Cuando abrí la puerta de mi cuarto Vi estaba en su escritorio, leyendo algo en un viejo libro. Al escucharme entrar, se incorporó y se detuvo cuando vio mis ojos empañados por las lágrimas que conseguí contener mientras subía las escaleras.
―¿Qué paso?
―Fue genial ― dije dejando que mis lagrimas salieran sin vergüenza. ―Tengo un abuelo, Vi y es genial...
Ella se aferró a mi cuello y yo a su cintura.
―Vamos, las chicas estaban ansiosas por tu regreso. ― Tiró de mi mano, pero la detuve.
―Déjame quitarme el vestido, estoy helada.
Ella asintió y minutos después, enfundadas en nuestros pijamas, nos escabullimos tratando de no hacer ni un solo ruido. Golpeamos tres veces la puerta del cuarto de las chicas y continuamos, sin esperarlas, camino al ático.
Nos acomodamos en la habitación de siempre, cerca del ventanal que nos iluminaba con los rayos de la enorme y hermosa luna. A los pocos minutos Alice llegó sola, la miré sorprendida y no necesité preguntar nada, ella pareció comprender mi mirada:
—Iris fue por los chicos.
Asentí y al poco rato llegaron todos, eso incluyó a Silas. Pasamos un largo rato en el que yo les explicaba lo que me había contado mi abuelo y ellos me interrogaban realmente interesados.
―No puedo creer que seas nieta de Ashdown. Puede que seas de las únicas personas que pueda hacer a Amelia bajarse del pedestal ― dijo Alice emocionada.
Extrañamente eso no me hizo sentir mejor, no después del pedido de mi abuelo sobre comportarme mejor que los demás.
―Tu abuelo ― aclaró Vi. ―Toda tu familia, en realidad, fueron parte del directorio desde que la escuela fue fundada y de hecho es una de las familias fundadoras. Como la familia de Silas.
Desvié mi mirada al chico sentado justo frente a mí y él sonrió.
—¿Es por eso que conocías la historia de Eliot Steele?
Él asintió. ―Tus abuelos y los míos son muy amigos.
—¿Qué historia? – Intervino Ron.
Los dos nos miramos, pero no tenía sentido ocultar eso. Después de todo a mi Cameron no me interesaba y no había sido yo la que lo había besado.
—Cameron es mi primo.
—¿Cómo? ¿Es nieto de Ashdown? — intervino Alice.
—Si, al parecer su padre es hijo de una relación pasajera que tuvo mi abuelo. Por eso mi tío Eliot lleva el apellido materno: Steele.
—Pero se besaron...— murmuró Vi un poco asqueada. La comprendía.
—Él la besó ― aclaró Silas de forma seca y cortante.
Asentí. ―Técnicamente tiene razón, yo no quería besarlo. No me interesa Cameron de esa forma.
—¿Alguien te interesa de esa forma? – Me pico Holden.
De forma automática mis ojos querían observar a Silas, aunque sabía que eso sería bastante obvio.
—No ― respondí manteniendo la penetrante mirada de ojos azules de Holden. ―Nadie. En fin, — decidí cambiar de tema. – Lo único que espero es que nadie espere demasiado de mí.
—Eres una Ashdown Em — intervino Nolan. — No quiero ser el malo de la película, pero estoy seguro que todos esperan algo de ti.
―Creo que se equivocaron de Ashdown. ― Suspiré. ― Mi hermana es buena trabajando bajo presión, yo suelo cagarla.
En ese momento necesité dar por terminada la conversación y ellos no parecieron molestarse. Entonces nos distrajimos con un juego de mesa que Ron había traído. Pasamos un rato divertidísimo simplemente perdidos en una terrible partida de Cluedo y realmente me sentí segura y feliz.
Cuando terminamos la partida me levanté para fumar alejándome de los demás que comenzaban a separarse, Victoria e Iris se aislaron cada quien con su pareja, Alice y Ron se juntaron para jugar una partida de ajedrez y Silas se acercó a mi lado, sacándome el cigarrillo y dando una calada profunda. Los dos nos quedamos observando el paisaje a través del enorme y hermoso ventanal.
―No sabía cómo te sentirías así que traje provisiones. ― Se alejó de mí y volvió con un bolso deportivo del que sacó dos packs de cervezas. ―Cerveza en caso que te haya ido mal, para ahogar las penas...
―¿Y en caso que me haya ido bien? ― pregunté curiosa.
―Cerveza para festejar.
Solté una carcajada que contagió su sonrisa, me gustaba mucho verlo sonreír.
―Bien pensado Silas.
Levantó sus cejas en un gesto gracioso y me giré, para ayudarlo a repartir las cervezas entre los chicos. Cuando terminamos, los dos nos sentamos enfrentados en el alféizar de la ventana. Estaba enamorada de esa vista. Cuando dejé de mirar el exterior me choqué con la mirada de Silas, él me estaba observando y eso me puso nerviosa.
—¿Qué? — pregunté.
―No sé — Dijo dando un trago a su cerveza. —Eres especial Emily.
—¿Eso es algo malo?
—Definitivamente no.
Preferí no seguir esa conversación. No sabía en qué podía terminar, pero ese no era el momento para comenzar una conversación que no sabría cómo continuar, tenía demasiadas cosas rondando mi cabeza. Entre ellas una larga conversación pendiente con mi hermana.
Bebí la cerveza caliente, que seguía pareciéndome la cosa más asquerosa del planeta pero que agradecía al menos tenerla. Deje que el silencio se volviera protagonista y clavé mi mirada en la hermosa vista del bosque oscuro. Desde ese sitio no parecía tan aterrador como cuando tenías que recorrerlo a pie en plena noche.
— ¿En qué piensas? — preguntó apagando el cigarrillo que compartíamos en el cuenco de barro que usábamos como cenicero.
—En que me siento feliz — respondí sin sacar la mirada del exterior.
—Me alegra.
—¿Sí? — Lo observé y supe que no me comprendía, entonces sonreí. —Porque yo me siento mal. Siento que está mal que me sienta feliz.
—No Em. — Silas se acercó y secó una lágrima que cayó por mi mejilla. —Tienes una segunda oportunidad, tal vez no es como quisieras, pero lo que pasó te trajo hasta aquí y encontraste toda una vida que no sabías que tenías, eso tiene que significar algo ¿No crees?