ᵖʳᵒˡᵒᵍᵘᵉ
[2155 a.C.]
Templo de Horus
"Polvo somos y en polvo nos convertiremos"
Odion recordó las palabras que El Ancestral le dijo días antes del fin de La Orden. Aquella última charla que había tenido con su mentor antes de partir con sus compañeros y enfrentarse a un mal que acechaba al mundo. Pero todos habían caído, y él era el único superviviente.
Él estaba solo ahora.
Y sabía que no iba a conseguirlo, no iba a conseguir sobrevivir. Pero no importaba en aquel momento, porque él ya había vivido y ahora solo tenía una misión.
Esconder la profecía.
El pecho comenzó a dolerle pero no paró de correr nunca. Sentía cada vez más cerca a los hombres de SCORPIUS, le pisaban los talones, pero no iba a fracasar. Odion se negaba a morir sin haber cumplido su deber, él decidió inscribirse en esto y él mismo iba a terminarlo.
El Templo de Horus era simple por el exterior, pero estaba repleto de escondrijos y pasadizos secretos que había estudiado a la perfección para este tipo de situaciones.
— ¡No le dejéis escapar! —gritó uno de los hombres.
Él jadeó y dobló rápidamente en la primera esquina. Luego bajó las escaleras camufladas detrás de un muro y siguió corriendo a través del estrecho pasillo. Estaba corriendo a ciegas, ni siquiera llevaba una antorcha para iluminar el camino pero no tenía tiempo que perder.
Sin embargo, SCORPIUS estaba demasiado cerca. Tenía que distraerles. Encontró un pequeño hueco y se escondió ahí. Cerró los ojos con fuerza intentando silenciar su respiración lo mejor posible para no ser escuchado. Hasta el sonido de un imperceptible insecto hacía eco por todas partes.
Los pasos se aproximaban cada vez más, y en un momento se detuvieron. La vista de Odion ya se había acostumbrado a la oscuridad del lugar por lo que logró divisar las siluetas de los hombres que ahora permanecían quietos.
—Seguro que se ha ido por ahí. ¡Vamos! —gritó uno.
Y los hombres continuaron su camino.
Odion respiró aliviado y esperó unos segundos a que los hombres se hubieran alejado lo suficiente como para poder salir. Después de unos minutos más siguiendo el camino que le había indicado El Ancestral encontró su destino.
Se arrodilló ante la pared llena de jeroglíficos y de su bolso sacó con cuidado la profecía. Se colocó de pie de nuevo y tocó varios símbolos de la pared. Una vez estuvieron todos pulsados un pequeño agujero se abrió en la pared. Luego regresó a su sitio y se arrodilló nuevamente. No pudo evitar recordar a sus compañeros, recordaba sus gritos al morir, recordaba los gritos de su amada, quien se despedía con la mirada, una despedida que escondía una historia de amor y una despedida que escondía el final de aquella historia de amor.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas y el corazón le dolió a más no poder. Porque aquella promesa de un futuro juntos, se había roto.
Antes de colocar La Profecía en su lugar, encendió un pequeño aparato que grabaría todo un holograma de él.
—E-este mensaje, este mensaje es para la próxima Orden. La Orden que encontrara esta profecía y deberá hacerse cargo de todo lo que dice en este frágil papiro —sorbió la nariz y con su mano secó el rastro que habían dejado sus lágrimas. Luego sacó el papiro y lo enseño rápidamente—. Esta es La Profecía. En ella está...
Los gritos de los hombres interrumpieron el mensaje de Odion. No le quedaba mucho tiempo y era consciente de ello.
—No tengo mucho tiempo. Este papiro, es la respuesta a todo. No tengo el tiempo suficiente de explicároslo, pero aquí están todas las respuestas. Si El Ancestral os escogió, sé que seréis lo suficientemente inteligentes para averiguarlo.
— ¡Ahí está! ¡Cogedle!
Los hombres de SCORPIUS aparecieron detrás de Odion.
— ¡Haced lo que os he dicho! ¡Tenéis que hacerlo! —le volvió a gritar al diminuto aparato.
Se puso de pie con velocidad e introdujo el papiro en el agujero el cual se cerró inmediatamente. Dos de los hombres cogieron a Odion de los brazos y lo arrastraron hacia atrás. Un hombre pateó sin querer el aparato pero ni siquiera se dio cuenta de ello. Y ninguno se dio cuenta tampoco de que el aparato seguía grabando.
— ¡Dínoslo! ¡Ya no puedes huir más, Odion!
El joven guardó silencio y a cambio recibió un fuerte golpe en el rostro. Un hombre se abrió paso entre el resto y le dedicó una malvada sonrisa a Odion.
—Nunca aprenderás. Y ahora observa a tu alrededor, estáis todos muertos. Este es el fin de La Orden.
Uno de los súbditos del jefe colocó una espada cerca de su cuello, listo para acabar con la vida de Odion.
—Fue un placer luchar contra ti, Odion —murmuró el jefe—. Pero nunca estarás a mi altura.
Y lo último que grabó el aparato fue la muerte del último miembro de La Orden de Horus.
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Editado: 15.01.2023