La Orden de las Sombras: Mentiras

VEINTIUNO

Caminamos en silencio, alejándonos lentamente del edificio y con Thomas siguiéndonos a una distancia prudencial. El silencio fue el protagonista mientras recorríamos el camino que, ya sabía, llevaba a la capilla abandonada. Mi sorpresa fue mayúscula cuando el abuelo se adentró al cementerio y luego me llevó hasta las escaleras de acceso.

―¿Por qué aquí? ― pregunté mientras ambos nos sentábamos en una de las, sorprendentemente limpias, bancas que miraban al altar.

―Es un lugar seguro y me agrada. ― Respondió acomodando los gemelos de su impecable camisa.

―¿La escuela no lo es?

Él sonrió mirando al altar y se persignó, luego me miró y asintió.

―Lo es, pero no para hablar de La Orden.

―¿Por qué?

―Bueno, no todos los alumnos de Golden Hill conocen la existencia de la orden.

―¿Puedo saber por qué?

Lejos de molestarle mis preguntas, a Efraín parecían divertirle, al menos así lo demostraba su sonrisa juguetona.

―Golden Hill comenzó como un lugar seguro para que estudiaran los hijos de los miembros de La Orden, al ser personas poderosas el principal desafío era proteger a las familias y el segundo, era poder educarlos de manera que ellos fueran capaces de formar parte de la organización, pero como suele suceder, no siempre los herederos son conscientes del peso que cargan en sus hombros y muchas veces no estaban a la altura ¿Te imaginas en que se traducía eso?

―Bueno ― respondí nerviosa, insegura. ― Si es como lo estoy imaginando y por lo que Wagner dijo ¿Guerras?

―Guerras absurdas, por cuestiones de egos, por caprichos o usando la religión como excusa. Como consecuencia de eso había pueblos enteros sufriendo innecesariamente, la persecución a las brujas fue un claro ejemplo del capricho de varios hombres. En ese entonces se decidió que no era prudente que todos participaran en la organización. ― Suspiró y se balanceo junto a su bastón. ― Y es que con el correr de los años las cosas se fueron distorsionando, muchos hijos creían que ellos merecían ese poder por haber nacido con un apellido importante, eso los hacía caprichosos e impredecibles, eran personas que no tenían conocimientos útiles, no sabían que estaban haciendo allí y eso, además, los volvía peligrosos para lo que implicaba pertenecer a la organización. Entonces, cuando casi nos destruimos fue que se decidió que para pertenecer había que demostrar tener aptitudes.

―Entonces ¿No todos los padres de los alumnos son miembros de la organización?

―Con los años Golden Hill necesito "camuflarse" con la llegada de la modernización, la globalización y todo lo demás, se necesitó escondernos un poco más, por lo que se decidió aceptar a alumnos cuyos padres no hubieran tenido nada que ver a La Orden antes, pero desde ese momento, si se colocó la cláusula de ingresantes por herencia.

―Era una forma de controlar a quienes entraban... ― lo interrumpí.

―Exacto ― respondió con un tono de voz orgulloso. ― Es más fácil mantener vigiladas a las quinientas o seiscientas mismas familias durante siglos que a miles diferentes cada año.

―Entonces ¿Qué pasa si eligen a un joven cuya familia nunca estuvo en La Orden?

―Bueno, eso en realidad nunca sucedió. Se decidió que los herederos a la orden debían ganarse su lugar, pero nadie que no haya estado en la orden puede pertenecer a ella. Es una forma de cuidarnos.

― Pero ¿Qué pasa si alguien se niega?

― Digamos que tenemos un pacto de confidencialidad verbal que ambas partes están seguras de hacer cumplir, porque ambas partes conocen las consecuencias.

― ¿Puedo saber cuáles son?

― Estoy seguro que las sabes Emily. ― Dijo mirando la empuñadura de su bastón. ― Pero lo voy a aclarar, porque como dije, no quiero más secretos entre nosotros. Todos los alumnos de esta escuela, ya sea que sus familias hayan pertenecido o no a La Orden de las Sombras, son personas con cierto poder y estatus. Ya sean políticos, empresarios, de la realeza, lideres religiosos, inclusive del espectáculo y para La Orden, quitarles el poder que ostentan, es demasiado fácil.

―Entonces ¿Si ellos hablan se quedan sin nada?

―Propiedades, dinero, empresas, todo se esfumaría de un día para otro. Créeme, ninguno ha vivido tu vida, Em. Ellos no sabrían qué hacer en el mundo que tú conoces. Ninguno quiere perder sus privilegios y nosotros lo usamos para mantenernos ocultos, como debe ser.

―Cleopatra dijo que eras uno de los lideres de La Orden y que todos esperaban que mi padre ocupara tu lugar ¿Eso esperas de mí?

―Samuel era un líder nato, pero ya conoces cómo terminó la historia. Pero, además, él era demasiado idealista, creía en un mundo igualitario, donde la gente no pasara hambre y no existieran las guerras...― hizo un silencio que respeté. ― Samuel nunca hubiera sido el líder de La Orden de las Sombras.

―¿Por qué? ¿Acaso querer un mundo en paz es malo?

―Malo no, imposible. Somos humanos Emily, el mundo fuera de estos muros es sangriento y despiadado, no espero que algún día ocupes mi lugar, aunque eso me haría feliz. Los Ashdown han liderado esta organización durante siglos, pero no pondré ese peso en tus hombros.

―¿Cómo es que te convertiste en parte del tridente?

―Fui elegido. Los lideres somos reemplazados al morir y somos elegidos por los miembros más altos de la organización. Los Ashdown hemos ocupado ese lugar por más de doscientos años, siempre hubo un Ashdown en el Supremo Consejo de grado 6 y antes de eso siempre estuvimos en los más altos grados.

― ¿Cuántos grados hay?

― Siete. Los alumnos de la Academia son el grado cero.

― ¿Cómo se escala en los diferentes grados?

― Con trabajo duro, aportando conocimientos, involucrándose en el trabajo de La Orden. Hay quienes pasan toda su vida en el grado 1 y no es malo. Tiene sus beneficios.

Me quede en silencio, intentando procesarlo todo, aunque sabía que era en vano. No había manera de comprender el alcance de toda la información que se me estaba entregando, entonces, sin saber muy bien porque decidí hablar con mi abuelo.




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