La Orden de las Sombras: Mentiras

DOCE

 

Vi estaba sentada a mi lado en la camilla y Cameron en el escritorio de enfrente, todos esperábamos que alguien nos atendiera. Vi terminó con un corte en su labio, Cameron parecía no tener nada, pero no había querido dejarnos solas y, aunque no había podido ver mi herida, la cara de Clark cuando me vio me dio a entender que era bastante profunda.

El corte en la ceja no me dolía, tal vez se debía a la adrenalina, al dolor en mi muslo que era intenso o a la confusión de sentimientos que corrían por mi mente. Pero el dolor en mi pierna me recordaba mi verdadero yo y la responsabilidad que tenía en la muerte de mis amigos y no importa cuánto hiciera por estos chicos, no los merecía.

Escuchamos cuando trajeron a los alumnos que nos habían atacado en el bosque. Ellos, que también habían resultado lastimados, aguardaban afuera. Esperaba que tuvieran una consecuencia acorde. Todo podría haber resultado mucho peor.

―Eres bueno peleando...― dije mirando a Cameron, intentando cortar la tensión que abrumaba en la habitación.

Él me miró con frialdad, estaba enojado, pero finalmente sonrió, contagiándome a mí y por último a Vi.

―Debí estar más atento...― Levantó una mano y nos señaló con indignación antes de llevarla a su rostro. Estaba frustrado. ― No se supone que terminaran lastimadas. Aunque... me sorprendiste defendiéndote.

Asentí y sonreí.

―Me gustan las artes marciales, me especialicé en Karate desde pequeña, aunque mamá esperaba que concursara en desfiles y usara faldas coquetas.

Cam levantó las cejas sorprendido y ese gesto me hizo sonreír.

―Creo que no te imagino en concursos de belleza.

―Cameron, no sé si sentirme ofendida o halagada por ese comentario ― dije conteniendo una risa.

―Halagada, definitivamente. ― Sonrió.

Asentí con una sonrisa cálida y cerré los ojos frustrada cuando una punzada surcó mi muslo. No quería que me vieran llorar, aunque ganas no me faltaban. En ese momento la puerta de la consulta se abrió y por ella entró la doctora Quinn.

―Bueno ¿Qué clase de masacre hizo Clark esta vez? ― dijo mirándonos detenidamente a cada uno mientras buscaba en una mesa junto a la camilla unos guantes de látex que se colocó con premura.

Mientras ella se acomodaba los demás guardamos silencio.

―Cameron ¿Estás lastimado? ― preguntó la mujer mirando al chico desde su sitio.

―No ― respondió poniéndose de pie. ― Solo no quería dejarlas solas.

La mujer asintió y sonrió, acto seguido señaló la puerta ― ¿Podrías dejarnos solas ahora?

Cam se puso de pie, nos observó y luego salió de la consulta.

Intentaba no concentrarme en el dolor que comenzaba a sentir y que me vieran derrumbarme por la culpa. Hasta ese momento me había permitido sentir ciertos atisbos de felicidad, me había permitido soñar con la idea de rehacer mi vida y se sentía fatal porque, después de todo, era la única que tenía esa oportunidad.

Vi asintió y tomó las pastillas que la mujer le dio.

―Vamos a verte a ti...― Movió su silla con ruedas hasta situarse frente a mí.

―¿Puedo quedarme? ― preguntó Vi, la miré sorprendida y ella sonrió ofreciéndome su mano.

―Por supuesto ― respondió Quinn.

Cambió sus guantes y sonrió con pena antes de comenzar a revisarme. Mi mano se cerró con fuerza en la de Vi.

―Lo pensé... ― respondí su pregunta cerrando los ojos por el dolor.

―Lo siento. ― Se disculpó ella mientras tocaba toda la zona. ―Quiero asegurarme de que no haya daños en el hueso.

―No quiero volver a terapia ― respondí. ―¿Estoy bien? ― pregunté con la voz temblorosa por el dolor.

―Si, pero voy a tener que hacer al menos tres puntos Emily. ― Asentí asustada ―No quedará una cicatriz grande.

―Eso es lo que menos me importa ― confesé. ― Me duele horrible.

―Recuéstate. ― Señaló la camilla donde estábamos sentadas de la que Vi se bajó rápidamente, aunque nunca soltó mi mano. ―¿Te duele la pierna del accidente? ― preguntó, tal vez notando mi movilidad torpe y en ese momento miré a Victoria que me observaba con curiosidad.

―De hecho, sí. ― respondí avergonzada mirando un punto fijo del techo.

―Bien, déjame ocuparme de tu ceja primero. Pondré un poco de anestesia local y te prometo que no lo sentirás.

No mintió, casi no sentí nada, aunque no fue agradable. Nunca me habían dado puntos, al menos no estando despierta. Después del accidente, cuando desperté, todo el trabajo estaba hecho y no me había enterado de nada, esto era diferente.

―¿Qué pasará con los que nos atacaron? ― preguntó Vi mientras la doctora limpiaba su trabajo con un líquido frío y de olor fuerte.

―No pude ver a Wagner aún, subí del sótano directamente a verlos a ustedes. Pero están bastante heridos también ― dijo distraídamente. ― Parece que supieron defenderse...

―Eran ellos o nosotros ― argumenté aun con los ojos cerrados.

―A veces esas son nuestras únicas opciones ― dijo tomándome por sorpresa. ― Listo.

Abrí los ojos y la noté observando mi rostro como admirando su propia obra de arte. Se movió hacia el armario de medicinas y tomó otro sobre, un poco más grande que el de Vi.

» Analgésicos, toma uno cada ocho horas hoy y quiero que vengas a verme mañana. Nada de correr en las clases de Clark por unos días ¿De acuerdo? ― Asentí. ― Hablaré con él cuando tengas el alta de mi parte. Ahora vamos a ver esa pierna. Victoria ¿Podrías dejarnos solas?

Ella asintió y salió de la consulta sin hacer preguntas.

Ya sin el pantalón Quinn observó la cicatriz de mi muslo, la piel estaba roja a su alrededor y presionó con sus dedos el músculo, intenté no quejarme, pero un gemido escapó de mi garganta a la fuerza. Dolía.

―Tu pierna parece estar bien, seguramente es un dolor muscular, no parece nada preocupante. Vamos a seguir revisándolo junto con tu ceja.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.