejo en tu cita. No interrumpo más. Hablamos luego.
–No es una c.....
–Te quiero, adiós. -Se despidió interrumpiendo.
–Yo también te quiero. Adi... -Ni siquiera me dejó terminar, porque me cerró la llamada.
Cuando me dispuse a guardar mi móvil en el bolsillo de mi sudadera, me dí cuenta que Héctor me miraba fijamente.
–¿Pasa algo? -Deje el móvil sobre la mesa, y pregunté al ver que no decía nada.
–Nada.... Solo que.... No sabía que tenías novio. -Finalizó alzándose de hombros pero mirándome de una manera extraña.
–¿Yo? ¿Crees que con quien estaba hablando era mi....? ¡No! -Me apresure a decir. –Que asco..... es mi hermano mayor. -Me reí.
Suspiró, y no supe identificar el motivo.
–Mensaje.
–¿Qué? -No entendí a lo que se refería.