La Orden de las Sombras: Mentiras

CUARENTA Y DOS

 

Emily

La noche llegó con una velocidad espantosa. Había resumido a mis amigos las novedades, nadie conocía al hombre que reemplazaría a Wagner, pero estaba desplegando todo su poderío con ese baile de hombres y mujeres armados por los pasillos. Era una competencia por ver quién la tenía más larga y el nuevo estaba ganando por goleada. Hasta los colores de las paredes parecían haber cambiado de color o, tal vez, se hacía evidente la angustia e incertidumbre que había recaído sobre toda la escuela, todo parecía más tétrico.

Seguíamos sentados a los pies de la escalera, en silencio. Esperábamos que de un momento a otro las puertas de la entrada se abrieran y este tipo entrará. Pero estábamos a una hora del toque de queda y no había señales de él. Eso sin contar al enorme edificio humano que nos observaba fijamente desde la puerta de entrada sosteniendo, lo que ahora conocía como, una M4.

—Rejas de acceso, límites revisados y helipuerto vigilado…— susurró Alice.

Como estaba a mi lado pude escucharla con claridad, pero me di cuenta, enseguida, que no hablaba con nadie más que con ella misma.

—¿Estás bien? —pregunté colocando mi mano en su rodilla.

La chica normalmente hermosa y risueña me miró confundida mientras seguía balbuceando algo que no comprendía. Me alejé un poco más de Silas y eso llamó la atención de mi novio.

—Alice es H31 —aclaró mi novio una duda que nunca me habían respondido. —Es encargada de vigilancia en sus turnos.

            —Es mi trabajo que nada se escape… —agregó mientras levantaba sus dedos en una secuencia que daba un poco de miedo. —Rejas de acceso con cámaras de seguridad, los perímetros de la escuela no estaban violados y el helipuerto no tuvo movimientos anoche…

—No entiendo nada… —dije oscilando mi mirada entre mi novio y mis otros amigos, solo Vi parecía tan confundida como yo.

—Es el protocolo… —aclaró Alice dejando de hacer ese extraño repaso. —Desde que tu ami… Beatriz —se corrigió —apareció en la escuela, no se violó ningún protocolo de seguridad. Cuando estuvieron en la capilla, desaparecieron como si fuera magia y anoche…

—Era demasiada gente —intervino Silas apoyando sus lucubraciones. —Si fuera ella sola, podría llegar a violar algún protocolo sin llamar la atención, podría hasta simular ser una estudiante más, pero eran demasiados ¿Cómo pudieron entrar y salir de esa forma?

Victoria se puso de pie llamándonos la atención a todos, sobre todo a su novio, a quien empujó bruscamente.

—¿Estás bien, amor? —preguntó Holden sosteniendo su labio, al parecer lo había golpeado.

La morena no respondió, solo se dio la vuelta y corrió escaleras arriba dejando que todos visualizamos parte de su trasero debajo de la falda.

—¡Ojos al piso! —exclamó Holden en una orden que no sonaba en nada a una broma.

Los chicos obedecieron, Silas hasta se sonrojó negando con una enorme sonrisa.

—Nosotras vimos mucho más que ese poco de trasero… —soltó Iris con una carcajada ruidosa.

—No me refería a ustedes… —respondió molesto mirando mal a Ron que estaba a punto de hacer uno de sus estúpidos chistes, pero cerró la boca.

—¿Sabes algo de tu hermana? —preguntó Silas en una conversación que no incluía a nadie más.

—Nada aún. ¿Tus padres?

—Bloquearon los teléfonos…—Lo miré sorprendida ¿Eso era legal? —Así que mi padre me hizo llegar un mensaje, podía irme a casa si así lo quería. Mi madre quería que lo hiciera, pero la decisión era mía.

—¿Y?

Él sonrió y puso los ojos en blanco, acunó mis mejillas y dejó un casto beso en mis labios.

—Aquí estoy ¿No? —Nos sonreímos mutuamente. —Te quiero —susurró sobre mi boca antes de volver a besarme.

Estaba por responder que también lo quería cuando Victoria llegó de la misma forma torpe en la que se fue, pero esta vez traía consigo un viejo libro de color verde que llevaba semanas en su escritorio.

—Aquí…—dijo con voz agitada empujando a Holden para poder sentarse.

—¿Estás bien? —preguntó Raven, tan preocupada como los demás por su forma de actuar. Victoria no era así.

—¿Qué es eso? —preguntó Holden intentando tomar el libro.

—Lo robé de la biblioteca —dijo quitando la mano de su novio del lomo. —Bueno no lo robe. —Se justificó. — Lo tomé prestado, la tarde en la que vimos el anuario…

—¿Lo tomaste de la sala de estudios? —murmuré.

Ella asintió y relamió sus labios.

—Estos libros no están en la sala común…

—Es la idea, Victoria… —intervino mi novio claramente molesto. —Son libros únicos.

—Y que no están en el software Silas. —Se defendió. —No seas paranoico, nadie se dio cuenta hasta ahora. Ni Emily que lo tuvo en sus narices todo esté tiempo. —Se defendió nuevamente abriendo el libro y buscando rápidamente una página.

Era un libro con portadas de un color verde gastado y de un tamaño mediano, que había pasado semanas en el escritorio de mi amiga y nunca me había llamado demasiado la atención, era normal ver siempre a Victoria con la nariz dentro de un libro, amaba leer tanto como yo entrenar.




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