El viaje transcurrió en silencio, bajamos al pueblo y el vehículo se detuvo en la puerta de un pequeño restaurante mediterráneo. El chofer abrió la puerta de mi lado y me ofreció su mano para bajar, acepté nerviosa y más aún cuando no me soltó hasta llevarme junto a Efraín, que volvió a ofrecerme su brazo. Nunca había sido tratada de esa manera, tal vez era algo normal en su estilo de vida, pero no en el mío.
En el restaurante todos parecían conocerlo, ya que nada más entrar fue guiado a una mesa bastante privada en un rincón con una luz tenue y sin el bullicio del salón general, que estaba bastante concurrido. Separó mi silla para que me sentara y luego tomó asiento frente a mí. Nos miramos durante unos segundos, el silencio entre nosotros era extraño, era un silencio cargado de interrogantes que se agolpaban en mi garganta pujando por salir y entender el porqué de tantas cosas.
―¿En qué piensas? ― Me preguntó mientras observaba la carta de vinos. ―¿Te gusta el Syrah?
―¿El qué?
―Vino ― aclaró sonriendo. ―Si prefieres otro podemos...
Negué divertida.
―No, no me gusta el vino. ― Lo interrumpí. ―Tampoco se supone que beba alcohol ¿sabe? Tengo dieciséis.
―Lo siento. ― Noté como se sonrojaba tras esa blanca y prolija barba. ― Es la falta de costumbre...
―Puedo beber agua o una gaseosa.
―Una copa de Syrah. ― Señaló algo en la carta y el mozo asintió. ― Mi nieta beberá una gaseosa y traiga también una copa de agua.
Hicimos silencio mientras el mozo nos entregaba la carta correspondiente a los platos y en cuanto se retiró Efraín me miró fijamente
» ¿Puedo pedirte un favor Emily?
―Claro...
―¿Podrías tutearme? Se que pedirte que me llames abuelo, tal vez, es demasiado. Pero no me gustaría que me trates con tanto respeto, siento que pone demasiada distancia entre nosotros.
Asentí.
―De acuerdo, eso haré ― afirmé volviendo la mirada al menú y ocultando el tinte rosa de mis mejillas tras el enorme libro de cuero negro.
―¿Ya sabes lo que quieres?
―Si.
Nada más decir esa palabra Efraín levantó su mano y un camarero se acercó a nuestra mesa enseguida. Ambos decidimos pedir una sopa de espárragos como entrada y un arroz meloso como plato fuerte.
―¿Qué quieres preguntar? Estoy seguro que tienes demasiadas preguntas para hacerme...― Mis labios se fundieron en una delgada línea ―Vamos, dispara ― soltó relajando su espalda en la silla y con una enorme sonrisa en sus labios.
Me limité a observarlo en silencio, sabía que me merecía una explicación, pero tenía tantas preguntas, que me era difícil pensar en una en concreto. Cuando el hombre acomodó su servilleta y sus brazos en la mesa, pensé que era un hombre muy elegante y de una educación muy diferente a la de mi padre, al menos eso podía notar por la delicadeza de sus movimientos y gestos, muy parecido a lo correcta de mi hermana ¿Sería algo genético? Tal vez a mi hermana le había tocado ese gen perfeccionista y el mío se habría perdido por el universo he ido a la basura.
―Nunca quise que tu padre me alejará de su vida ― confesó ante mi silencio. ― Es mi hijo, después de todo.
―¿Por qué piensas que mi padre decidió alejarse de ti y de esta vida? ¿Por qué mantenernos alejadas de ti? ¿Eres... peligroso para nosotras? ¿A qué te dedicas? ¿Por qué nunca te acercaste? ¿Qué pasaba con Joshua Moore? Lo siento, Joshua Polé...
Solté una risa incomoda cuando me di cuenta de todas las preguntas que le había hecho.
―Vayamos de a poco. ― Bebió un trago de su copa de vino y limpió sus labios con la servilleta blanca que tenía extendida en sus piernas. ―Tu padre y yo siempre fuimos muy unidos, compartíamos la pasión por la institución de la que formábamos parte, Golden Hill, y nos parecíamos bastante. Pero me enteré de que tenía otro hijo. ― Abrí los ojos exageradamente y él sonrió. ― Llevaba varios años divorciado, de tu abuela, y una mujer con la que había tenido un romance... esporádico ― murmuró como si hablar de ello le diera un poco de vergüenza. ― Había resultado embarazada. Yo no lo supe nunca y ella se había encargado de ocultarlo, temiendo que no quisiera ser parte de la vida del niño, pero ese no es mi estilo. El chico no llevaba, y nunca quiso llevar, mi apellido.
―¿No tienen relación?
―De hecho, sí. ― Sonrió. ―Pero, por respeto a su madre, prefirió siempre mantener su apellido.
―¿Samuel lo sabe?
Asintió. ―Por supuesto, ellos se conocieron cuando me enteré de su existencia. Eliot entró a Golden Hill, era un año menor que Samuel y se llevaban bastante bien. Tenían una relación bastante normal, hasta pasábamos vacaciones juntos.
―¿Eliot Stelle? ― pregunté recordando las palabras de Silas.
Él asintió con una cálida sonrisa, como si hablar de su otro hijo fuera más grato que hablar de Samuel.
―¿Conociste a Cameron?
Por un momento sentí un poco de asco al recordar que me había besado, luego ese sentimiento fue reemplazado por envidia, él había podido crecer con Efraín ¿Él sabía quién era?
―Si, es un chico agradable ― respondí. ―¿Crees que ese es el motivo por el que se alejaron? ¿Por qué Joshua Polé también se fue?
Efraín suspiró y su rostro se entristeció un poco antes de hablar ― Cuando tu padre entró en la adolescencia era un líder nato. ― Fruncí mi nariz incrédula y él sonrió. ―Tenía muchas habilidades como líder, estaba seguro que iba a poder hacerse cargo de la escuela y ser un gran director. Pero también era un chico un poco caprichoso, consentido ¿Sabes?
Asentí, esa descripción si sonaba más al Samuel que yo conocía.
» Comenzaron las disputas y las peleas. Él odiaba mi trabajo, odiaba tener que salir con seguridad cada vez que tenía que hacer algo fuera del internado. La realidad es que lo odiaba porque eso le impedía hacer lo que quisiera. ― Entonces recordé las palabras de Victoria, cuando mencionó que ellos siempre salían con seguridad. ―Siempre terminábamos enterándonos de todo. En ese momento Samuel salía con una chica del internado, no era Cleopatra ― aclaró cuando abrí la boca para preguntar y asentí sonriendo por su capacidad de leerme la mente. ―Una noche, Samuel, su novia y dos alumnos más ― continuó ― tomaron un vehículo de la escuela y se escaparon. Bebieron demasiado, cuando la seguridad de la escuela los encontró intentaron escapar, pero terminaron sufriendo un accidente en el que una de las jóvenes que los acompañaba murió y la novia de Samuel, herida de gravedad, resultó con una parálisis del cuello para abajo.