La Orden de Horus

7. El Consejo

ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ ˢᵉᵛᵉⁿ 

ᵗʰᵉ ᶜᵒᵘⁿᶜⁱˡ

La Orden provisional caminó por los pasillos de la base

La Orden provisional caminó por los pasillos de la base. Después de una tranquila y cómoda charla, El Ancestral llegó, avisando que era hora de presentarse ante El Consejo. Les explicó que sería la última prueba.

El Consejo iba a juzgarlos y ver si ellos eran los indicados para formar la nueva Orden. Les dijo que no estuvieran nerviosos, no tenían que hacer nada más que ser respetuosos y contestar a sus preguntas con honestidad.

La gente que se cruzaban por los pasillos les observaban con curiosidad, pues después de bastantes años, La Orden de Horus volvía a resurgir. Hubo muchas dificultades en las últimas décadas, tantas que nadie ocupó La Orden y quedó en el olvido por mucho, mucho tiempo.

El Ancestral se paró frente a una gran puerta dorada y decorada con líneas curvas donde cada una de ellas llegaban a un mismo destino, el Ojo de Horus. En las esquinas había dos estatuas que entre sus manos sujetaban lo que parecía ser un planeta. Podían tener varias interpretaciones, para Dark eran guardianes.

—Aquí es —anunció El Ancestral.

—Genial, los ancianos primero —dijo Logan con una sonrisa y extiendo el brazo.

—Tenéis que entrar vosotros solos. Yo no entro.

Olimpia miró con desconfianza y nerviosismo la puerta. Ella no quería entrar ahí, simplemente no quería. Dark suspiró y después de echarle una mirada a sus compañeros, abrió la pesada puerta.

Al pasar el umbral se encontraron con una sala muy iluminada, gracias a los ventanales que daban al parque natural, la luz del sol iluminaba hasta los rincones más remotos. También había varias plantas de un tamaño enorme y más estatuas iguales a las de la entrada. Sin embargo, estas estatuas eran distintas entre sí. Eran hombres y mujeres, pero seguían sujetando el mismo planeta.

En el medio de la sala, había una larga y blanca mesa con cinco personas sentadas en el medio de un lado. En el centro estaba posicionado un hombre canoso y serio, tenía una túnica verde y en la esquina superior estaba cosido su nombre, Riagard. A su izquierda y derecha había dos mujeres, una de pelo rubio quien se llamaba Kenea, y la otra mujer tenía una tez morena, Daphne. Luego había dos hombres jóvenes, Dark trató de leer sus nombres pero fue imposible debido a los pliegues de sus túnicas.

¿Eran dioses, guardianes...?

—Sentaos —ordenó Riagard.

Hefesto tragó con dificultad al sentirse tan intimidado, intercambió una mirada con Olimpia y ambos se sentaron seguidos de Dark y Logan.

Dark y Olimpia quedaron en el medio, Hefesto estaba a la derecha de Dark y Logan en la izquierda de Olimpia. Todos estaban en silencio y solo se oían las inquietas respiraciones.

—Comencemos pues —anunció el hombre canoso—. Nosotros somos El Consejo, somos los responsables de llevar a cabo la confirmación final y decidir si ustedes —los señaló con el brazo extendido—, son aptos para conformar la próxima Orden de Horus —explicó.

Ellos asintieron comprendiendo. Dark jugueteó con sus manos por debajo de la mesa. Sudaban exageradamente.

—Para ello debemos llevar a cabo algunas preguntas. Debemos de conocerles —continuó Daphne.

Los miembros del Consejo se hicieron algunas señas entre ellos y cuchichearon.

— ¿Qué están diciendo? —susurró Hefesto en el oído de Dark pero con un tono bastante alto.

— ¡Silencio! —ordenó Riagard.

—Perdón —se disculpó con un hilo de voz.

—Antes de empezar, hemos de aclarar que solo una persona, en este caso el líder, responderá a todas las preguntas ¿Queda claro? —dijo Kenea.

Ellos asintieron.

—Primera pregunta ¿De dónde provienen? —preguntó la misma mujer.

—Yo, Dark, provengo de la Tierra al igual que mi compañero Logan. Hefesto proviene del Olimpo y Olimpia... —el cazador observó a su compañera y dudó durante unos segundos—. De Gothor.

La mujer morena quién rellenaba unos papeles emitió un pequeño grito de sorpresa dejando caer su pluma y todos los miembros del Consejo observaron a Olimpia perplejos, como si fuera uno de los peores seres del universo.

Ella carraspeó incómoda y se removió en su asiento.

—Si-siguiente pregunta —tartamudeó la mujer—. ¿Cuáles eran sus profesiones antes de ser encontrados por El Ancestral?

—Yo era un cazador. Mi padre tenía un clan de cazadores. Nos dedicábamos a cazar bestias míticas... —la vergüenza se notaba en su tono—. Logan era un famoso historiador, quizá han oído hablar de él. Olimpia ocupaba un importante puesto en el ejército de Gothor y Hefesto... —Dark frunció el ceño y miró a su compañero—. Disculpen eh...

El cazador se levantó de su asiento y se acercó al dios susurrándole al oído.

— ¿A qué diablos te dedicabas?

—Intenté ser parte del Consejo Celestial que mi padre fundó, pero no me lo permitió. Así que me dedicaba a dar paseos por los jardines.

Dark negó con la cabeza desesperado.

— ¡No puedo decir eso! —exclamó en voz baja.

—Pero es que no hacía otra cosa —se encogió de hombros—. Bueno una vez participe en una guerra.

El líder regresó a su sitio velozmente y se sentó para luego recuperar la compostura y enderezar su espalda.

—Hefesto fue partícipe de una importante guerra del Olimpo. Varios dioses estuvieron implicados.

— ¿Ah sí? —uno de los hombres jóvenes levantó una ceja—. ¿Podemos saber cuál guerra?




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