Kimberly se sentó en la escalera a hacer una llamada, mientras Bea se encontraba recostada en el pecho de Mike que la abrazaba con la mirada clavada en un punto fijo. Emily caminaba por la habitación de un lado a otro, pensando en como solucionar la lista de problemas que tendrían por delante, porque no alcanzaría con ocuparse del embarazo ¿Qué pasaría si Ethan se enteraba? ¿Qué era capaz de hacer con Bea?
―Me estás mareando osita…― Dijo Bea, haciendo que Emily se gire entre sorprendida y molesta.
Su tono de voz estaba aliviado y había usado el tonto apodo que solo usaban entre ellas. Beatriz y Emily se conocían desde que sus madres estaban embarazadas, habiendo nacido Bea dos meses antes. Sus padres se habían conocido en la universidad y, desde ese momento, las familias eran inseparables. Desde pequeñas habían usado apodos tontos que solo usaban entre ellas, Emily era “Osita”, porque parecía dulce pero cuando se enojaba daba miedo y Bea era “Solcito”, siempre feliz y radiante.
» Puedo escuchar los engranajes de tu cabeza pensando, desde aquí. ― Insistió ella con una sonrisa.
―Alguien tiene que pensar Beatriz…― Soltó la castaña en tono agotado.
Pudo notar el reproche en la mirada de Beatriz, ella no toleraba que nadie le hablara mal, pero había sobrepasado todos los límites.
***
Wagner parecía estar esperándome. Se quitó lentamente los lentes que usaba, los dejó en el escritorio, luego suspiró y habló pausadamente:
―Debo admitir dos cosas ― dijo con una sonrisa lobuna ―. La primera es que eres mucho más curiosa de lo que tu padre me advirtió ―. Ese comentario hizo que me enojara ―. Y la segunda es que te subestimé, no pensé que vendrías tan rápido.
Se puso de pie y pasó un mechón de cabello detrás de su oreja, sonrió y me miró fijamente a los ojos.
» Te pido disculpas por eso ―. Señaló la pequeña sala de estar frente a la chimenea y me invitó a ocupar un lugar con un gesto de su mano ―. Por favor ―. Insistió cuando no moví un solo músculo.
―¿Por qué parece conocer a mi padre desde mucho tiempo antes?
―Porque así es ―. Me interrumpió antes que soltará otra pregunta ―. Conozco a tu padre desde que éramos dos niños pequeños y fuimos buenos amigos, cuando estudiamos en esta escuela ―. Con esa confesión sentí que me quedaba sin aire ―. Luego decidió terminar sus estudios en Estados Unidos y conoció a tu madre... Lo demás es historia conocida.
―¿Él estudió aquí?
―Nunca estuve de acuerdo con que te mintiera, pero tu padre ya no es el hombre que yo conocí. Los años lo volvieron ingenuo, tal vez pensó que no te enterarías.
―¿Él pidió que me mintiera? ― pregunté repitiendo sus palabras como una tonta.
Wagner asintió y cruzó las piernas.
―Mira Emily, tu padre tomó muchas decisiones equivocadas y no creo que haya sido justo que él les ocultara esta parte de su vida. Cuando me fui a la universidad perdí todo contacto con tu padre. Nunca más supe de él hasta que un día me llamó, desesperado, contándome lo que te había pasado y pidiéndome ponerlo en contacto con alguna escuela que pudiera aceptarte como becada.
Me quedé en silencio esperando, pero ella parecía pensar que ahora lo entendía todo. Por suerte mi silencio fue suficiente para que continuara.
» Samuel fue mi mejor amigo, él y otro chico de apellido Polé. Nuestras infancias no fueron las más fáciles y siempre pude contar con ellos. No voy a olvidar nunca la desesperación en la voz de tu padre cuando me contó lo que te había pasado y el miedo que tenía de que esta gente estuviera buscándote.
―¿Entonces?
―Le dije que podía traerte a Golden Hill, él sabía que la escuela era un lugar seguro. Al principio se negó…
―¿Por qué?
Wagner negó con la cabeza y suspiro pesadamente. ―¿Alguna vez entendiste a tu padre por completo? ― preguntó.
Sonreí. ―Nunca.
―Yo tampoco, menos después de tantos años. Nadie entendió a tu padre cuando se alejó de todos. Finalmente dijo que la única condición para enviarte es que no te dijera la verdad, tampoco se el porqué de eso, en caso que te lo preguntes ―. Sonrió leyéndome la mente ―. En un principio acepté, pero sabía que tarde o temprano descubrirás la verdad y no pensaba formar parte de sus juegos. Admito que me impresionaste, eres mucho más lista que tu padre a tu edad.
―¿Estaba enamorada de mi padre? ― Pregunté con asco y sin pensar, para variar, pero la forma en la que sonreía al recordar sobre su juventud me ponía un poco nerviosa.
Wagner soltó una risa tímida.
― Eres muy directa, no me lo advirtieron ―. Uní mis labios en una delgada línea y levanté mis hombros ―. Eso fue hace muchos años Emily, como te dije tu padre no es la persona que solía conocer.
―¿Por qué ayudarlo ahora? Si él cambió y se alejó tanto tiempo.
En ese momento una alarma sonó en su escritorio, era un teléfono celular.
―Es hora de la cena ¿Qué te parece si continuamos con esta charla mañana?
Asentí pensativa, la conversación con Wagner me había dejado con más preguntas que respuestas y, sinceramente, no me apetecía nada dejar todo para ir a cenar.
―¿Estamos bien? ―Me ofreció su mano como gesto amistoso y la acepte dudosa, pero intentando que no lo notara ―. ¿Qué te parece si mañana respondo a las preguntas que tengas?
Ese gesto hizo que sonriera más confiada.
―Estamos bien ― dije con una sonrisa.
Por un lado, sabía que me faltaba una buena parte de la historia y, por otro lado, estaba aún más furiosa con mi padre ¿Solo me había mentido a mí? ¿Mi madre sabia de esto y también me había mentido? Aunque la realidad es que no me sorprendería, mis padres eran expertos mentirosos, podían fingir ser la familia perfecta, aunque el mundo se cayera a pedazos a nuestro alrededor.
―Olvidé darte esto…― Wagner se puso de pie y de su escritorio sacó una carpeta color azul que me entregó ―. Son los formularios para las clases, marqué en lápiz las sugerencias de clases que podrías tomar, basándome en lo que estudiabas en Connecticut.