La Orden de las Sombras: Mentiras

TRECE

En la sala tres hacía frío, del tipo de frio que hace en un lugar antiguo y húmedo. Dejé el anuario en la mesa y me alejé un poco. Tomé aire replanteándome si verlo o no. Sabía que quería, y necesitaba, verlo, pero esas ganas eran tan fuertes como el miedo que me daba confirmar la verdad.

Me senté en la silla y acaricié el lomo de cuero azul. El escudo de la escuela estaba sellado en dorado, al igual que en nuestros uniformes; era la primera vez que realmente le prestaba atención, un escudo donde sobresalían las colinas y la edificación dorada de la escuela que parecía una fortaleza. Sobre el escudo había dos alas, dos empuñaduras de espadas enfrentadas y una corona. Finalmente, con letra muy delicada estaba el lema de la escuela "Veritas e Fortitudo" que, según me explicó Victoria, era latín y significaba "Verdad y Fortaleza."

«Irónico que Samuel se haya educado en una escuela cuyo lema era la verdad» pensé.

Volví a tomar aire y cuando estaba a punto de abrir el libro, un golpe retumbó en la puerta de madera. Me puse de pie, escondí el anuario entre los libros de los estantes y me dirigí a ella, al abrirla me encontré con la diminuta figura de mi compañera de habitación. Se balanceaba de los talones de sus pies a las puntas y sonrió con vergüenza cuando me miro antes de hablar:

―Te seguí ― admitió. ― Vi que saliste del despacho de Wagner.

―Pasa ― susurré cerrando la puerta y sentándome justo frente a donde ella estaba. ―Tengo cosas que explicarte... ― dije sabiendo que no podía dilatar más la situación.

―En realidad no. Te dije que si querías dejar tu pasado atrás por mi estaba bien...

―Victoria me ayudaste más de lo que cualquier otra persona me hubiera ayudado sin conocerme... te lo debo. ― Ella guardo silencio, esperando que continuara. ―Mis mejores amigos eran Bea, Kim y Mike y murieron en un accidente, que de accidente tuvo poco. Esa noche estábamos conduciendo y el novio de Bea, un tipo metido en cosas turbias, nos sacó del camino. No recuerdo mucho mas de esa noche, pero desperté una semana después en el hospital. Al parecer alguien me había sacado del vehículo que luego de volcar terminó prendido fuego. Todos mis amigos murieron en el interior.

―Lo siento Em...― susurró.

―Ayer te estuve evitando. ― Ignoré sus condolencias. ―Y fue porque tenía miedo que preguntaras...― Sonreí con la mirada clavada en la mesa. ―No las tengo todas conmigo Vi, aunque parezca segura y que todo me vale una mierda no es así, cargo con la mochila pesada de la culpa de ese siniestro que se llevó a mis mejores amigos.

―¿A qué te refieres? ― Noté el cuerpo de vi alejarse, apoyó su espalda en el respaldo de su silla y bajó las manos a sus muslos.

―Bea, se metió con un tipo peligroso y por meses la encubrí para que se viera con él. Nunca dije nada, aunque sabía que estaba mal, pero no quería perderla ¿Sabes? ― Sonreí y sequé las lágrimas que comenzaron a caer por mis mejillas. ―Fui egoísta porque puse mis necesidades por encima de su bienestar.

―¿Qué hubiera pasado si no la hubieras cubierto?

La miré a los ojos y sonreí.

―Probablemente Bea me hubiese dejado de hablar, me habría odiado instantáneamente. Habría terminada desterrada de mi grupo de amigos y seguramente me hubiera convertido en una paria. Ella era una chica super popular, y nosotros lo éramos por ser sus mejores amigos, todos querían ser sus amigos y todos creían serlo, pero no era así; ella solo confiaba en nosotros tres. Solo quise conservar su amistad y le terminé perdiendo de todos modos.

Tomándome por sorpresa, las manos de Victoria se apoyaron con firmeza en las mías. Levante la mirada y ella me estaba observando fijamente de forma seria.

―Si ella hubiera hecho eso... entonces, tal vez, deberías replantearte que tan buena amiga era.

Fruncí el gesto, no voy a negar que ese comentario me molestó. Ella no la conocía, yo sí y teníamos una vida compartida juntas.

―Bea era increíble...― la defendí, sorprendentemente sin ganas.

―No tengo dudas, tú lo eres...― sonrió. ― Y estoy segura que tus amigos también lo eran, los tres.

No siguió hablando y estaba segura que ella no creía eso, estaba segura que pensaba que Bea era una persona horrible, y tal vez lo era, pero no con nosotros.

» Como te dije la otra vez, no me importa lo que haya pasado. Particularmente, no creo que nada de eso hubiera sido tu culpa...

―Lo es Vi...

―Si tú la hubieras acusado con sus padres ¿Ellos hubieran dejado que continuara su relación con este chico?

―¡No! ― respondí con una risa nerviosa. ― Eso estaba clarísimo.

―¿Eso la hubiera detenido?

Me quede en silencio observándola. Pensando. Definitivamente no, Bea no hubiera dejado de verlo, hubiera encontrado la manera de continuar con esa relación precisamente para llevarle la contra a sus padres.

―No...

―¿Entonces?

―¿Entonces?

―Quiero decir que lo que paso hubiera pasado de todas formas...

Asentí pensativa, tal vez tenía razón, pero eso no me hacía sentir mejor. No cuando los tres estaban muertos y era yo quien tenía una segunda oportunidad.

―Tengo algo que mostrarte...― dije en un intento por desviar la conversación.

Me puse de pie y caminé a paso lento a donde había escondido el anuario.

―¿Cómo conseguiste que Nina te dejara entrar aquí?

Detuve mi mano antes de tomar el anuario y la miré confundida.

―¿A que te refieres?

―Bueno, se supone que estas salas no son de uso común a los alumnos, creo que las dejan para los del comité, o algo asi...

―Es donde venimos a estudiar con Silas ― dije levantando mis hombros.

Ninguna dijo nada más, nos quedamos pensando. Aunque seguramente la respuesta correcta era que Silas tendría algún tipo de privilegios o que simplemente le caía demasiado bien a Nina. En ese momento un poco de calor tiño mis mejillas ante una idea un poco loca:




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