La Orden de Horus

11. El mensaje

ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ ᵉˡᵉᵛᵉⁿ
ᵗʰᵉ ᵐᵉˢˢᵃᵍᵉ

Logan ajustó unos cuántos tornillos al pequeño aparato que estaba construyendo

Logan ajustó unos cuántos tornillos al pequeño aparato que estaba construyendo. Tenía buena pinta y aunque no tenía un aspecto muy bonito parecía que podía funcionar.

—Mira. ¿Qué piensas, Molly Mi? —le preguntó al holograma que se encontraba a su lado.

—Mi mecanismo dice que no parece que vaya a salir bien —bromeó con una mueca.

El rubio chasqueó la lengua y siguió ajustando los tornillos. Cuando creía que por fin terminaba, un tornillo que ajustó de más se rompió quedando dentro del aparato y siendo imposible de sacar. Por más que Logan lo intentó una y otra vez el tornillo no salía.

—Dios, dame paciencia —juntó las manos frente a su rostro y respiró hondo con los ojos cerrados. Suspiró y se levantó de la silla—. Está bien. Molly Mi, creo que tendremos que volver a buscar nuevas piezas para poder construir tu cuerpo. Esto no está saliendo bien.

—Ya te lo había dicho.

— ¿Por qué no te vas a dormir un rato, eh? —dijo de mala gana y apagando la pulsera que luego se colocó en la muñeca.

Llevaba días encerrado en su habitación desarrollando un buen proyecto para que Molly Mi no estuviera encerrada en aquella pulsera que por más que le gustaba, era claustrofóbica. Había obtenido varias ideas de la biblioteca e incluso del museo.

A medida que caminaba por los pasillos iluminados por las luces artificiales ya que era de noche, llegó a la conclusión de que debía volver a la biblioteca y buscar más libros que le fueran de ayuda.

No había visto la cara de sus amigos en esos días. Ni tenía ni idea de dónde estaban pero probablemente debían estar descansando a esas horas de la noche.

Entró por la puerta de la biblioteca, solo estaba iluminada por algunas antorchas. No había nadie atendiendo, estaba él sólo. En parte lo agradecía, iba vestido con su pijama con dibujos de dinosaurios y con unas pantuflas a juego, sería un poco humillante encontrarse con alguien y él con aquellas pintas. En su defensa, los pijamas de dibujitos nunca pasaban de moda.

Mordió el interior de su mejilla y se puso a rebuscar entre las estanterías. Después de varios minutos leyendo los lomos de los libros, encontró el que buscaba y con una sonrisa lo sacó con un poco de esfuerzo. Los libros no estaban bien equilibrados y algunos terminaron cayéndose.

—Oh, mierda.

Se agachó para recogerlos pero algo le llamó la atención. Y es que de entre todos esos libros, había caído un extraño artefacto. Era un triángulo. Lo examinó entre sus dedos y con los ojos entrecerrados, se dio la vuelta confirmando que nadie más estaba en la biblioteca y regresó la mirada al objeto. Tenía que avisar a sus compañeros.

Escondió el triángulo en el bolsillo de su pijama y tras recoger los libros se dirigió al pasillo de las habitaciones.

━━ 𓂀 ━━

— ¿Qué creéis que será? —preguntó Hefesto quién no paraba de caminar de un lado a otro mordiéndose la uña del pulgar con nerviosismo.

—No lo sé, genio. Llevamos horas tratando de averiguar qué es esta cosa —respondió el historiador bufando.

Logan había avisado primero a Dark, quien por cierto se burló de su pijama. Luego fueron en busca de Hefesto y Olimpia y se encerraron en la habitación del cazador. Lo más productivo que habían podido hacer esas horas era estar sentados frente al triángulo y mirándolo fijamente. Ninguna ranura, hueco para una llave, nada.

Dark se pasó las manos por la cara y luego por su pelo resoplando agotado. Estaba sentado a los pies de su cama, las ojeras que cargaban sus ojos eran gigantes y púrpuras. Olimpia estaba a su lado apoyada en su propia mano, sus ojos se cerraban cada tres segundos e intentaba mantenerse despierta y espabilada, pero era imposible.

—Deberíamos dormir en vez de perder el tiempo —volvió a decir el dios—. ¡Míranos! No podemos con nuestras vidas ahora mismo —se quejó extendiendo los brazos.

—Chico, entiende que esto es serio. Es grave, siento que nos ocultan cosas. Nosotros no podemos ser La Orden de Horus si esta gente rara nos oculta cosas —explicó Logan tumbándose en la cama detrás de Dark y Olimpia.

—Muy bien. ¿Y qué sugieres que hagamos? —el dios se tumbó al lado de Logan pero al revés y con las manos en su abdomen.

—Por ahora… —un bostezo interrumpió su frase—. Durmamos unos cinco minutos. Solo… unos cinco.

Lo que sucedió es que no fueron cinco. Los cuatro terminaron dormidos en unas posiciones incómodas hasta que amaneció y los rugidos matutinos de los dinosaurios les despertaron.

— ¡Ay! —Olimpia apartó el pie de Logan que estaba rozando su nariz de un manotazo—. Quita, quita, ¡Quita! —empezó a alejarle a los empujones provocando que Logan cayera de la cama y Dark se despertara.

— ¡No hacía falta ser tan brusca, niña! —el rubio se levantó molesto y se acercó al espejo para peinarse su pelo revuelto.

Hefesto comenzó a desperezarse con una sonrisa. Sin abrir los ojos se aproximó al cazador y terminó dándole un cariñoso abrazo. Dark bajó la vista y le miró extrañado.

—Buenos días a todos —saludo el dios bostezando—. Qué bien he dormido. ¿Vosotros no?

—Claro, con el pie de Logan en mi cara todo el tiempo. He dormido maravilloso —contestó la guerrera levantándose de la cama.




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