La Orden de Horus

4. Un reloj insignificante

ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ ᶠᵒᵘʳ 

ᵃⁿ ⁱⁿˢⁱᵍⁿⁱᶠⁱᶜᵃⁿᵗ ᶜˡᵒᶜᵏ

Dark abrió los ojos al escuchar unas voces vociferando en el pasillo de las habitaciones de la Gran Nave

Dark abrió los ojos al escuchar unas voces vociferando en el pasillo de las habitaciones de la Gran Nave. Se desperezó y bostezó para luego quedarse unos segundos sentado en la cama contemplando la nada. Hacía años que no dormía tan bien. Cuando El Ancestral los reclutó "ilegalmente" lo primero que pensó fue que viviría en una celda pequeña y sucia donde tendría que aguantar hasta que muriese.

Era un dramático.

Dark no se asustaba. O así lo pensaba él hasta que descubrió la verdadera cara de su padre, quien resultó ser un psicópata sádico. Desde aquel momento creyó que no iba a tener miedo de nuevo, pero cuando se vio encerrado en un lugar oscuro con otras tres personas, el pánico se apoderó de él demasiado rápido.

Luego descubrió que era claustrofóbico.

Pero ahora estaba acomodado en una habitación que era la gloria. Ni siquiera era pequeña, era muy espaciosa y ni hablar de la cama, se sentía como dormir en una nube. Después de unos días de reflexión, agradecía haber sido secuestrado por un viejo canoso con un cetro que pestañeaba muy pero que muy raro.

De todos modos ni le importaba, habían interrumpido su dulce sueño y ahora estaba de mal humor. Al escuchar decir al Ancestral que tendrían unos días de vacaciones, pensó: "¡Qué buen servicio!" Y planeó sus días a la perfección. Y se trataba de no hacer absolutamente nada. Iba a hacer todo lo que su padre no le permitía por estar en el clan de los cazadores. Recordó la lista que escribió la noche anterior y la recogió de su mesilla de noche.

- Dormir hasta tarde, (en el espacio no hay ni día ni noche así que a quién diablos le importa)
- Comer.
- Dormir de nuevo.
- Comer.
- Explorar la Gran Nave.
- Dormir y comer.

Y así se extendía la lista infinitamente. Era un buen plan de vacaciones.

Refregó sus ojos con pereza y se levantó de la cama para ir a cambiarse. Una vez se puso la ropa salió de la habitación y se encontró exactamente a las personas que esperaba ver discutiendo como de costumbre.

Logan y Olimpia.

Oh, y como no, Hefesto tratando de ser un buen mediador.

—Rata de alcantarilla te prometo que como mi reloj esté roto, tú misma lo pagarás —amenazó Logan con su dedo índice—. ¿¡Sabes cuánto cuesta esta preciosidad!? ¡Mucho, mucho dinero!

— ¡Ni siquiera sé qué diablos es una alcantarilla! —gritó ella.

Logan observó con detenimiento su preciado reloj, y sí, lamentablemente había una grieta en el cristal.

—Maldita sea, niña agresiva con ataques de ira y dos espadas. ¡Juro que te voy a matar y enterraré tu pequeña cabecita donde nadie la encuentre!

Logan intentó abalanzarse sobre la chica pero Hefesto se interpuso y sujetó a Logan, quién no paraba de moverse violentamente.

—Métete tu reloj por el culo. Esas cosas son insignificantes fuera de tu miserable planeta —escupió Olimpia.

Dark se acercó a ellos y se colocó al lado de Logan quién ya se había calmado más o menos para alejarle de la guerrera.

—Muy bien, creo que ya es suficiente.

—Oh no, ya ha llegado el cazador que se cree pacifista ¡Paz y amor chicos paz y amor! —Agarró el rostro de Hefesto por las mejillas repentinamente y el dios asustado le miró con los ojos como platos—. ¡Paz y amor, Hefesto! ¡Sigamos a nuestro hermano Dark, él sabe de paz y amor!

— ¡Bueno cállate ya! ¡Dios mío! Me exasperas —Dark se alejó de él.

— ¿P-podrías soltarme? E-estamos muy cerca —tartamudeó Hefesto.

Logan le soltó mientras resoplaba y volvía a mirar su valioso reloj. Se lo acercó a sus labios y le dio un beso.

—Mi bebé... yo te arreglaré, no te preocupes. Te dejaré como nuevo.

Sus otros tres compañeros observaron la escena con muchas ganas de vomitar. Hefesto había visto demasiadas cosas en el Olimpo. Las acciones de Zeus solían dar bastante repulsión, pero esto no era nada comparado con eso.

—Creo... que deberíamos separarnos —aconsejó el dios—. Yo me voy con Olimpia. Dark, tú vete con Logan. Adiós.

Antes de que el cazador pudiera quejarse el dios ya se había llevado a la guerrera en un abrir y cerrar de ojos. Dark resopló mientras seguía escuchando las continuas quejas de Logan detrás de él. Dark no era introvertido, solía llevarse bien con la gente, pero aquí solo había un pequeño problema.

Y es que él no soportaba a Logan, ni Logan a él.

Pensó en regresar a su habitación y encerrarse allí durante horas y horas. Pero la voz del hombre interrumpió sus pensamientos.

— ¿Me vas a llevar a desayunar o qué?

Dark se giró hacia él y entrecerró los ojos manteniendo una mueca de asco.

— ¿Acaso crees que trabajo aquí o algo por el estilo? No soy tu sirviente. Pregunta por ahí, yo vuelvo a mi habitación.

Pero antes de poder regresar Logan le agarró del antebrazo y le arrastró detrás de él.

—Ni de broma me pierdo aquí yo solo. Tú te vienes conmigo y punto.

"Maldito imbécil" maldijo el cazador mentalmente.

━━ 𓂀 ━━

La Gran Nave era un lugar futurista y a la vez mágico.

Pero no del tipo de magia que cualquiera imagina. No se necesitaban brillos y colores para que la Gran Nave fuera mágica. Es que este lugar tenía unos sitios realmente mágicos. Olimpia nunca pensó que estaría comiendo un delicioso desayuno en una especie de terraza cubierta por un cristal muy resistente. La decoración le añadía aún más ambiente y es que había plantas por varios rincones del lugar. Cualquiera que los viera del exterior apreciaría varias mesas dónde la gente comía y charlaba tranquilamente mientras tenían unas vistas a las resplandecientes estrellas.




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