Pasaron dos días completos, y la siguiente clase de Clark finalmente había llegado. El frío era profundo, pero enfundadas en nuestras ropas de deporte azul corrimos hacía las escaleras del frente justo cuando nos encontramos con Cameron bajando por ellas.
―Hoy van temprano...― comentó colocándose la gorra.
―Nadie quiere hacer enojar al chico ― dije haciendo referencia al humor volátil del señor Clark.
Llegamos al mismo sitio de la clase anterior, donde Clark ya estaba de pie, con el rostro despabilado como si para él fueran las tres de la tarde y no las cinco de la mañana ¿Acaso dormía? Tal vez era una especie de vampiro y por eso daba solo esa clase, en ese horario tan particular.
―Tomen sus linternas, ― dijo con voz poco amigable, algo que presentía era bastante común, ―y aguarden que lleguen los demás.
Hicimos lo que dijo y nos movimos los tres hacia un costado. Observé a Cameron soltar una gran cantidad de vapor por la boca y sonreí cuando me descubrió mirándolo, algo que no pareció molestarle, aunque temí que confundiera mis intenciones. Era un chico guapo, no podía decir lo contrario, pero por algún motivo no me sentía atraída por él, de hecho, sentía un rechazo natural pero no como si me desagrada algo en él porque en realidad no había nada que me molestara particularmente. Era extraño. Había notado como las chicas de la escuela lo veían al pasar o como algunas no dejaban de coquetear, aunque solo fuera para saludarlo. Él parecía ser amable con todas y más de una vez me pregunté si saldría con alguien, aunque no tenía interés en él, me generaba curiosidad, quería conocerlo saber más de su vida.
―¡No voy a tolerar más llegadas tarde! ― gritó Clark cuando un grupo de alumnos llegaron al último entre risas. ―Por lo que esta mañana haremos una evaluación y los últimos dos grupos en volver quedarán expulsados de esta clase.
El murmullo indignado y temeroso de algunos destacó en el silencio de la noche.
―¡¿Entendido?! ― gritó molesto.
―¡Sí señor! ― respondimos todos al unísono y tuve que contener la gracia que me causaba el verme metida en ese rollito militar pero, si no quería joder las cosas para mi equipo, mejor mantenía la compostura.
―Vamos a cambiar las reglas ― dijo y al observar a Cameron me di cuenta que se encontraba sorprendido ¿acaso eso no era algo normal? ―Vamos a jugar a un juego, ― sonrió y debo reconocer que me causó escalofríos, ―me imagino que todos están familiarizados con el juego "atrapa la bandera." ― Nos miró a todos mientras recorría lentamente el círculo. ― Hoy haremos algo similar, solo tenemos una bandera y el juego consiste en traérmela a mí antes de las siete de la mañana.
―¿Qué pasa con quienes no la consigan? ― preguntó un chico.
―Si llegan entre los últimos dos grupos, fue un placer conocerlos. El resto continuarán, pero si fuera ustedes no me sentiría tranquilo, a no ser que hayan conseguido la bandera, claro. ― Volvió a sonreír con satisfacción cuando el murmullo nervioso volvió a elevarse, pero lo silencio enseguida con su voz profunda. ―La bandera está en la capilla ― dijo. ― Pero no se confíen, el bosque no es su amigo. Ya lo saben.
Me sorprendió que nos dijera el lugar al que nos teníamos que dirigir, pero supuse que tendría algunas sorpresas preparadas, no confiaba ni un poco en Clark. En cuanto noté que acercaba la mano a su pecho hice que Cameron y Vi me prestaran atención, estaba por hacer sonar su silbato y, por suerte, los chicos me interpretaron. Segundos después llevó el silbato a sus labios y el sonido activó nuestras piernas, no tenía idea de donde íbamos, nunca había estado en la iglesia, pero mi estrategia era seguir a Cameron, tal como habíamos hecho anteriormente y ellos parecían darlo por sabido porque en segundos tomamos nuestros lugares. Cameron a la cabecera; marcando el camino, yo en el medio; siguiéndolo con paso seguro y Vi cerrando el camino; asegurándose de no perderme.
Corría sintiendo como mis sentidos se agudizaron al tener disminuida la visión, gracias a la oscuridad. Mi mirada estaba clavada en la espalda de Cameron y me aseguraba de sentir los pasos de Vi justo detrás mío. Escuchaba pasos, respiraciones agitadas y gritos a nuestro alrededor, pero por algún motivo había conseguido concentrarme en el equipo. Al menos hasta que un grito aterrador nos detuvo. Cameron colocó su mano en mi cintura y con la otra detuvo a Vi.
―¿Qué fue eso? ― preguntó ella agitada.
En ese momento noté movimientos por el rabillo del ojo. Miré a mi derecha y vi como algo se escondía detrás de un enorme árbol. Algo rojo, otra vez.
―Abajo...― indicó Cameron doblando sus rodillas. Nosotras lo imitamos y quedamos parcialmente cubiertos por un arbusto.
No podíamos ver más allá de unos pocos metros, la oscuridad del bosque era tan densa y perturbadora que no nos permitía sentirnos seguros. De repente, la adrenalina comenzó a bombear furiosamente por mis venas y no pude evitar sonreír ante esta nueva sensación. Entendí que la sensación de estar en peligro, en lugar de paralizarme, me daba fuerzas.
De repente, otro sonido captó nuestra atención: el crujir de unas ramas quebrándose. Sin embargo, decidí no apartar la mirada del árbol donde había visto movimientos. Y entonces la vi. Caperucita Roja, eso es lo primero en lo que pensé, se movía con rapidez, de manera etérea y ágil, como si no temiera ser descubierta. Moví mi mano para avisar a Victoria intentando que Carter no lo notara. Escuché el gemido de mi compañera de habitación al encontrar lo mismo con su mirada, eso motivó a que Carter se girara hacía nosotras. Pero para ese momento la inmensa oscuridad del bosque la había engullido.
―¡Hernández se quebró un tobillo! ― Escuchamos una voz proveniente de algún lado y eso fue suficiente para ser la primera en ponerme de pie.
―Vamos ― dije volviéndome hacia mi equipo y alejándome de ellos.