Estábamos solas, rodeadas de un montón de personas que no reconocíamos, todas mantenían su lugar entre las sombras, pero podíamos sentir sus miradas como puñales. Entonces unos pasos cortaron el silencio y el haz de luz de una linterna apareció desde el sector más oscuro y lejano del lugar.
―Bienvenidas...― Quien portaba la linterna habló y, aunque no podía verlo, reconocí la voz que tanto pánico me había causado hacía apenas unas horas.
Di un paso atrás tirando de la mano de mi amiga para que me siguiera. Comenzamos a caminar lentamente hacia atrás hasta que chocamos con alguien. Nos giramos, listas para pelear, pero las enormes sonrisas de Alice e Iris nos tomaron por sorpresa.
―¿Qué...? ― Vi soltó una pregunta inconclusa en un suspiro aliviado.
Las observaba como si fueran fantasmas y entonces en mi campo de visión, ahora, estaban varios rostros familiares. Las chicas, Silas, Holden, Nolan y Ron.
―¡Bienvenidas! ― gritó alguien desde algún lugar y los siguieron todos los demás conformando un alarido que retumbó en las paredes.
―¿Qué hacen aquí? ¿Ustedes son parte de...?
―Felicitaciones. ― Silas se acercó con una enorme sonrisa en sus labios.
―Gracias ― solté todavía sorprendida por que estuvieran con nosotras.
― ¡Estoy furiosa! ― Gritó Vi golpeando a Holden en el hombro. ―Se supone que son amigos ¿Por qué nos lo ocultaron?
―¿Entendiste eso sobre no decir una palabra? ― respondió su novio volviendo a abrazarla.
―Lo bueno es que no tendremos que volver a mentir...― agregó Iris.
Abrace a Ronan en cuanto se acercó. Se aferró a mi cintura y separó mis pies del piso.
―Sabía que no tardarías en entrar a La Orden, preciosa.
Acune sus mejillas y lo miré con una enorme sonrisa en los labios, antes de volver a abrazarlo. No podía explicar el tipo de cariño que sentía por Ronan, pero era tan transparente para mí, sentía sus emociones a flor de piel, lo quería como se supone que se debe querer a un hermano, lo quería casi tanto como quería a Mike.
Me giré cuando una gran cantidad de luces, como estrellas, iluminaron el lugar y entonces vi que habían encendido una especie de reflectores con efecto de estrellas. Observé todo a mi alrededor. Cameron estaba de pie en un costado, hablando con el tipo de acento ruso que tanto me había asustado minutos antes y Amelia.
―¿Amelia es parte también?
Mi pregunta no iba dirigida a nadie, de hecho, creí que nadie me estaba escuchando, pero Silas estaba a mi lado.
―Creí que la habías reconocido anoche. ― Chocó su hombro con el mío.
―Si, pero no creí que fuera parte de esto ¿Estabas ahí anoche?
―Es bastante buena de hecho. ― Sonrió mirando fijamente a la rubia.
Debo admitir que un poco de celos punzó mi estómago, aunque no tenía ningún tipo de sentido, y no pude evitar poner los ojos en blanco y suspirar.
―Si, bueno. Anoche no se notó.
Mi comentario hizo que Silas soltará una carcajada.
―Por cierto, estuviste genial.
―¿Estabas anoche? ― insistí.
Él asintió.
―¿Quién es el? ― pregunté señalando con la cabeza al tipo que hablaba con Cameron y Amelia.
―Nikolái Ivanov.
Lo miré esperando que me diera más información y cuando no lo hizo me paré frente a él;
― ¿Es lo único que tienes?
Silas sonrió tomó mi mano y tiró de ella para que lo siguiera, hasta donde había dos enormes barriles, al acercamos noté que tenían hielo e incrustado en ellas había varias latas de bebidas. Me sobresalté cuando la música comenzó a sonar desde algún sitio y todos los presentes vitorearon mientras algunos se reunían para comenzar a bailar.
―Tengo cervezas ― dijo Silas divertido metiendo la mano en uno de los barriles. ― Frías esta vez.
Acepte de buena gana y lo acompañe a sentarnos con los demás. Pasamos un buen rato conversando e intentando preguntar todo lo que podíamos sobre la orden. Así supimos que los entrenamientos son por las noches y es por eso que los hermanos de la academia de La Orden suelen tener permisos para faltar a algunas clases durante la mañana. También entendimos porque esa noche habíamos visto a Carter en la biblioteca y sobre todo comprendí cuál era el tema entre Carter y Silas. Silas tenía una categoría superior y por ende este último debía obedecerlo. Algo que, evidentemente, no le divertía demasiado.
―¿Por qué te obsesionas tanto con Nikolái? ― Me preguntó Silas al notar que en toda la conversación no había dejado de observar al chico de cabello oscuro, que en ese momento sostenía un cigarro en sus labios y me veía con una sonrisa de costado, mientras una chica bailaba intentando provocarlo.
Dejé de prestarle atención y me volví para tomar la cerveza que Silas tenía en sus manos.
―No lo sé. Hay algo en él que me da miedo.
―Es un buen chico.
―¡Dios! Me encanta ese tema ― dijo Iris tirando de mi mano y arrastrado también a las otras dos.
Bailamos un buen rato, varios temas que ni siquiera conocía, pero el punto era divertimos y lo estábamos haciendo. Silas se acercó, al igual que el resto de los chicos, pero sus manos se posaron en mi cintura invitándome a abandonar el grupo y bailar solo nosotros. En ese momento, decidí apagar mi cerebro y dejar de pensar tanto. Silas me gustaba y tenía demasiadas cosas con las que luchar en este momento, mi atracción por Silas no podía ser una de ellas.
Me paralice cuando pusieron un tema latino y, estaba claro que no era mi estilo y no sabía si quiera cómo empezar a moverme. Silas sonrió de tal forma que sentí que mis rodillas se vencían, entonces tomó mi cintura impidiendo que huyera de la pista improvisada y comenzó a guiarme lentamente. Podría haber muerto incinerada de vergüenza, pero al contrario comenzamos a reírnos. Él sabía defenderse bien y yo... era un desastre, pero no parecía molestarle. Mas bien nos dedicamos a soltar una carcajada cada vez que la cagaba.